tag:blogger.com,1999:blog-47653315490858710902024-03-19T04:21:10.069-07:00Pastoral Popular LatinoamericanaUn espacio en la red donde compartir ideas sobre una pastoral popular posible para nuestra Patria GrandeUnknownnoreply@blogger.comBlogger7125tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-86488780278041316722011-11-18T06:48:00.000-08:002011-11-18T06:51:31.625-08:00El Sínodo sobre la Nueva Evangelización y la Iglesia latinoamericana<div class="MsoTitle">“¡Ay de mí si no evangelizara!” (1Co 9,16) escribe San Pablo apasionado por anunciar y Cristo y su mensaje de amor. Con esa misma inspiración, Pablo VI en <i>Evangelii Nuntiandi</i> enseña que “evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (EN 14). La razón de ser de la Iglesia es comunicar el amor de Dios que se hace hombre en Jesucristo, quien con su muerte y resurrección nos libera del poder del pecado y de la muerte. Todos los esfuerzos de la Iglesia, todas sus instituciones (parroquias, movimientos, colegios, etc.) toman sentido en la medida en que se orientan a hacer presente el amor de Dios en el mundo.</div><div class="MsoNormal">Juan Pablo II, queriendo suscitar un nuevo fervor misionero, llama a la Iglesia a una <i>Nueva Evangelización</i>, que debe ser “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión” (<i>Discurso al CELAM en Haití</i>, 9/3/1983). No se trata de “re-evangelizar” prescindiendo de lo que ya se hizo, sino de “una evangelización que continúe y complete la obra de los primeros evangelizadores” (<i>Homilía en Santo Domingo, </i>12/10/1984). Ese llamado, que fue hecho primeramente para las Iglesias de América Latina, luego se extendió a toda la Iglesia. Dice la exhortación post-sinodal <i>Christifideles Laici</i>: </div><div class="MsoNormal">“La Iglesia tiene que dar hoy <i>un gran paso adelante </i>en su evangelización; debe entrar en una <i>nueva etapa histórica </i>de su dinamismo misionero. […] Las llamadas Iglesias más jóvenes necesitan la fuerza de las antiguas, mientras que éstas tienen necesidad del testimonio y del empuje de las más jóvenes, de tal modo que cada Iglesia se beneficie de las riquezas de las otras Iglesias” (ChL 35).</div><div class="MsoNormal">Ya concluida la primera década del tercer milenio, Benedicto XVI vuelve a impulsar esa intuición renovadora de su predecesor dando dos pasos fundamentales en ese sentido. El 21 de septiembre de 2010 crea un dicasterio <i>ad hoc</i>: el <i>Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización</i>. Y el 24 de octubre de 2010 decide dedicar la próxima <span style="font-size: 11.5pt;">Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos –a celebrarse en octubre de 2012– a reflexionar sobre <i>La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana</i>.<o:p></o:p></span></div><h1>¿Qué podemos aportar al Sínodo?</h1><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.5pt;">Ante la inminencia de este evento, cabe preguntarnos: </span>¿Cuál es el aporte específico que puede hacer la Iglesia latinoamericana a esta Asamblea que buscará “examinar la situación actual en las Iglesias particulares, para implementar […] nuevos modos y expresiones de la Buena Noticia”? (<i>Lineamenta</i>, prefacio). Los <i>Lineamenta</i> para la preparación del Sínodo invitan a las Iglesias particulares a preguntarse: “¿<span style="font-size: 11.5pt;">Qué ejercicios de discernimiento histórico sería útil compartir en el seno de la catolicidad de la Iglesia?” (Ibíd. 4,2). En otras palabras, d</span>e todas las riquezas que Dios desplegó en la Iglesia universal, ¿cuáles son las que se destacan especialmente en la vida de nuestro pueblo fiel y que merezcan ser comunicadas a las otras Iglesias para ser tenidas en cuenta en la Nueva Evangelización?</div><div class="MsoNormal">Un cauce para la reflexión nos abren las recientes palabras del presidente del <i>Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización</i>, el arzobispo Rino Fisichella, en el <i>Encuentro internacional con delegados de Conferencias Episcopales y de “realidades eclesiales”</i>. En su discurso inaugural, propuso que el cambio de perspectiva de la Nueva Evangelización, se da si pasamos<b> </b><i>de la “misión al pueblo” a un “pueblo en misión”</i> (“Il passaggio dalla ‘missione al popolo’ a il ‘popolo in missione’ deve far comprendere il cambiamento di prospettiva che muove la nuova evangelizzazione”, <i>Oss Rom</i>, 16/10/2011).<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal">En la Iglesia Argentina, esta “perspectiva” tiene hondas raíces, tanto en su magisterio episcopal como en la materialización de acciones pastorales con distinta raigambre en nuestra vida eclesial y en escenarios históricos diversos. En efecto, ya el Documento de San Miguel decía en las <i>Conclusiones</i> del capítulo VI sobre la religiosidad popular: </div><div class="MsoNormal">“Que la Iglesia ha de discernir acerca de su acción liberadora o salvífica <i>desde la perspectiva del pueblo</i> y de sus intereses, pues por ser éste <i>sujeto y agente</i> de la historia humana, que ‘está vinculada íntimamente a la historia de la salvación’ (Medellín<i>, Mensaje a los pueblo latinoamericanos</i>), los signos de los tiempos se hacen presentes y descifrables en los acontecimientos propios de ese mismo pueblo o que a él afectan” (VI,4).</div><div class="MsoNormal">Y también: “Que por tanto la acción de la Iglesia no debe ser solamente orientada <i>hacia el pueblo</i>, sino también, y principalmente, <i>desde el pueblo mismo</i>….” (VI,5).</div><div class="MsoNormal">Más recientemente, en <i>Navega mar adentro</i> el episcopado argentino afirma con llaneza que todo el pueblo cristiano debe ser protagonista de la Nueva Evangelización y que para ello la fuerza evangelizadora de la religiosidad popular es elemento clave: </div><div class="MsoNormal">“Reconocemos el <i>potencial misionero</i> de todo el pueblo bautizado como <i>protagonista, no sólo destinatario</i>, de la Nueva Evangelización. Para ello, es de primera importancia atender a la <i>religiosidad de nuestro pueblo</i>, no sólo asumiéndola <i>como objeto de evangelización </i>sino también, por estar ya en alguna medida evangelizada, <i>como fuerza activamente evangelizadora. Valoramos y queremos acompañar el actuar misionero espontáneo y habitual del pueblo de Dios</i>. Hay una <i>búsqueda de Dios </i>que se percibe en las manifestaciones de la <i>piedad popular</i>, que otorga <i>identidad cultural </i>a nuestro pueblo y es <i>transmisora de verdadera fe católica</i>” (NMA 76).</div><div class="MsoNormal">En el mismo sentido se han expresado a nivel continental las tres últimas Conferencias del CELAM. En ellas se enseña que la cadena de transmisión de esa evangelización que hace el pueblo es –sobre todo– su arraigada <i>piedad popular</i>. De la cual dijo Benedicto XVI al inaugurar la Conferencia de Aparecida que es el “precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina” (DA 258). </div><h1>América Latina es una originalidad histórico-cultural</h1><div class="MsoNormal">Desde esta perspectiva, parece adecuado proponer el tema de la piedad popular como un elemento original de nuestras Iglesias particulares para ofrecer a la Iglesia toda. De hecho, algo similar ya ocurrió en 1992 durante la redacción del <i>Catecismo de la Iglesia Católica</i>. En este importante texto de la Iglesia universal, a la hora de valorar teológicamente la piedad popular se asumen explícitamente elementos de la teología latinoamericana plasmados en el Documento de Puebla (cfr. CCE 1674-1676).</div><div class="MsoNormal">La piedad popular latinoamericana tiene hondas raíces en la vida de nuestro pueblo. Viene desde los tiempos de la primera evangelización de nuestro continente. Según Aparecida “es parte de una ‘originalidad histórica cultural’ de los pobres de este continente, y fruto de ‘una síntesis entre las culturas y la fe cristiana’” (DA 264).</div><div class="MsoNormal">Esta idea, de que la fe cristiana al encarnarse en el nuevo pueblo de América Latina encontró <i>formas originales de expresarse</i>, está reflejada en Puebla cuando afirma que “el Evangelio encarnado en nuestros pueblos los congrega en una <i>originalidad histórico-cultural</i><b> </b>que llamamos América Latina” (DP 446). En nuestras tierras, durante cinco siglos se gestó un modo original de vivir la fe cristiana que Aparecida considera una verdadera <i>espiritualidad popular </i>o<i> mística popular</i>: </div><div class="MsoNormal">“La llamamos espiritualidad popular. Es decir, una espiritualidad cristiana que, siendo un encuentro personal con el Señor, integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo simbólico, y las necesidades más concretas de las personas. Es una <i>espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos</i>, que no por eso es menos espiritual, sino que lo es de otra manera” (DA 263). Se trata de un camino propio por donde el Espíritu Santo ha llevado a millones de latinoamericanos y del cual pueden esperarse muchos frutos en orden a una Nueva Evangelización (más datos sobre la espiritualidad popular en Aparecida en: E. <span style="font-variant: small-caps;">Bianchi</span>, Vida Pastoral 282, <i>El tesoro escondido de Aparecida: la espiritualidad popular</i>).</div><div class="MsoNormal">Una Nueva Evangelización que –como pedía Juan Pablo II– “continúe y complete la obra de los primeros evangelizadores” encuentra en la piedad popular un “imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda” (<i>Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia</i>, 64. Cfr. DA 262).</div><h1>La espiritualidad popular es una fuerza activamente evangelizadora</h1><div class="MsoNormal">En la piedad popular latinoamericana –enseña Benedicto XVI- “la fe se ha hecho carne y sangre”, y “a través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común” (<i>Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina</i>, 8/4/2011). </div><div class="MsoNormal">De aquí el inmenso potencial evangelizador que subyace en esta espiritualidad de nuestro pueblo y que podemos aprovechar en esta Nueva Evangelización. Puebla lo explica con claridad: “La religiosidad popular no solamente es objeto de evangelización sino que, en cuanto contiene encarnada la Palabra de Dios, es una forma activa con la cual <i>el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo</i>” (DP 450). </div><div class="MsoNormal">También llama a “descubrir el <i>potencial evangelizador de los pobres</i>” (DP 1147; LPNE 59) ya que este modo latinoamericano de vivir la fe se conserva “de un modo más vivo y articulador de toda la existencia en los sectores pobres” (DP 414).</div><div class="MsoNormal">En la misma línea se expresan los obispos reunidos en la V Conferencia de Aparecida cuando la presentan como una fuerza evangelizadora: </div><div class="MsoNormal">“La <i>piedad popular es una manera legítima de vivir la fe</i>, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones de la América profunda. […] En el ambiente de secularización que viven nuestros pueblos, sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un <i>canal de transmisión de la fe</i>. […] El participar en manifestaciones de la piedad popular […] es en sí mismo un gesto evangelizador por el cual <i>el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo</i> y cumple la vocación misionera de la Iglesia” (DA 264).</div><div class="MsoNormal">En este modo de vivir la fe de nuestros pobres, la Madre del Señor tiene un protagonismo especial. En su rostro moreno “encuentran la ternura y el amor de Dios” (DA 265) y “ven reflejado el mensaje esencial del Evangelio” (ibíd.). Este amor a la Virgen que tiene el pueblo latinoamericano “ha sido capaz de fundir las historias latinoamericanas diversas en una historia compartida” (DA 43). Ella es quien –desde los más pobres– reúne a sus hijos e “integra a nuestros pueblos en torno a Jesucristo” (DA 265). Ella los atrae y los lleva a Cristo desde los incontables santuarios marianos de nuestro continente: “La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios […] Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual” (DA 259).</div><div class="MsoNormal">Por supuesto que estos documentos magisteriales no entienden esta evangelización que hace el pueblo como si fuera un mecanismo rígido y fatal del que la Iglesia sólo deba ser un espectador inerte. La evangelización popular es algo vital, es la fe que un pueblo transmite a sus nuevas generaciones al propagar una actitud cristiana ante la vida y la muerte. La piedad popular es –repitiendo palabras de Benedicto XVI- “la fe hecha carne y sangre” y un pueblo cristiano suscita fe en la medida en que engendra carne y sangre. </div><div class="MsoNormal">La Iglesia, lejos de ser un convidado de piedra, siempre está llamada a fecundar y fortalecer esta evangelización popular. Cosa que logrará de mejor manera en la medida que entienda este proceso y encuentre acciones pastorales que sintonicen con el mismo. La piedad popular latinoamericana, a pesar de su aparente autonomía, es expresión de una fe que se reconoce en referencia a la Iglesia. En <i>Navega mar adentro</i> los obispos argentinos dirán que “es un hecho alentador y un regalo de Dios, que un gran número de bautizados expresan su fe católica mediante los gestos de <i>la piedad popular</i>, con hondo sentido de la trascendencia, y de esta forma <i>mantienen su vínculo con la Iglesia católica</i>” (NMA 91).</div><h1>El escenario cultural de la Nueva Evangelización</h1><div class="MsoNormal">Los <i>Lineamenta </i>para el Sínodo, en el número 6, al describir el “escenario cultural de fondo” en el que se moverá la Nueva Evangelización hace hincapié casi exclusivamente en el <i>fenómeno de la secularización</i>. Explica que el secularismo es un estilo de vida que está “radicado de un modo particular en occidente” y que “imagina la vida del mundo y de la humanidad sin referencia a la trascendencia”. Esta “forma cultural invade la vida cotidiana de las personas y desarrolla una mentalidad en la cual Dios está, de hecho, ausente, en todo o en parte, de la existencia y de la consciencia humana”.</div><div class="MsoNormal">Evidentemente, el secularismo es un fenómeno creciente y preocupante en nuestras sociedades, sobre todo en los niveles socio-económicos medio y alto. Aun así, debe reconocerse que en América Latina, donde vive la mitad de la Iglesia católica, el escenario cultural es diverso al de Europa. Las grandes mayorías de pobres que pueblan nuestro continente viven según un estilo de vida que poco ha sido tocado en su núcleo por la secularización. En ellos, la espiritualidad popular ha sido un eficaz antídoto frente a este modo de vida que viene de los países más desarrollados. En efecto, si el secularismo se caracteriza por proponer una humanidad cerrada a la trascendencia y una actitud existencial en la que Dios está ausente, la espiritualidad de nuestros pobres se caracteriza por la apertura a lo divino y por tener permanentemente presente a Dios en la vida cotidiana. En este sentido, Aparecida afirma que esta espiritualidad “en el ambiente de secularización que viven nuestros pueblos, sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un canal de transmisión de la fe” (DA 264).</div><div class="MsoNormal">Por eso parece adecuado que la Iglesia latinoamericana enriquezca la mirada de la Iglesia universal complementando la visión cultural europea, que pone foco en el secularismo, con una visión autóctona que dé cuentas de las riquezas que Dios despliega entre nosotros en la vida cristiana de los más pobres.</div><h1>Dilema siempre actual</h1><div class="MsoNormal">Por último, recordemos que “en el ámbito de la piedad popular la Iglesia cumple con su imperativo de universalidad” (DP 449). Por eso, el desafío de la Nueva Evangelización de nuestro continente vuelve a hacer actual la disyuntiva que presentaban los obispos en Medellín y en Puebla: “Esta religiosidad pone a la Iglesia ante el dilema de <i>continuar siendo la Iglesia universal o de convertirse en secta</i>, al no incorporar vitalmente a sí, a aquellos hombres que se expresan con ese tipo de religiosidad” (Med VI, 3; DP 462).</div><div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i><span style="font-size: 10pt;">Enrique Ciro Bianchi<o:p></o:p></span></i></div><div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i><span style="font-size: 10pt;">1.11.2011<o:p></o:p></span></i></div><div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i><span style="font-size: 10pt;">Solemnidad de Todos los Santos.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-31003380665248978412011-04-03T19:49:00.000-07:002011-04-03T19:53:14.553-07:00No anteponer nada al amor del pobre sino el amor de Cristo, del cual derivaHay imágenes de nuestra infancia que permanecen grabadas de un modo indeleble en nuestro espíritu. Algunas refieren a acontecimientos significativos de nuestras vidas, pero hay otras absolutamente triviales que sin embargo resisten tenaces desafiando al olvido. Voy a contar una que sale a mi encuentro con cierta frecuencia. Es una breve escena de una película de Sandrini, de esas en blanco y negro que daban los domingos por la tarde. Este conocido actor personificaba a un cura muy pintoresco, que intentaba convencer a un empresario inescrupuloso para que no quite su apoyo a un hogar de niños pobres. En un momento, la insistencia era tanta que el rico explota y dice: “¡Los pobres! ¡Los pobres! ¡Tienen toda la Biblia a favor de ellos! ¿Qué más quieren?”.<br />
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Es fuerte la frase, sintetiza y corrompe una verdad profunda, tal vez por eso no es fácil de olvidar. Se asemeja al cinismo profético de Caifás, que para condenar a muerte a Jesús dijo: “es necesario que un hombre muera por el pueblo” (Jn 11,50). Ambas afirmaciones tocan nervios centrales del mensaje cristiano. El sumo sacerdote dice que la muerte de un hombre puede salvar al pueblo, pero se niega a reconocer en Jesús al Salvador. Al moderno Epulón no le interesa que la enseñanza de Cristo influya en su conducta, pero reconoce que éste nos reveló que el corazón de Dios ama a los pobres con una especial predilección.<br />
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<strong>El Dios de los pobres</strong><br />
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Son muchos los testimonios bíblicos de esta preferencia divina. No es este el momento para presentar un elenco detallado, pero nombraremos algunos que vienen fácilmente a la memoria de cualquier lector familiarizado con la Sagrada Escritura. Comencemos por recordar que para salvarnos Dios no sólo se hizo hombre, también “<em>se hizo pobre</em>” (2Co 8,9). Todo el camino de nuestra redención está signado por la pobreza. Esta salvación vino a nosotros a través del <em>sí</em> de una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en los suburbios de un gran imperio. El Salvador no nació en un palacio rodeado de atenciones. Ni siquiera en una humilde habitación. Nació entre animales, como lo hacían los hijos de los más pobres. Fue presentado en el Templo ofreciendo dos pichones de palomas. Ésta era la ofrenda de los pobres, de quienes no podían permitirse pagar un cordero (cf. Lc 2,24; Lev 5,7). Creció en un hogar de trabajadores y trabajó con sus manos para ganarse el pan. Cuando comenzó a anunciar el Reino lo seguían multitudes de desposeídos. En ellos estaba el signo de que Él era el verdadero Mesías: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres” (Lc 4, 18). A la muchedumbre cargada de dolor, de sufrimiento, agobiada de pobreza, les dijo que Dios los tenía en el centro de su corazón: “¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!” (Lc 6, 20). Con ellos se identificó: “Tuve hambre y me diste de comer”, y enseñó que la misericordia hacia ellos es la llave del cielo (cfr. Mt 25, 35s). En el momento de su pasión, se hizo pobre hasta el extremo. No sólo sin dinero, no tuvo ningún poder mundano. Fue juzgado y condenado injustamente. En esa hora tan difícil, sus verdades fueron –como dice Martín Fierro de las razones de los pobres- “campanas de palo”.<br />
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Podrían llenarse muchas páginas con testimonios de la Sagrada Escritura y de la Tradición de la Iglesia sobre la centralidad de los pobres en el plan divino. No es esa la intención de este artículo. Más bien nos proponemos presentar algunas reflexiones sobre las implicancias que trae esta preferencia divina para nuestra vida de fe. Sobre todo mirada desde América Latina, donde los pobres se cuentan por millones y en su gran mayoría son hijos de la Iglesia por el bautismo. Más específicamente, nos detendremos en algunas consideraciones teológicas que hace Rafael Tello, un teólogo argentino de quien se dijo que “nadie se acercó teológicamente al pobre como él” (Víctor Fernández, “El padre Rafael Tello: una interpelación todavía no escuchada”, Vida Pastoral 236, [página]).<br />
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<strong>La Iglesia hace una opción por los pobres. </strong><br />
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Como consecuencia del amor singular que Dios muestra hacia los pobres la Iglesia hizo una opción de preferencia por ellos. El Concilio Vaticano II ofrece el clima propicio para que afloren verdades tan viejas y tan nuevas como ésta. Se proclama, por ejemplo, que la Iglesia para comunicar a los hombre los frutos de la salvación quiere seguir –a ejemplo de Cristo- el camino de la pobreza y que “reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a Cristo” (LG 8). <br />
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Esto se vuelve a decir con acento latinoamericano en Medellín y en Puebla. Allí, los obispos deliberan teniendo ante sus ojos la “miseria que margina a grandes grupos humanos […] que como hecho colectivo es una injusticia que clama al cielo” (Med Jus, 1.1), y “las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina [que] mantienen a la mayoría de nuestros pobres en una dolorosa pobreza, que en muchísimos casos llega a ser inhumana miseria” (Med Pobr, 1.1). En ese contexto proclaman que la Iglesia latinoamericana quiere hacer una “clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres” (DP 1134).<br />
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Juan Pablo II toma decididamente esta bandera y –rodeado del Episcopado latinoamericano- le dice a los desposeídos de toda la América oprimida: “En este momento solemne deseo reafirmar que el Papa, la Iglesia y su Jerarquía, quieren seguir presentes en la causa del pobre” (Homilía durante la misa por la evangelización de los pueblos, Santo Domingo, 11/10/1984, 5 [en adelante HSD]). En Sollicitudo rei Socialis hace extensiva esta opción para toda la Iglesia y la describe como una “forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia” (SRS 42). Más aun, en Novo Millennio Ineunte afirma que la Iglesia se juega su fidelidad a Cristo en concentrar su amor en los pobres. Allí interpreta el pasaje de Mt 25, 35 (“tuve hambre y me diste de comer”) no sólo como una invitación a practicar obras de misericordia, sino como una “página de cristología, que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia” (NMI 49).<br />
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También Benedicto XVI proclamó esta opción pisando suelo americano. Al inaugurar la Conferencia de Aparecida remarcaba la raíz teologal de la misma: “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza” (citado en Aparecida 392).<br />
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<strong>La opción por los pobres y nuestro tiempo.</strong><br />
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Así como esta opción se vive entre pobres concretos, también se da en una historia determinada. En nuestro continente, el marco histórico vivido en las décadas del 60 y del 70 influyó decididamente en la forma en que la Iglesia buscaría concretar esta opción evangélica. Por esos años irrumpió la conciencia de lo escandalosa e inhumana que resulta la brecha entre ricos y pobres. Grandes cantidades de jóvenes forjaron sus sueños teniendo como norte la liberación de los pobres de las estructuras injustas que los oprimen. Algunos desde su fe en Cristo, pero otros desde cosmovisiones no cristianas. La opción por los humildes no fue patrimonio exclusivo de la Iglesia, ésta tomó muchas formas. Las fronteras entre las motivaciones evangélicas y las ideológicas eran muy difusas y por momentos la urgencia por una justicia tan largamente esperada podía opacar la riqueza cristiana de esta búsqueda. A esto se sumó la dolorosa violencia fratricida que extremó algunas posturas y aumentó las desconfianzas. <br />
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Tal vez por ese pasado -aun reciente- desde algunos sectores de la Iglesia se observa con cierto recelo todo trabajo con los pobres que sea más que la mera ayuda material. A pesar de que en la doctrina cristiana está claramente fundamentada y urgida esta preferencia, no faltan los que huelen un tufillo ideológico entre las banderas de los pobres.<br />
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No obstante, parece que en nuestra Patria Grande estamos viviendo una nueva etapa que puede ser un punto de inflexión a este respecto. Entrando a la segunda década del siglo XXI, poco a poco las heridas del pasado se van cerrando y amanecen nuevos tiempos. Esta nueva hora se presenta propicia para dejar atrás las desconfianzas y volver a contemplar sinceramente el misterio divino encerrado en la vida de los pobres. La Iglesia, como Cristo, ha sido enviada “a evangelizar a los pobres” (Lc 4, 18) y en la medida que es fiel a esa misión se encuentra con la fuerza más viva de sus entrañas. Siempre está llamada a renovarse volcando sus energías en poner en el centro a quien está tirado al borde del camino. El siglo XXI le presenta un sinfín de desafíos que sólo podrá enfrentar revestida del poder de un Dios que eligió hacerse frágil y con la sabiduría de quien “eligió lo que el mundo considera necio” (1Co 1,27).<br />
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<strong>Rafael Tello: No anteponer nada al amor del pobre…</strong><br />
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En este contexto, un pensamiento teológico sólido y profundamente evangélico como el del padre Tello puede ser una rica veta a explotar para que los cristianos nos enriquezcamos contemplando el rostro de Cristo en los humildes. Su propuesta teológica y pastoral está transida por la centralidad del pobre en el plan divino. Dice en uno de sus escritos: “No se puede anteponer nada al amor del pobre sino el amor de Cristo, del cual deriva” (Tello, Anexo XVIII a Epístola apostólica sobre el jubileo del año 2000, inédito, 1995). Tal vez esta frase de sabor benedictino sea una buena síntesis de la radicalidad evangélica con la que entendía Tello el amor a los pobres. Es claro que en su planteo la preferencia debida a los pobres no se funda en motivos ideológicos ni sociológicos, sino que hunde sus raíces en razones teológicas. Cristo nos revela que los pobres ocupan un lugar central en el corazón de Dios y es ese amor preferencial de Dios lo que inspira la elección por estos predilectos del Señor. La Iglesia opta por los pobres porque Dios optó por los pobres.<br />
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Con esto tampoco cae en el extremo de espiritualizar la pobreza. Afirma sin ambages que los destinatarios de esta opción son aquellos que son socialmente considerados pobres y que esta preferencia incluye el compromiso por renovar las estructuras que los excluyen. Aunque la escandalosa desigualdad social no sea el fundamento último de esta opción, la lucha por un orden social más justo es una de las formas de concretizarla. Además, contemplar la vida de los postergados y encontrar un misterio divino en ella no significa que se esté canonizando la pobreza material. Ésta es un mal físico, como lo es la cruz, y si bien a ambas Dios puede disponerlas para la obtención de un bien mayor, al hombre le corresponde luchar para sobreponerse a estos sufrimientos. Los cristianos debemos acompañar esta lucha de muchas maneras. La construcción de una sociedad en que los pobres puedan vivir felices es una tarea siempre pendiente. <br />
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Una aclaración que vale la pena en este punto: el hecho de que se trate de pobres concretos no impide que pueda vérselos con un criterio teológico antes que sociológico. Así como los enfermos que curaba Jesús eran enfermos según la consideración médica y nadie sostiene que las curaciones eran un hecho médico.<br />
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Este teólogo entiende que la opción preferencial por los pobres presenta dos aspectos. Por un lado, se trata de que los necesitados sean objeto de la misericordia de los cristianos, de que la Iglesia –impulsada por este amor de preferencia hacia ellos- destine sus mejores recursos a atenderlos. En este sentido se la presenta generalmente y su aceptación no provoca mayores problemas, aunque muchas veces –como reconocen los obispos en Aparecida- “corre el riesgo de quedarse en un plano teórico o meramente emotivo, sin verdadera incidencia en nuestros comportamientos y en nuestras decisiones” (Aparecida 397).<br />
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Pero esta opción a la que invita el magisterio de la Iglesia presenta otro rasgo más importante, que toca más profundamente el corazón de la revelación divina. Se trata de aceptar la centralidad del pobre tal como la presenta el Evangelio. Reconocer a los pobres como verdaderos constructores del Reino. Dios es “el Dios de todos, pero otorga su primera misericordia a los desposeídos de este mundo” (Juan Pablo II, HSD, 5). Son los pobres los primeros amados por Dios y llamados a la Iglesia. <br />
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Así entendida, la opción por los pobres no consiste primeramente en ayudarlos, sino en aceptar que por los pobres se va a fundar y establecer el Reino de Dios. Comentando el pasaje de Lucas que dice “cuando des un banquete invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos” (Lc 14,13) se pregunta: “¿Nos damos cuenta de lo que sería esa reunión con tales comensales pobres, lisiados, paralíticos, ciegos, etc.? Pues eso es lo que Cristo quiere para su Iglesia. Y lo quiere urgiéndolo: ´recorre enseguida las plazas y las calles de la ciudad y trae aquí a los pobres´ (Lc 14, 21)” (Tello, La nueva evangelización, 96).<br />
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De este modo, Tello “llega hasta el fondo de lo que significa optar por el pobre; porque no se limita a invitar a la promoción social de los pobres, ni a promover una tarea evangelizadora entre ellos” (Víctor Fernández, “Con los pobres hasta el fondo. El pensamiento teológico de Rafael Tello”, Proyecto 36, 6). <br />
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Desde esta perspectiva, la opción por los humildes se trata esencialmente de que la Iglesia reconozca la primacía del pobre en el plan de salvación tal como lo presenta la Biblia: “La Iglesia es así. La Iglesia es la Esposa, el Cuerpo de Cristo, y es la Iglesia de Dios, y es la Iglesia de los pobres primeramente, no exclusivamente, porque a ella han sido llamados y para ella amados (y aun, en cierto modo, preferidos) primero pero no exclusivamente, como de muchas maneras lo atestigua la Sagrada Escritura” (Tello, La nueva evangelización, 41).<br />
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Buscando la raíz última de esta preferencia divina, Tello afirma que –según la revelación de Cristo- la redención llega a todos a través de los pobres. Dios salva por Cristo hecho pobre y muerto en la cruz. La pasión redentora del Salvador continúa en los murientes de hoy. Ellos son los primeros salvados y desde ellos se derrama la salvación a todos: “La salvación se opera ante todo en favor de los pobres y, consecuentemente, para todos” (Tello, La nueva evangelización, 34). <br />
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En los pobres está Cristo sufriendo por nosotros. Bien lo entendía una santa de nuestro tiempo: “Necesitamos la profundidad de los ojos de la fe para ver a Cristo en el cuerpo roto y en los vestidos sucios, bajo los cuales se esconde el más bello de los hijos de los hombres” (Teresa de Calcuta, Tú me das el Amor, 126). Clavados en su cruz cotidiana, colaboran con la redención completando la pasión de Cristo. Él vivió pobre y desde su condición de pobre realizó su obra de misericordia, redención y liberación. Y quiso completar su pasión en el tiempo a través de los pobres, haciéndolos cooperadores de la salvación. Esto toma especial relevancia en nuestro pueblo, donde la mayoría de los más humildes son bautizados y por tanto son miembros de Cristo y se hallan identificados con Él. Así como Dios eligió salvarnos del pecado y de la muerte por medio de su Hijo muerto en una cruz, hoy sigue derramando su salvación a través de otros hijos sujetos a la cruz que son los pobres.<br />
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Al contemplarlos, sin exageración se puede decir de ellos lo que anticipaba Isaías del Salvador: “despreciados, desechados por los hombres, abrumados de dolores y habituados al sufrimiento, seres ante los cuales se aparta el rostro, tenidos por nada… detenidos y juzgados injustamente, sin que nadie se preocupe de su suerte” (cfr. Is 52-53). Ellos participan de la cruz de Cristo y en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Aun sin saberlo –como el pagano Ciro no sabía que había sido elegido por Dios para liberar a Israel- con su vida pobre y sufrida colaboran con la liberación que Cristo nos trajo a todos.<br />
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No hay que pensar que este modo de entender la centralidad de los pobres en el designio divino excluye a quienes no son pobres. Siguiendo a Puebla, que enseña que la opción por los pobres “no debe ser exclusiva ni excluyente” (DP 1145), Tello entiende esta opción en el marco de una pastoral popular que es para todos: pobres y no pobres. Aun así, es claro que en la expresión “opción preferencial pero no exclusiva” el acento debe ponerse en el primer término y no en el segundo. Leer esta frase y detenerse en el “no exclusiva” pasando por alto el “preferencial” no parece hacer justicia al sentido de la afirmación. La solicitud maternal de la Iglesia debe manifestarse a todos sus hijos, pero hay que salvaguardar esto sin diluir una opción real por el pobre concreto.<br />
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Tello lo explica claramente: “La opción por los pobres ha de ser no exclusiva ni excluyente. Pero siendo tal ha de ser juntamente preferencial y no sólo según la acción de beneficencia externa sino también y principalmente según el afecto, es decir la caridad interna, por la cual ‘es necesario amar a un prójimo más que a otro’ (ST II–II, q26, a6), por Dios que ama también preferencialmente a unos, al pobre, cuyo Corazón la Iglesia lo conoce muy bien pues el mismo Dios se lo ha revelado” (Tello, Nota (f): La opción por los pobres, inédito, 20-21).<br />
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En los pobres la Iglesia se encuentra con su Fundador, por eso esta preferencia “lejos de oponerse a la universalidad de la misión constituye el camino evangélico por excelencia para realizarla” (ibíd., 23). Desde esta perspectiva, “el principal camino evangélico para llegar a todos no parte de los desarrollados y ricos para extenderse por la comunicación de bienes hasta los pobres, sino más bien al contrario se concentra en estos sedientos de dignidad y libertad para desde ellos abarcar a todos” (ibíd., 24).<br />
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Poniendo el ejemplo del amor que se vive en torno al lecho de un enfermo, explica con llaneza cómo puede amarse a todos pero manteniendo la preferencia por el más débil: “Si se acompaña a un enfermo amado se puede acompañar y alentar a los que cuidan del enfermo, pero no porque cuidan de él, sino por ellos mismos. El cuidado y aliento se concentra en el enfermo y de allí se derrama a los demás. Tal vez serían amados aunque no existiera el enfermo, pero al existir él y con ocasión de él, el amor se acrecienta, se colorea y se derrama más abundantemente sobre los otros. Algo así debe ocurrir con la preferencia por los pobres” (Tello, La nueva evangelización, 40).<br />
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Si bien ésta es una opción de toda la Iglesia, esto no quita que algunos miembros “haciendo suya la opción de la Iglesia toda, puedan elegir trabajar sobre partes no pobres del conjunto social” (Tello, Nota (f): La opción por los pobres, 27). Aun así, sea cual fuere la función apostólica de cada uno, la preferencia por el pobre debe teñir la vida pastoral de la Iglesia. Tello sostiene que –paradójicamente- no se trata de una opción optativa. Es como la opción por Cristo, si bien la hace cada persona desde su libertad se trata de una elección obligatoria para el cristiano: “la opción requiere libertad física y psicológica pero no necesariamente libertad moral, es decir no-obligatoriedad moral; así lo esencial de la vida cristiana es la opción por Cristo, la cual es opción real y obligatoria, que se renueva -a veces más expresa y solemnemente- en diversas circunstancias, del mismo modo la opción de la Iglesia por los pobres es moralmente obligatoria, y es verdadera opción, renovada expresamente en ocasiones” (ibíd., 13). <br />
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<strong>Conclusión</strong><br />
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A modo de breve recapitulación, digamos que auscultando los sentimientos divinos en la Escritura y en toda la Tradición de la Iglesia encontramos que los pobres ocupan un lugar de privilegio en el corazón de Cristo. Él, varón de dolores, salvó al mundo por su sufrimiento redentor y los eligió para unirlos más a sí y continuar su redención a través de sus vidas cruciformes.<br />
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Los cristianos, llamados a tener los mismos sentimientos de Cristo, también estamos llamados a poner a los pobres en el centro de nuestro corazón. Nuestra fe cristológica nos impulsa a amarlos preferencialmente. Éste es el fundamento de la opción por ellos que hace la Iglesia, que busca en los humildes, en los despreciados, en los murientes, a un Dios que –como decía el cura Brochero- “es como los piojos: está en todas partes, pero está más cerca de los pobres” (E. Bischoff, El cura Brochero, 167).<br />
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<div style="text-align: right;"><em>Enrique Ciro Bianchi</em></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-83966552509060261592010-09-18T17:56:00.001-07:002010-09-18T17:58:41.394-07:00María en América: vida, dulzura y esperanza nuestra<span xmlns=""></span><br />
<div style="text-align: center;"><br />
</div>En aquella mañana de mayo, la plaza tomaba lentamente su ritmo habitual. Sus senderos los surcaban unos pocos trabajadores apurados y dos o tres grupos de niños con guardapolvos. Ninguno de ellos se percataba de la singular escena que se daba en uno de sus bancos. Un hombre de edad avanzada y un joven, manteniendo un diálogo pausado, casi sin palabras. El mayor con la lentitud de quien es dueño del tiempo, el joven con la tensión entre el respeto por el ritmo ajeno y el apuro de saber que sus compañeros lo esperan al otro lado de la plaza. La edad del hombre sería imposible de adivinar, sus ojos pacíficos estaban casi escondidos por las arrugas de un rostro moreno, que a su vez estaba todo cubierto por una indómita barba. El gorro de lana seguramente cubría una cabellera permanentemente despeinada. Las frazadas y algunos bultos diseminados a su alrededor denunciaban a las claras que había pasado la noche –y varias noches- allí. El muchacho se había acercado a conversar con él para invitarlo a un viaje a Luján. El colectivo lo esperaba en la esquina, lo llevarían a visitar a la Virgen a su casa, pasarían el día allí, comerían un asado, y luego lo traerían de vuelta a su plaza. Podía llevar todas sus pertenencias. La respuesta se hacía esperar, la conversación –siempre pausada- derivaba a otros temas: el frío, la belleza de la plaza y cosas por el estilo. Sólo Dios sabe qué pasa por la cabeza de un hombre acostumbrado a recibir golpes al que se le presenta un desconocido que –aduciendo buenas intenciones- lo invita a un subir a un vehículo para llevárselo lejos. Sólo Dios sabe qué cuerda tiene que tocar en un espíritu para engendrar la confianza. Un largo silencio precedió el remate que ya se hacía inminente. Con la mirada perdida, casi entre susurros dijo: "Yo no conocí a mi padre ni a mi madre, a la única que conocí fue a la Virgen", y lentamente empezó a juntar las cosas para el viaje.<br />
Esta historia apenas nos permite atisbar una punta del iceberg que representa el amor entre la Virgen y sus hijos más pobres de América Latina. Son incontables quienes entre los grandes sufrimientos de la pobreza encuentran su único consuelo en el amor maternal de María. Anécdotas de este tipo, fruto del trabajo pastoral entre los más pobres, fecundan estas reflexiones teológicas y las vivifican. Serían como una música de fondo, o mejor: como una foto, que dice más que la radiografía, pero que necesita de esta última para un conocimiento más cabal.<br />
Ya hemos intentado en un artículo anterior (Vida Pastoral 286) bucear entre las raíces históricas de este intenso amor entre la Virgen y el pueblo latinoamericano. Allí descubríamos que la devoción mariana de grandes mayorías de latinoamericanos no es un fenómeno superficial, sino que está fuertemente enraizada en su identidad histórica. En el tintero quedó la presentación de algunos planteos que nos pueden ayudar a comprender y acompañar pastoralmente esta presencia de María en el corazón de nuestro pueblo. <br />
En esta ocasión trataremos de presentar dos aspectos de esta mariología vivida por el pueblo que solía explicar el padre Tello. En primer lugar diremos algo acerca de la significación teológica que encierra una de las devociones más populares en América Latina: la Inmaculada Concepción. Este teólogo cree que el pueblo es profundamente realista en cuanto a la presencia del pecado en su vida, por eso pone fervientemente sus ojos en la Inmaculada, aquella inocente a la que el mal no pudo manchar. En ella encuentra consuelo ante el dolor que causan las heridas del pecado y recupera la inocencia perdida.<br />
Luego trataremos sobre la unidad indisoluble que hay entre Jesucristo y su Madre. Intentaremos presentar una explicación teológica que muestra que las intensas expresiones de cariño a la Virgen que se dan entre los más pobres no son fruto de una fe deformada por <em>marianitis</em> sino que brotan de una verdad mariológica claramente vivida por ellos<em>.</em> Cristo nos dejó a María como madre nuestra, y está tan unido a ella que puede decirse –en sana doctrina católica- que Cristo sólo no existe. Pensar que el hombre puede llegar a Dios uniéndose a un Cristo aislado de María es caer en un falso cristocentrismo. Este prejuicio se ha extendido mucho entre los agentes de pastoral, tal vez por una sutil influencia de la mentalidad protestante. Nuestro pueblo es ajeno a estas discusiones teológicas pero sabe que la Virgen está estrechamente unida a Dios y que al amar a la Virgen está amando a Dios.<br />
Antes de internarnos en el núcleo del artículo hagamos una aclaración de términos. Podrá notar el lector que utilizamos las expresiones <em>pueblo</em> y <em>pobres</em> casi de modo intercambiable. No lo hacemos porque entendamos que sólo los pobres componen el pueblo, sino porque creemos que es verdad lo que dice Puebla cuando enseña que a nuestro pueblo latinoamericano lo caracteriza una cultura que tiene un "real sustrato católico" (412), que está "impregnada de fe" (413) y que se encuentra "de un modo más vivo y articulador de toda la existencia en los sectores pobres" (414). Es lo que algunos teólogos -como Gera y Tello entre otros- han formulado sapiencialmente al decir que los pobres son el corazón del pueblo. <br />
<h1>El misterio de la Inmaculada: fuente de misericordia.</h1>La mayor parte de las advocaciones marianas con las que se evangelizó América Latina corresponden a imágenes de la Inmaculada Concepción. La Virgen de Guadalupe es la Inmaculada, del mismo modo que la Virgen de Luján, la del Valle y la de Itatí. <br />
Esto tiene sus motivos históricos. Aun cuando todavía no había sido declarado el dogma de la Inmaculada Concepción (se decretó en 1854), en España era muy fuerte esta devoción. En el siglo XVI, mientras en Europa se discutía esta doctrina mariológica, en la península ibérica era aceptada entusiastamente, especialmente por franciscanos y jesuitas. Aún más, se propaga entre los fieles y las órdenes religiosas el <em>votum sanguinis</em>, que consiste en comprometerse bajo juramento a defender la doctrina de la Inmaculada Concepción hasta derramar la sangre. Esta España fervientemente inmaculista es la que trajo a nuestras tierras la fe cristiana.<br />
Pero detrás de este dato histórico, hay un contenido teológico muy importante. El misterio de la Inmaculada Concepción nos recuerda el especial privilegio que Dios quiso concederle a María, que fue preservada de la deformación del pecado. La Inmaculada es la máxima expresión humana de la inocencia. El arte barroco lo expresa muy bien, son famosas las pinturas de Esteban Murillo (1617-1682) que presentan a la Inmaculada como una jovencita, radiante por su pureza. Por supuesto que María es sin pecado durante toda su vida, tanto de niña, como al pie de la cruz o en el momento de pasar de este mundo al Padre. A pesar de esto, para representar el misterio de su Inmaculada Concepción se la pinta joven y candorosa, como envuelta en la luz sobrenatural que irradia la plenitud de su gracia, vestida de blanco y cubierta por un manto celeste. Su actitud es de tensión hacia lo alto, se la ve en un movimiento ascensional hacia Dios que resalta la gracilidad de su inocencia, la inocencia de la que no conoció pecado. Además, María en América es siempre jovencita, "Niña mía" la llama Juan Diego.<br />
Esto mismo explicaba Tello en una charla coloquial con algunos sacerdotes: "Cuando Santo Tomás quiere decir qué es virgen dice: es la frescura juvenil; un prado virgen… Es como un prado verde lleno de frescura, de un verdor que no ha sido quemado por el sol. La virginidad para Santo Tomás es el frescor de una vida y es la juventud de una vida. A través de eso va a expresar la virginidad. Y creo que en la Escritura es eso la virginidad… La Inmaculada es la inocencia que aparece juvenil, fresca" (Desgrabación del Encuentro sobre la "Civilización del Amor" en Tapalqué, 14 al 16/2/1977, inédito, en adelante: Tapalqué).<br />
Los hombres y mujeres de nuestro pueblo pobre perciben hondamente esta inocencia absoluta de la Inmaculada. Se saben profundamente pecadores, se sienten gastados por las heridas del pecado, y encuentran consuelo en la que no conoció pecado. Son como un terreno quemado por el sol que anhela la bendición de la <em>nube cargada de agua </em>(cfr. 1Re 18,44)<em>.</em><br />
Claramente queda esto expuesto en un escrito fruto de la charla que antes citábamos: "Nuestro pueblo se sabe y se siente pecador, culpable y digno de castigo. Se sabe pecador como condición propia de su vida, y por eso mira a María. Y mirando a María, invocándole en el 'Ave María purísima' reencuentra la inocencia juvenil que sabe que no tiene. Y vive así su fe, sintiéndose en ella redimido, salvado de su pecado. Y a veces nosotros no llegamos a captar esto, y nos escandalizamos del pueblo, o pretendemos disimularlo; sin darnos cuenta que es más humilde y realista, <em>reconoce su condición pecadora y por eso mismo se goza en profesar su fe en la Inmaculada</em>" (R. Tello, "María Estrella de la evangelización" en <em>Seguimos caminando: aproximación socio-histórica teológica y pastoral de la caminata juvenil a Luján</em>, p.147, en adelante: Estrella).<br />
Pastoralmente esto tiene muchas consecuencias, la vida moderna tiende a perder el sentido del pecado, incluso los pastores muchas veces nos resistimos a ver la presencia del pecado en nuestra gente. La mirada benévola que nos inspira la caridad pastoral puede hacernos caer en la tentación de un romanticismo populista que se encandile con los valores evangélicos de los ambientes populares y olvide sus sombras. En cambio el pueblo es más realista, y porque se siente <em>muy</em> pecador tiene <em>muy</em> presente a la Inmaculada. Desde el barro del pecado eleva sus ojos a la pureza de la Madre Purísima y en Ella de algún modo encuentra consuelo, recupera algo de su inocencia. Al confiarse en la "Reina y Madre de misericordia" el pueblo halla la pureza perdida, esto es profundamente cristiano y de esto se trata la redención: recomponernos de las heridas del pecado y recuperar la inocencia. <br />
Por otra parte, la Inmaculada es también <em>la llena de gracia</em>, la mujer llena del amor de Dios, la que enamora a Dios. Como un artista, que obra inspirado por el amor de una mujer, así Dios obra la creación y la redención enamorado de María. La liturgia aplica a María las palabras de Prov 8,22: "la sabiduría estaba al principio con Dios y jugaba con Dios". Ella está no sólo al principio de la redención, sino también al principio de la creación, inspirado en Ella Dios crea la belleza de la naturaleza. En su graciosa belleza "todo un Dios se recrea". "Nuestro pueblo ve que por la mediación de María la Inmaculada, la llena de gracia, la toda bella, toda la creación está como amasada en el amor de Dios. El amor de Dios se extiende a la creación, a la criatura, a la naturaleza a través del amor a María" (Tapalqué, 9).<br />
Para concluir este apartado, digamos que la Virgen como mujer nos hace más cercano a Dios. Nuestra gente sabe que Dios es Padre y un Padre creador, pero la figura del padre en nuestro horizonte cultural está ligada a la idea de autoridad, de dominio. Esta figura se vincula fácilmente a la noción de señor. Esto hace que se pueda sentir algo lejano a un Dios que es Padre. En cambio la imagen de la madre remite a la ternura, a la comprensión, al cariño, a la accesibilidad, en definitiva a la cercanía. Para Tello, "es Ella la que hace más cercana y benigna la figura de Dios Padre en la gente. El pueblo que se sabe pecador recurre a la ternura de la mujer amada por Dios, y ella, 'vida, dulzura y esperanza nuestra', mueve el corazón de Dios acercándolo a sus hijos. En esta visión, oraciones tradicionales de la Iglesia como la 'Salve' encierran una riqueza siempre actual" (Estrella, 147).<br />
María, entonces, es la <em>Mamita Virgen</em> que nos hace cercana, suave, accesible la figura de Dios Padre, nos muestra el <em>rostro maternal de Dios</em>. A través de su mirada de Madre se derrama toda la ternura del amor de Dios. Ella es la mujer que mueve el corazón de Dios, lo acerca a sus hijos, es la que de algún modo hace de puente. Esta es una verdad que ha calado hondo en el alma del pueblo latinoamericano que le pide fervientemente: "vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos".<br />
<h1>María y Cristo son "uno"</h1>Como venimos diciendo, la devoción a María se expresa intensamente en nuestras tierras. Al contemplar tanto fervor mariano, no faltan quienes creen que el hecho de que las mayores manifestaciones de cariño y devoción sean hacia María es un indicador de que hay una fe "deformada", que le da más valor a la Madre de Dios que al mismo Dios. Como si en la fe vivida por el pueblo hubiera una preeminencia mariana inadecuada, que lleva a rendirle a María un culto de <em>idolatría</em>.<br />
Rafael Tello meditó profundamente sobre esta cuestión. Él no creía que este afecto del pueblo por la Virgen estuviera fuera de quicio. Más bien veía que el pueblo, al amarla tan intensamente estaba mostrando que percibía –por gracia de Dios seguramente- una verdad de fe muy importante: <em>la</em><br />
<em>Virgen</em><br />
<em>María está indisolublemente unida a Cristo</em>. Para el pueblo, Cristo solo no existe, como tampoco existe la Madre separada del Hijo. Esto es algo doctrinalmente ortodoxo y que no siempre entienden quienes juzgan que el pueblo ama "excesivamente" a la Virgen.<br />
En varias oportunidades, explicaba teológicamente como es esa unión indisoluble entre la Madre y el Hijo. Este teólogo sostiene que para la tradición de la Iglesia, Cristo y María son "uno". Por supuesto que mantiene que son personas distintísimas (una es creada y la otra increada) y que de ningún modo esta unidad debe entenderse como una unidad ontológica (ni menos aun como una unión hipostática). Aún así, Cristo se ha unido a todos los hombres, que son miembros suyos, es <em>unum </em>con su Iglesia (cfr. Jn 17,21). En primer lugar, de modo eminente, se ha unido a la Virgen María, la <em>llena de gracia</em>, que fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular" (LG 56).<br />
Parte de esta explicación tiene un fuerte argumento de autoridad. En 1854 Pio IX declara el dogma de la Inmaculada Concepción con la bula Ineffabilis Deus. Allí enseña que Dios estableció "con el <em>mismo decreto</em> el origen de María y la encarnación de la divina Sabiduría". En una conversación del año 2000 en la que Tello comentaba esta bula papal decía: "<em>Esto significa lo siguiente: que cuando Dios mira a Cristo y determina que Cristo exista, en el mismo momento, en el mismo acto intelectual con que lo ve y lo determina a Cristo, la ve y la determina a la Virgen. (Habría mucho que explicar sobre esto). Cristo no existe en la mente de Dios, que es el modo principal de existir, sin la Virgen. Cristo lo que es, es según la concepción de Dios. Todo lo que es Cristo, es lo que Dios ha concebido y ha querido para Cristo. Y Dios ha concebido a Cristo junto con María. Por eso yo digo esa fórmula: Cristo no existe sin María. No existe en la mente de Dios. No existe el concepto mismo de Cristo Ungido como Mediador sin María</em>." <br />
Dios mismo la ideó a María y la quiso unida a Cristo de modo estrechísimo e indisoluble. Y el hombre no ha de separar lo que Dios ha unido. Esta unidad tan fuerte entre Cristo y María es lo que el pueblo conoce -sin atinar a formularlo- y expresa en sus devociones marianas. Ese "Dios y la Virgen"<em><br />
</em>siempre a flor de labios en nuestro pueblo es un signo elocuente de esto. <br />
Un segundo argumento es más especulativo. Parte de considerar que Cristo y María son el fin de la vida del hombre. Para ello explica que Dios es la bienaventuranza eterna, la salvación misma. Y Cristo, que es Dios y hombre, en cuanto Dios es término de nuestra salvación y en cuanto hombre es medio, agente, autor de nuestra salvación. La segunda persona de la Trinidad se hace hombre "por una ligazón libremente asumida, pero irrevocable e indestructible y en adelante eterna, con la Virgen María, Madre del Verbo" (R. Tello, "La fe", en <em>El cristianismo popular según las virtudes teologales</em>, inédito, 1996, n° 107). Tanto es así, que la Iglesia venera a María como Madre del mismo Dios. Frente a quienes decían que la Virgen era sólo madre de Jesús como hombre (<em>Christo-tokos </em>o <em>anthropo-tokos</em>) y no de Dios, el Concilio de Éfeso en el año 431 enseña que a María propiamente se la puede llamar <em>Theo-tokos, </em>que significa Madre de Dios. Su relación de maternidad no es sólo con la naturaleza humana de Cristo, sino también con la persona divina del Hijo. Esta relación hace que Ella esté <em>real y profundamente unida</em> a una persona divina que es término de nuestra vida, que es nuestra salvación misma.<br />
"A Cristo le fue dada por el Padre la salvación, para que Él, Dios-hombre, sea la salvación misma y para que Él la realice. Pero con Cristo y siendo 'uno' con Él, puso a la Virgen para que sea también parte de la salvación y para que sea parte en su realización, ella es participadamente <em>término y medio</em>" (R. Tello, <em>Amor al prójimo</em>, inédito, 1994, n° 87).<br />
En su gran amor a María, nuestro pueblo la ve junto a Dios, "como formando parte del complejo divino que da el sentido último de la vida del hombre" (ibid, n° 89). Además, también la percibe como "medio excelso y singular de salvación, pues la madre no abandona a sus hijos y está siempre con ellos" (ibid, n° 89).<br />
Esta interpretación de la viva devoción mariana de los más humildes de nuestra tierra es la que lo lleva a Tello a afirmar que "la posición de nuestro pueblo con respecto a la Virgen -a la que ve siempre del lado de Dios a quien con razón considera principio y fin o término de la vida- es pues plenamente ortodoxa y en cierta manera es más verdadera que otras posiciones que también se dan en la Iglesia y que consideran a la Virgen <em>prácticamente</em> sólo como medio para la salvación" (ibid, n° 89).<em><sup><br />
</sup></em><br />
<h1>Riqueza de la mariología vivida por el pueblo</h1>A modo de cierre presentemos una bella intuición del teólogo que venimos siguiendo. <br />
Todos sabemos que ningún hombre puede comprender totalmente a Dios. Tampoco ningún pueblo puede hacerlo. En estos dos mil años de historia, cada pueblo que fue recibiendo el evangelio lo fue viviendo según sus modos culturales y fue descubriendo distintos aspectos del mismo. En este proceso, la Iglesia se va enriqueciendo y conociendo nuevos aspectos de la Revelación que ya estaban implícitos desde los comienzos. Esto no siempre se da pacíficamente, los Hechos de los apóstoles nos muestran de modo patente la conmoción que produjo para la iglesia judeocristiana la aparición de una iglesia de los gentiles, y también las innumerables riquezas que eso le trajo.<br />
En esta línea, Tello sostiene que el cristianismo popular americano trajo a la Iglesia una ampliación del conocimiento y la sabiduría de las cosas de Dios. Entre las nuevas vetas del evangelio que supo encontrar el cristianismo popular se encuentra su relación con la Virgen. Lo que el pueblo sabe de María, no es sólo lo que recibió de la Iglesia española, sino que también la fue conociendo de un modo nuevo y más profundo –por obra del Espíritu Santo- en estos cinco siglos de amorosa relación con Ella.<br />
Todo lo tratado en estos dos artículos intenta ser una mirada hacia esa riqueza que nuestro pueblo aporta a la Iglesia universal para ayudar a encontrar acciones pastorales que la fecunden y la hagan más viva. Ante esta realidad, los agentes de pastoral podemos negarla y combatirla, como los judaizantes de los Hechos que desconocían la obra de Dios entre los gentiles. O podemos ayudarla a desplegarse, afirmando a nuestro pueblo que sabe –no racionalmente sino sápidamente, por sabiduría- que la Virgen es el medio más cercano para ir a hacia Dios y que el cristiano es de la Virgen; como lo decía apasionadamente el fiel esclavo de la Virgen de Luján: <em>Soy de la Virgen, nomás.</em><br />
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<div style="text-align: right;">Enrique Ciro Bianchi.</div><div style="text-align: right;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-38640525770042015982010-04-18T13:22:00.001-07:002010-05-13T15:25:29.396-07:00América Latina, tierra de la Virgen<span xmlns=""></span><br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Crecía la ansiedad a medida que los misioneros se acercaban a aquel pequeño pueblo enclavado en los cerros catamarqueños cercanos a Fiambalá. Terminaban una misión de la Virgen llevándola los dos últimos días al paraje más alejado del valle, tanto que apenas habían podido avisar por la radio que llegarían esa mañana. ¿Se habrán enterado que venía la visita de la Virgen? ¿Cómo nos recibirán? Luego de repechar la última cuesta se disiparon las dudas, a doscientos metros, en la entrada misma del pueblo podía verse un nutrido grupo de serranos. Una multitud si pensamos que el pueblo no pasa las treinta casas. Jinetes con banderas argentinas y un estandarte de Nuestra Señora del Valle, una hermosa imagen de esta Virgen morena que llevaban entre cuatro personas, un par de músicos que animaban al grupo con un acordeón y una caja, y hasta los niños de la escuela con la directora y el maestro. Los hombres con respetuoso ademán se quitaban el sombrero para recibir a la Virgen, las mujeres con pañuelos apretados en sus manos se secaban las lágrimas. Todos querían llevarla sobre sus hombros, todos querían que entre a sus humildes casas para que les deje la bendición que estaban seguros que Ella les traía. La emoción y la alegría eran los dueños del momento. Similar escena –con el agregado de un discurso y mayor cantidad de lágrimas- pudo verse a los dos días, al despedir a la Virgen que volvía a sus pagos en Luján. </div>Ante una experiencia así, quienes creemos que la pastoral debe estar guiada por la reflexión teológica no podemos menos que volvernos rumiando miles de preguntas: ¿Qué es eso tan fuerte que se da entre la Virgen y los pobres? ¿Cómo acompañarlo desde la pastoral? ¿Es verdadera religiosidad cristiana? ¿No será acaso un impulso casi supersticioso propio de personas que viven en un estado pre racional? Esta explicación tal vez parezca convincente para quien se pregunte sobre estas cuestiones desde lejos y superficialmente. Pero no parece una respuesta que satisfaga a un espíritu que se haya acercado a los pobres y a sus vidas con verdadera caridad pastoral. ¿Por qué no pensar mejor que la Virgen los quiere con un cariño especial y que los atrae con amor de madre para llevarlos a Dios? ¿Se puede aceptar que Dios atrae a los pobres por caminos distintos a los que elegiríamos los agentes de pastoral? ¿Por qué no ver en esa intensa devoción un impulso de la gracia divina? <br />
Creemos que hay argumentos –históricos y teológicos- suficientes para sostener que la Virgen quiere a los más humildes de estas tierras con un amor especial. Con una mirada desde "la cercanía que nos hace amigos de los pobres" (Aparecida 398) no es difícil percibir que en la mayoría de los casos, en sus luchas cotidianas nuestro pueblo pobre se confía a la Madre del cielo. En Ella buscan consuelo, esperanza, fuerza para seguir adelante. Es frecuente en nuestro continente ver en los santuarios o en las ermitas de las ciudades quienes se detienen a contemplar con "una mirada entrañable a una imagen querida de María" (Aparecida 261). Puede decirse que la Virgen vive de un modo especial en el corazón del pueblo latinoamericano. Ella es la mujer llena de Dios, la primera discípula de Jesús, es lógico que haga suyo el "Felices ustedes, los pobres" (Lc 6,20) de su Hijo. Ella les toca el corazón, los llama, los reúne como hermanos y les da el consuelo necesario para los sufrimientos de la vida. En el dolor, en la angustia, Ella les repite incansablemente al oído: "No se turbe tu corazón… ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?" (Nican Mopohua, 118-119).<br />
Sobre este camino discurrirán las reflexiones de este artículo, intentaremos meditar sobre las riquezas de esta providencial relación entre la Virgen y los pobres para iluminar así nuestra acción pastoral con ellos. Puestos a tratar de este tema es mucho lo que podría decirse. En este primer artículo –que esperamos completar con un segundo- recorreremos las raíces históricas de esta fuerte presencia mariana en nuestro continente y sus consecuencias. En primer lugar repasaremos rápidamente algunos hechos marianos que resultaron significativos para la evangelización de América Latina. Luego presentaremos algunas reflexiones que nos suscitan estas historias. Esto lo haremos por tres senderos, comenzaremos por decir algo acerca del nuevo modo cultural de vivir la fe que nace en Latinoamérica y el lugar central que le otorga a María. Acto seguido veremos cómo la Virgen ejerce su vocación maternal reuniendo a sus hijos alrededor suyo y va gestando en su seno a un pueblo nuevo. Por último, diremos algo sobre las imágenes religiosas y su importancia en la evangelización.<br />
<h1>1. Causas históricas de la fuerte devoción mariana de nuestro pueblo</h1>Si repasamos la historia vemos que la Virgen María, a través de sus distintas advocaciones, está muy presente en el proceso histórico de Latinoamérica. Esto puede verse desde sus más remotos inicios. Lo atestigua la invocación "Jesús con María sea nuestra salvación en el camino" de Colón y su tripulación al partir del puerto de Palos el 3 de agosto de 1942, el rebautizo de la nave principal como "Santa María" y la profunda devoción mariana de estos primeros expedicionarios que al llegar a tierra "daban gracias a Dios y dijeron, cantada, la Salve Regina con otras coplas y prosas devotas que contienen alabanzas de Dios y nuestra Señora" (Bartolomé de las Casas, <em>Historia de las Indias</em>, lib.III, cap.131).<br />
En 1531, pocos años después de la llegada de los españoles se iba anunciando el futuro mestizaje, en las calles de Tenochtitlán deambulaban abandonados los primeros niños mestizos, "buscando de comer lo que dejan los puercos y los perros". Es ahí cuando, en la tilma del indio Juan Diego se aparece milagrosamente la Virgen de Guadalupe tomando el rostro de los más sufridos: un <em>rostro</em><br />
<em>mestizo</em>. En esa misma década –y como consecuencia de esta aparición- comienzan los indios a acudir masivamente a pedir el bautismo. Un cronista de la época cuenta que "eran tantos los que en aquellos tiempos venían al bautismo, que a los ministros que bautizaban, muchas veces les acontecía no poder alzar el brazo" (Mendieta, <em>Historia eclesiástica indiana</em>, 266).<br />
Desde Guadalupe la presencia de la Virgen se extenderá a todo el continente. Muchas veces se repetirá la dinámica interna de este acontecimiento: una manifestación sobrenatural –o tomada como tal- de la Madre de Dios vinculada a los españoles que expresa la preferencia maternal de María hacia los más pobres y de algún modo atrae y convierte a los indios. El inca Garcilaso de la Vega nos relata cómo en 1536 la Virgen –que luego se llamaría de la Descensión- con el resplandor de su belleza rinde a sus pies a indios de los más salvajes de Cuzco. Cuando un grupo de ellos se preparaba para atacar y degollar a los cristianos "se les apareció en el aire Nuestra Señora con el niño Jesús en brazos, con grandísimo resplandor y hermosura, y se puso delante de ellos; los infieles, <em>mirando aquella maravilla quedaron pasmados</em>; sentían que les caía en los ojos un polvo, ya como arena, ya como rocío, con que se les quitó la vista de los ojos que no sabían donde estaban" (Garcilazo, <em>Comentarios reales</em>; 2ª. Parte, lib. 1ª cap. XXV, 589). Luego describe el cariño y la devoción que le tomaron esos temibles indios: "viendo que la Virgen María <em>los venció y rindió con su hermosísima vista</em> y con el regalo del rocío que les echaba a los ojos, <em>le cobraron tanto amor y afición</em> que, no contentos de oír a los sacerdotes los nombres y renombres que a la Virgen le dan en la lengua latina y castellana, han procurado traducirlo en su lengua y añadir los que han podido, por hablarle y llamarle en la propia lengua… dícenle 'Mamanchic' que es Señora y Madre nuestra; 'Coya': Reina; 'Ñusta': Princesa de sangre real; 'Zapay': Única; 'Yurac Amancay': Azucena Blanca; 'Chasca': Lucero del Alba; 'Citoccoyllor': Estrella resplandeciente; 'Huc hanac': sin pecado; 'Mana Chancasca': No tocada, que es lo mismo que inviolada; 'Tazque': Virgen pura; 'Diospa Maman': Madre de Dios; también dicen 'Pachacamacpa Maman' que es madre del Hacedor y sustentador del Universo. Dicen 'Huac Chacuyac' que es amadora y bienhechora de pobres..." (ibid., 591).<br />
En 1651 la Virgen con el niño en brazos se le aparece al cacique de una tribu indígena de Venezuela, los coromotos. Ella le habla en su idioma y lo manda "al sitio donde viven los blancos para recibir el agua sobre la cabeza y así ir al cielo". Hoy la Virgen de Coromoto es patrona de Venezuela.<br />
También aquí en Argentina aun se veneran advocaciones que rondan los cuatro siglos. Entre las más conocidas están <em>Nuestra Señora de Luján</em>, <em>Nuestra Señora de Itatí</em>, <em>Nuestra Señora del Valle, </em>la <em>Virgen del milagro de Salta, Nuestra Señora del Rosario del Milagro</em> en Córdoba y <em>Nuestra Señora de la Consolación</em> en Sumampa.<br />
Detengámonos un poco en lo referente a la Virgen de Luján ya que se trata de la patrona de la Argentina. Allá por 1630 se queda milagrosamente a orillas del río Luján, en la desolación de la pampa. Los testigos del milagro fueron unos simples troperos, muy probablemente contrabandistas, y un negro esclavo llamado Manuel. Desde allí, en una humilde ermita cuidada por este esclavo, reparte gracias a devotos que vienen de muchos lugares, en su mayoría gente pobre que pasaba su vida en parajes muy desamparados. En 1674 esta pequeña imagen de la Inmaculada es trasladada por Ana de Matos –una viuda adinerada pero de no muy buena reputación en sociedad- a sus tierras, donde hoy es Luján y se va formando un caserío alrededor de ella. Al amparo de su calor de madre se va nucleando un pueblo formado sobre todo por humildes campesinos. "Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta villa" reza la rayera que se le colocó en 1887.<br />
Nuestra historia como argentinos está profundamente marcada por las gracias que la Virgen nos concedió desde Luján en estos casi cuatrocientos años. En los albores de nuestra independencia, cuando Pueyrredón tuvo que reclutar una tropa para resistir a las invasiones inglesas fue a Luján. Allí juntó hombres y luego de participar con su improvisado ejército de una misa ante la sagrada imagen partió a pelear. Llevaba un estandarte en una de cuyas caras estaba retratada la Pura y Limpia Concepción y cada uno de ellos usaba como protección cintas azul y blanca que consiguieron en el santuario y se llamaban <em>medidas de la Virgen</em>, por ser cortadas de la altura de aquella imagen y ser del color de su manto. También Belgrano pasó con su ejército en 1810 cuando se dirigía al Paraguay. Desde allí llevó una imagen de Nuestra Señora de Luján que lo acompaño en toda la expedición. Es conocida la devoción de Belgrano por la Inmaculada, que era la Patrona Universal de España y de las Indias y cuyos colores distintivos son el azul-celeste y blanco, los mismos que eligió el prócer para nuestra bandera. Este mismo general, poco tiempo después le entregaría su bastón de mando a la Virgen de la Merced y la proclamaría como generala del Ejército.<br />
Ya en el siglo XX, en 1930, al cumplirse el tercer centenario del milagro de Luján en nuestras tierras el pueblo argentino la jura como patrona y se encomienda a su protección, para tenerla como primera intercesora y modelo. Algunas de las palabras más bellas que se han dicho sobre la Virgen de Luján y la Argentina salieron de la boca de Pío XII. Este Papa, que fue quien declaró el dogma de la <em>Asunción de María</em>, visitó la Basílica de Luján algunos años antes de ser elegido Sumo Pontífice. Su nombre era Eugenio Pacelli y vino como legado pontificio para el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Argentina en 1934. Trece años después, ya siendo Papa, recordaba esta visita diciendo: <em>"Aquel Santuario cuyas dos torres, como dos gritos de júbilo que suben al cielo, nos saludaban ya desde el horizonte. Fue Ella la que quiso quedarse allí, pero el alma nacional argentina había sabido comprender que allí tenía su centro natural. Y al entrar en aquellas espaciosas naves, al ver las banderas que Belgrano ganó en Salta o la espada que San Martín blandió en el Perú, al leer los mármoles que recuerdan la solemne coronación de 1887 —la primera en América— o el reconocimiento de su Patrocinio sobre las tierras Del Plata de 1930, al subir a aquel camarín, tan rico como devoto, entonces, sólo entonces nos pareció que habíamos llegado al fondo del alma grande del pueblo argentino."</em> (Radiomensaje a la Argentina con motivo del I Congreso mariano Nacional de 1947)<em><br />
</em><br />
<h1>2. Algunas reflexiones a partir de la historia</h1><h2>2.1 Lugar central de la Virgen en el cristianismo popular. </h2>Como vemos al repasar la historia, la profunda devoción hacia la Virgen que hoy vive nuestro pueblo no puede considerarse un fenómeno superficial, sus raíces se extienden por más de cinco siglos. Más bien lo que podríamos entender como superficial es la aversión e indiferencia hacia María que ha crecido entre algunos por la prédica agresiva de determinadas sectas y grupos pentecostales. La historia nos muestra claramente que nuestra Madre del cielo tuvo un rol protagónico en el proceso histórico por el que se fue gestando América Latina.<br />
Aquí, como fruto del mestizaje entre el indio y el europeo, y del anuncio del evangelio a ellos, nace una <em>nueva forma cultural de vivir la fe cristiana</em>, Puebla lo llama una "originalidad histórica cultural" (Puebla 446). Este pueblo mestizo desciende de los primeros aborígenes, que tomaron la fe del español, aunque no tomaron su modo de vida. Los hombres y mujeres de este nuevo pueblo no viven la fe cristiana según las formas culturales traídas de Europa sino que la viven en el marco de su cultura propia, viven un "catolicismo popular" (Puebla 444) en el que la devoción a María ocupa un lugar de privilegio.<br />
Cabe aclarar que por <em>catolicismo</em><br />
<em>popular</em> o <em>cristianismo popular </em>no debe entenderse que los pobres viven un cristianismo devaluado o de segunda, en el que –por laxitud o por indulgencia- se recortan algunas exigencias para que esté al alcance de sus limitaciones. Para responder esta objeción, Aparecida nos advierte que "no podemos devaluar la espiritualidad popular, o considerarla un modo secundario de la vida cristiana, porque sería olvidar el primado de la acción del Espíritu y la iniciativa gratuita del amor de Dios" (Aparecida 263, ver Vida Pastoral 282, <em>El tesoro escondido de Aparecida: la espiritualidad popular</em>). En estos cinco siglos de cristianismo en nuestras tierras el Espíritu Santo ha guiado a millones de latinoamericanos hacia el Padre por estos caminos, si queremos pensar una pastoral eficaz no podemos ignorar este hecho. <br />
Rafael Tello es un teólogo argentino que ha reflexionado ampliamente sobre estas cuestiones y cuyas intuiciones son las que le dan sustancia a este artículo. Al estudiar la primera evangelización ve que uno de los cauces que llevaron el agua del evangelio que luego lo inundó todo fue el anuncio de la Virgen María. Lo mismo enseña Puebla cuando afirma que "en nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado, presentando a la Virgen María, como su realización más alta" (Puebla 282). También sostiene este teólogo que mirando el proceso histórico puede decirse que fue la Virgen la que evangelizó al indio y al pobre. Por eso, en la Virgen María está la clave de la nueva evangelización de América Latina y en el tercer milenio Ella debe seguir siendo la estrella de la evangelización (cf. R. Tello, <em>La Nueva Evangelización, </em>26-32).<br />
<h2>2.2 María es la Madre que reúne sus hijos</h2>Cuando había llegado la hora en que consumaría la obra del Padre, pocos segundos antes de proclamar que <em>todo se ha cumplido </em>y entregar su espíritu, Jesús nos deja a su Madre como Madre nuestra. Ese "Ahí tienes a tu Madre" (Jn 19,27) que pronuncia en la cruz es mucho más que una preocupación piadosa de Jesús hacia su Madre. Como explica R. Brown se trata de una <em>fórmula</em><br />
<em>de</em><br />
<em>revelación</em>: "En estas fórmulas, el personaje que habla revela el misterio de la especial misión salvífica que habrá de asumir aquél a quien se dirige (por ej. Juan Bautista. 'He aquí al Cordero de Dios' o en sinópticos: 'Tú eres Pedro'). La filiación y la maternidad que se proclaman de este modo desde la cruz tienen un valor definido en los planes de Dios y guardan relación con lo que acontece al ser elevado Jesús sobre la cruz. El versículo que sigue en Juan a este episodio sugiere que hay en todo ello un significado más profundo: 'Después de esto sabiendo Jesús que todo quedaba terminado'. La decisión tomada por Jesús con respecto a su Madre y al discípulo amado viene a completar la obra que el Padre le había encomendado y sirve para dar cumplimiento a la Escritura" (Brown R., El evangelio según San Juan, 1220). <br />
En estas últimas palabras de Jesús, la tradición católica ha interpretado que se nos revela la maternidad espiritual de María sobre los creyentes. Al pie de la cruz, en <em>la hora</em> en que somos creados de nuevo, somos engendrados –ahora sí con dolores de parto- como hijos de la Virgen. Cristo nos "atrae a todos hacia sí" (Jn 12,32) y nos envía hacia ella: "Ahí tienes a tu madre". Vamos a María porque es la voluntad de Dios y en Ella encontramos a Cristo. Es así que los pueblos de América Latina han aprendido a ir "A Cristo por María". A esta conocida fórmula, se la puede complementar con la expresión "Por Cristo a María", ya que recurrimos a María porque Cristo así lo manda.<br />
El indio repentinamente ve destruido su orden social por la conquista y queda sometido a un régimen que lo esclaviza en la mayoría de los casos. Ante una situación que se le presenta como irreversible, poco a poco va encontrando un lugar a través del bautismo y de la Virgen. Sin entrar en los juicios que podrían hacerse sobre este nuevo orden podemos decir que gracias a la fe cristiana el indio puede volver a construir un universo simbólico a su alrededor. En el desamparo total en que se encuentra en este nuevo contexto encuentra el regazo protector de la Madre del cielo y a ella se entrega. Lo ejemplificaba claramente el caso que referíamos de los indios de Cuzco, en la desolación de la guerra encuentran refugio en la deslumbrante belleza de María, a Ella se rinden, y en torno a Ella todo comienza de nuevo. Por el bautismo al indio se le da una identidad y se le reconoce un lugar –el último, pero un lugar- en este nuevo orden social. Esta identidad se ve fortalecida con el sentirse hijos de la Virgen, cuando querían dar a conocer que eran cristianos decían: "Santa María". Es por mediación de Ella que el indio vuelve a sentirse parte de una comunidad histórica.<br />
Esta solicitud maternal de la Virgen hacia los pobres de estas tierras también lo atestigua el milagro de Luján al nuclear un pueblo alrededor suyo. Lo mismo se da en Itatí -que nace en torno al lugar donde se halló la sagrada imagen- y en innumerable cantidad de lugares de América Latina. Juan Pablo II decía al inaugurar la Conferencia de Santo Domingo que "en los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo". Este pueblo, profundamente mariano, toma cuerpo al calor de la protección maternal de la Virgen, se va gestando en su seno. Visto bajo esta luz, de la Argentina puede decirse que la Virgen es "la primera fundadora de esta nación".<br />
<em>2.3 Las imágenes marianas y la evangelización</em><br />
Otro elemento que salta a la vista al recorrer las raíces históricas de la devoción mariana de nuestro pueblo es que las imágenes religiosas –especialmente las marianas- jugaron un papel muy importante en la evangelización de América. Para el pueblo, la Virgen no es simplemente María considerada universalmente. El pueblo reconoce a la Virgen en advocaciones concretas, ligadas a su proceso histórico y generalmente relacionadas de modo milagroso a un lugar. <br />
Las imágenes de la Virgen entran a formar parte de la identidad histórica de cada población. De tal modo, que Puebla enseña que la identidad latinoamericana "se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guadalupe que se yergue al inicio de la Evangelización" (DP 446). La devoción mariana es parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo y eso se representa claramente en sus fiestas. Esto es muy notable en las comunidades de bolivianos, peruanos y paraguayos que viven en Argentina, traen sus imágenes religiosas y recrean sus identidades alrededor de sus fiestas.<br />
Esto se debe a que históricamente el hombre de nuestro pueblo ha recibido la fe a través de las imágenes. Al igual que el indio –luego el mestizo y hoy el criollo- conoce mejor de un modo simbólico que de un modo abstracto. Generalmente, no llega al conocimiento de las realidades espirituales por el camino de razonamientos abstractos, más bien lo hace a través de la carga simbólica presente en las cosas sensibles. Es así que la imagen le "dice" más que mil palabras. Mirar un crucifijo le dice que Jesús murió por todos y que su amor es más fuerte que la muerte. Contemplar la belleza de una imagen de la Virgen le hace conocer la providencia maternal de Dios y pregustar la fiesta del cielo. Llevar sobre el pecho la medalla de un santo lo hace sentirse revestido de su protección. De este modo, las imágenes religiosas ofrecen un camino simbólico para aprender las verdades de la fe que es más fácilmente transitado por nuestro pueblo. Esto es algo que no podemos ignorar a la hora de pensar una catequesis en ambientes populares.<br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhV7L6cwzdKi2IvLbaJ7ETLWnnirYh3NwtpehF7earHTj0C5sRjSN3uz5HMIQw130zx7Sead1n_ZYuOxZKaIezqh1Sas347DJ7DRpaqV_8ku0zuPoJhyL3YzyONHJ-CP_OfULzW0pVMDoN/s1600/Negro+Manuel.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; cssfloat: right; cssfloat: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhV7L6cwzdKi2IvLbaJ7ETLWnnirYh3NwtpehF7earHTj0C5sRjSN3uz5HMIQw130zx7Sead1n_ZYuOxZKaIezqh1Sas347DJ7DRpaqV_8ku0zuPoJhyL3YzyONHJ-CP_OfULzW0pVMDoN/s320/Negro+Manuel.jpg" tt="true" /></a>La importancia de las imágenes para la evangelización está largamente atestiguada en la tradición de la Iglesia. Ya el II Concilio de Nicea (año 787) decía que "el honor de la imagen, se dirige al original, y el que adora una imagen, adora a la persona en ella representada" (Dz 302). Creemos que esto mismo es lo que vive intensamente el pueblo latinoamericano. Ante las efusivas muestras de amor a la Madre que pudimos ver en aquellos serranos catamarqueños, no parece desproporcionado pensar que tanto cariño y tanta emoción brotan del sentimiento de estar ante la mismísima Virgen en persona.</div><h1 style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">3. Conclusión </h1><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Al terminar estas reflexiones digamos que esperamos que este artículo tenga una segunda parte. Como ya hemos dicho al pasar, la sustancia de este escrito se basa en intuiciones originales del padre Tello. Él meditó largamente estas cuestiones y son muchas sus ideas a este respecto que aun quedarían por desarrollar. Tal vez –esperemos que Dios y la Virgen así lo quieran- pueda hacerse un segundo artículo presentando temas como la fuerza que toma la devoción a la Inmaculada en un pueblo que se sabe pecador y la respuesta que ofrece este teólogo a la pregunta:<em> ¿no es idolatría tanta veneración a la Virgen?</em></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Por último, recordemos que estas páginas tienen por principal objeto el iluminar la acción pastoral entre los más pobres. En el marco de la Misión Continental que convoca Aparecida creemos provechoso el esfuerzo por conocer los cauces por donde fluye este amor tan especial de la Virgen hacia sus hijos más humildes, a quienes guardará siempre en sus ojos como guarda a Juan Diego reflejado en sus pupilas. Y esperamos, y hacemos votos, para que este conocimiento nos impulse a gozarnos en la vida cristiana de nuestro pueblo, que responde a la mirada compasiva de María ofreciéndole filialmente "alma, vida y corazón".</div><div style="text-align: right;"><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Enrique Ciro Bianchi</div></div><div style="text-align: right;"><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><a href="mailto:qbianchi@hotmail.com">qbianchi@hotmail.com</a></div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-9957463292742320022010-03-18T18:15:00.001-07:002010-03-18T18:20:31.688-07:00“La Virgen, el indio y el obispo”<span xmlns=''><h2><span style='font-size:11pt'>Resumen del "nican mopohua" con comentarios linguisticos y pastorales<br /></span></h2><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Nos basamos en el Nican Mopohua. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Está fuera de toda discusión la autenticidad del texto original.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Por no conocer la lengua nahuatl, no podemos ahondar en el análisis del sentido original. La traducción adoptada, aunque es la última, parece usar distintas palabras para el mismo término nahual. No desarrollamos tampoco el simbolismo de los números, e imágenes del mundo indígena. Ni el estudio de la imagen impresa en el ayate. Es solo un intento de reflexión pastoral sobre ese documento llamado el evangelio de América. Supone la fe en el texto sagrado. Y su comprension desde el designio salvador de Dios. No se lo analiza entonces desde el enfoque puramente linguistico o cultural (que es casi inconmensurable), sino desde una visión pastoral que apunta a la salvación.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>La Virgen</strong> es la intervencion salvadora de Dios en un momento y lugar de la historia humana.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>El indio</strong> es el habitante de América, no el indígena virgen, sino ya destruido en su vida social por la conquista y cristianizado en lo esencial (bautizado). Es la raíz de ese cristianismo popular que perdura hasta hoy. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>El obispo</strong>, aunque admirable como persona, manifiesta la estructura eclesial, que ligada al poder político trasmite la verdadera fé al aborigen, pero destruyendo su cultura, y queriendo imponer una cultura eclesial ligada a la española.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt; text-decoration:underline'>Nota a la traducción :<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>[Fue escrito en elegante náhuatl poco antes o poco después de la muerte de Juan Diego entre 1540-1545, por el indio noble y sabio don Antonio Valeriano (1520-1605). Se reconoce como fuente de información al mismo Juan Diego (1474-1548), quien fue contemporáneo del padre de Valeriano y conocido de éste. Valeriano tendría once años de edad en la fecha de las apariciones y veintiocho a la muerte de Juan Diego. El original fue escrito sobre papel hecho con palma de maguey, como los antiguos códices aztecas. La presente traducción del náhuatl la ha realizado el Sr. Pbro. Don Mario Rojas Sanchez, sacerdote de la diócesis de Huejutla; de él también es la división en versículos (cuya numeración acá omitimos) hasta lograr 218, para puntualizar los sentidos. El P. Mario Rojas se ha dedicado desde su juventud a los estudios del náhuatl clásico, de la historia, los documentos y los monumentos de las razas prehispánicas, en especial de la nación azteca.]<br /></em></span></p><h2><span style='font-size:11pt'>Introduccion de Fray Mamerto Esquiú:<br /></span></h2><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>"Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe es el hecho que más que ninguna otra cosa ni con más honor y consuelo merece la calificación de <span style='text-decoration:underline'>Americano</span>!<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Los prudentes del siglo, los que explotan en beneficio propio todo lo que es del público, se burlarán de tan insípida y extraña expresión! Pero yo que soy hijo de la América y que no cedo a nadie en amarla y que mi corazón late de puro entusiasmo por la dignidad del hombre y de los Pueblos, porque creo y amo la dignidad infinita de Jesucristo, sí, con el más vivo sentimiento de honor nacional, de consuelo y sin ruborizarme repito: La Virgen de Guadalupe es Un hecho eminentemente Americano!"<br /></span></p><h2><span style='font-size:11pt'>Texto del nican mopohua ("aquí se narra..")<br /></span></h2><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Aquí se cuenta, se ordena, cómo , hace poco, milagrosamente se apareció la perfecta Virgen Santa María Madre de Dios, nuestra Reina, allá en el Tepeyac de renombre Guadalupe.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Primero se hizo ver de un indito, su nombre Juan Diego; y después se apareció su preciosa Imagen delante del reciente Obispo Don Fray Juan de Zumárraga.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Ya en este título del "evangelio de América" se plantea el contenido de todo el relato desde la diferencia de culturas (india y española) y la contraposición socio-religiosa (indito y Obispo). Temas que se repetirán a lo largo del relato. La Virgen es llamada ya "nuestra Reina". El Tepeyac ha sido renombrado por los españoles: Guadalupe. El indio es llamado por el nombre de su bautismo. El mismo nombre con que lo llamará la Virgen. La Virgen se deja ver por el indio. El obispo solo verá su imagen.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando ya estaban depuestas las flechas, los escudos, cuando por todas partes había paz en los pueblos.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>La guerra era un aspecto simbólico y real del funcionamiento de la sociedad azteca. Por eso al decir que se suspendió la guerra, se está significando también que "se acabó nuestra sociedad, se acabó nuestra nación".<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>No es la paz del orden sino de los cementerios. La Virgen se va a manifestar a un pueblo oprimido y destruido en su vida social. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento de Aquel por quien se vive: el verdadero Dios.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Lenguaje de las flores, típico de la civilización azteca. <span style='text-decoration:underline'>Ipalnemohuani</span>: Dios azteca "Aquel por quien vivimos"<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El Dios de los indios está vinculado a <span style='text-decoration:underline'>esta vida.</span> La flor y el canto son modos de comunicación de lo divino.<span style='text-decoration:underline'><br /> </span></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>En aquella sazón, el año 1531, a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un indito, un pobre hombre del pueblo, Su nombre era Juan Diego, según de dice, vecino en Cuauhtitlán.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Cuauhtitlán: "lugar donde abundan las águilas". El nombre original de Juan Diego era Cuauhtlatoatzin: "el que habla como águila".Había entre los aztecas guerreros tigre y guerreros águila.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La numeración del tiempo ya no es azteca sino española y cristiana. Según datos históricos Juan Diego tenía 57 años de edad y 7 de cristiano en ese momento. Es un <em>macehual</em>, en la estructura social mexica, es decir no de la clase alta, pero con parcela de tierra que cultivaba y cuyo producto vendía en el mercado. Los mexicas recibían una educación esmerada. Ser un pobre hombre de pueblo, un indio no le quita dignidad.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>[...]Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepayac ya amanecía. Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus voces, como que les correspondía el cerro, sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del </strong>coyoltótotl<strong> y del </strong>tzinitzcan<strong> y al de otros pájaros finos.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>El canto, al igual que las flores y junto con ellas , son señal de las comunicaciones de Dios. "Flor y canto" (in xóchitl in cuicatl) la verdad y la belleza. "Se estableció el canto. Se fijaban los tambores. Se decía que así principiaban las ciudades; existía en ellas la música". <br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre sueños? ¿Dónde estoy? ¿Donde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento? ¿Acaso en la tierra celestial?<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Por el símbolo de la flor como verdad, al decir que el Tepeyac es xochitlalpan ("lugar donde abundan las flores"), se nos declara que es el lugar de la verdad. Tonacatlalpan: ("el lugar de nuestra carne"), se refiere al lugar de donde todos procedemos. Tomoanchan: lugar en donde Tonacatecutli, "el señor de nuestra carne" va formando a los hombres y los va mandando al seno de sus madres en la tierra. De este paraíso hablaban los antiguos sabios (tlamatinime). <br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La Virgen se va a manifestar desde el cielo indígena. Desde la cultura del indio. El cielo de Juan Diego es como esta tierra: con flores y maíz. En su cristianismo mantiene el cielo de sus antepasados, que fue destruido por la conquista.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial. Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse, entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le decían : "Juanito, Juan Dieguito".<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>(Se omite la detallada descripción de la Virgen llena de simbolos de belleza similar a las teofanías del Horeb en la biblia.)<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>[...] En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra, que era extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de quien lo atraía y estimaba mucho. Le dijo: Escucha, hijo mío el menor, Juanito: ¿a dónde te diriges? <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Xocoyotl: hijo o hija menor o último. Hablando cariñosamente equivale al mas chico de los hijos, el pequeño.</em><strong><br/></strong>Sólo una madre usa el diminutivo para un hombre de 57 años. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y él le contestó: Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita de México-Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor: nuestros sacerdotes.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio va a recibir la fe de España pero no asimilará las formas eclesiales de los españoles. Los sacerdotes son transmisores de esa fe que será aceptada en lo esencial, desde una visión indígena.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su preciosa voluntad: Le dice: "Sábelo, ten por cierto, hijo mío el más pequeño, que yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del Verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el dueño de la cercanía y de la inmediación, el dueño del cielo, el dueño de la tierra; mucho quiero, mucho deseo que aquí le levanten mi casita sagrada,<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>La Virgen está diciendo que ella es la Madre de los antiguos dioses nahuas, y menciona solo los nombres de aquellos dioses que no tenían representación en imágenes, pero que formaban parte de la teología mas pura, sobre todo de la teología inmediatamente anterior a la conquista.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La Virgen pide un templo en el monte consagrado a las divinidades de su pueblo. Ella elige el lugar, no los sacerdotes, ni el indio. Por qué los milagros suceden en algunos sitios y en otros no, queda en el misterioso designio de Dios, decía ya San Agustín. En las apariciones de Lourdes en 1858 también pedirá a Bernardita que los sacerdotes le edifiquen un templo.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>en donde lo mostraré, lo ensalzaré, al ponerlo de manifiesto; lo daré a las gentes con todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>La nueva traducción que ha tenido en cuenta muy de cerca los matices de la gramática náhuatl, descubre que el foco y centro de interés es Dios.</em>(¿Excesiva preocupación cristocéntrica del traductor? <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La antigua versión decía "me mostraré")<em>"A las gentes" (ixquich), literalmente: a todos.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Porque yo en verdad soy vuestra Madre compasiva,<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Maternidad y compasión son lo propio de la Virgen en América.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>tuya y de todos los hombres que en esta tierra estáis en uno, y de las demás variadas estirpes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen, los que me busquen, los que confíen en mí. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>No excluye a ningún habitante de esta tierra americana. El "estaís en uno" abarca también a los españoles. Lleva implícito el mestizaje. Se presenta como Madre del pueblo nuevo que nace de esa mezcla de razas.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Porque allí escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>No habla de liberación, sino de aliviar su opresión. El mensaje trasciende el presente de Juan Diego.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Como el evangelio es universal. El pueblo mestizo y oprimido tendrá una Madre. La pastoral debiera valorar mas ese presentar la vida penosa del pobre ante la mirada compasiva de la Virgen; especialmente en los santuarios por ella elegidos. <strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa, anda al palacio del obispo de México, y le dirás cómo yo te envío, para que le descubras cómo mucho deseo que aquí me provea de una casa, me erija en el llano mi templo; todo lo contarás, cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>"Compasiva mirada misericordiosa" estas y otras palabras del mensaje coinciden con el contenido de la Salve ("esos tus ojos misericordiosos" "vida dulzura y esperanza" "llanto y tristeza"). Ese es el inicio de la acción salvadora. El español había destruido los templos que sustentaban la vida social del indio. La Virgen reconstruye esa vida desde un nuevo templo, de ella, pero no de los españoles.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Elige como emisario al indio, que debe trasmitirle al obispo lo que ella quiere. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Lo normal desde una perspectiva eclesial es que el obispo le diga al indio lo que Dios quiere.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>[...]Cuando vino a llegar al interior de la ciudad, luego fue derecho al Palacio del obispo, que muy recientemente había llegado, gobernante, sacerdote; su nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, Sacerdote de San Francisco.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>A pocos hombres debe tanto México como a este vasco, el primero en contemplar el retrato que dio la Virgen a sus mexicanos. El consiguió traer la primera imprenta que hubo en América, negoció en Toledo la primera Universidad, fundó el Hospital del Amor de Dios, trajo de España árboles frutales, semillas de lino y cáñamo y hasta moriscos de Granada para enseñar a los indios el cultivo de la seda, ganado lanar y artesanal para que se enseñasen a tejer telas, alfombras y tapicería.</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y en cuanto llegó, luego hace el intento de verlo, les ruega a sus servidores, a sus ayudantes, que vayan a decírselo: Después de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando mandó el señor obispo que entrara. Y en cuanto entró, luego ante él se arrodilló, luego ya le descubre, le cuenta el precioso aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su mensaje, y también le dice todo lo que admiró, lo que vio, lo que oyó. Y habiendo escuchado toda su narración, su mensaje, como que no mucho lo tuvo por cierto,<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>[En las informaciones de 1666 dicen los testigos indígenas que en esta primera entrevista hicieron burla de Juan Diego, el obispo y sus acompañantes.]<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Según el padre Tovar jesuita de Texcoco, en un documento del siglo XVI, el obispo "habría replicado expresando clara desconfianza y preguntando al vidente si lo que había creído contemplar no sería mas que efecto de un rato de embriaguez.".<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>le respondió, le dijo: "Hijo mío, otra vez vendrás, aun con calma te oiré, bien aun desde el principio miraré, consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad, tu deseo".<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio espera ser pronto creído, porque él tiene fe en la Virgen. La fe del pobre es inmediata no entiende de dilaciones o mediaciones. Pero solo recibe promesas y buenos modos. El medio eclesial no está preparado para atender indios que se manejan con otra cultura.. Al indio le costará cada vez mas llegar a la autoridad eclesial.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Salió; venía triste porque no se realizó de inmediato su encargo.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Conclusión de la perícopa: la fé popular (su vinculación con la Virgen) no es comprendida por la estructura eclesial.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Luego se volvió, al terminar el día; luego de allá se vino derecho a la cumbre del cerrillo.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La noche, la falta de luz como en los evangelios simboliza un estado de incomprensión del mensaje. (Cfr. J. Mateos, <em>passim</em>)<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y tuvo la dicha de encontrar a la Reina del Cielo: allí, cabalmente donde la primera vez se le apareció, lo estaba esperando. Y en cuanto la vio, ante Ella se postró, se arrojó por tierra, le dijo: Patroncita, Señora, Reina, Hija mía la mas pequeña, mi Muchachita, ya fui donde me mandaste a cumplir tu amable aliento, tu amable palabra; aunque difícilmente entré a donde es el lugar del Gobernante Sacerdote, lo vi, ante él expuse tu aliento, tu palabra, como me lo mandaste. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Tlacaetl: persona noble, generosa, magnífica. También la llama "la mas pequeña"(noxocoyouhe) como ella lo había llamado a él..</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Habría que estudiar desde el punto de vista lingüístico cada uno de los nombres que el indio da a la Virgen en su idioma, y sus matices de respeto, cariño y cercanía.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>También notar que cuando habla la Virgen se usa la palabra "obispo" en el original, casi siempre, menos la última vez en que emplea la palabra que usa aquí Juan Diego "<em>teopixca-tlatoani" </em>"sacerdote-gobernante". El narrador también emplea obispo gobernante. El tlatoani gobernaba desde lo religioso. No se dividía la sociedad mexica en compartimientos: lo social, lo económico, lo religioso. Mercado y templo van juntos. No se concebía la vida social sin lo religioso<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Me recibió amablemente y lo escuchó perfectamente, pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió, no lo tiene por cierto. Me dijo: "Otra vez vendrás, aun con calma te escucharé, bien aun desde el principio veré por lo que has venido, tu deseo, tu voluntad". Bien en ello miré, según me respondió, que piensa que tu casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada más lo invento, o que tal vez no es de tus labios.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El obispo no entiende al indio pero el indio entiende perfectamente al obispo. La sabiduría del pobre le hace conocer a las personas.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Mucho te suplico, Señora mía, Muchachita mía, que a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Es la lógica humana, la que quiere usar aquí Juan Diego. Porque es la que usa habitualmente la Iglesia: confiar mas fácilmente en el que es "respetable".<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mi detenerme allá a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía menor, Señora, Niña.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Cuitlapilli: "cola o rabo"; atlapalli: "hoja de árbol o hierba"; estos dos vocablos unidos significan "gente menuda". Mecapal, cacaxtli (parihuela): enseres de carga, aún en uso en muchas regiones del país; el primero: una faja de ixtle que pasa por la frente y ayuda a sostener la carga; el segundo un armadijo de varas y cuerdas donde se acomoda el fardo, y va apoyada en las espaldas del cargador. Son expresiones de mucha humildad, tomadas de los refranes y modos de hablar de aquel entonces, del habla popular. Como si dijera: "No soy más que un animal de carga; necesito que otras personas me guíen; me siento fuera de mi ambiente en esos lugares a donde me mandas.."<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Se marca claramente aquí la diferencia cultural, y la separación entre pobre y rico. Aún hoy día muchos pobres sienten que "no es lugar de mi andar" allá donde se pretende que vayan. Este humilde conocimiento de su condición de pobreza lo impulsa a querer cambiar el designio de la Virgen. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora y Dueña mía.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Pero entonces aparece con toda su fuerza el designio salvador de Dios mediante los pobres:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Le respondió la Perfecta Virgen, digna de honra y veneración: Escucha, el más pequeño de mis hijos; ten por cierto que nos son escasos mis servidores, mis mensajeros, a quienes encargue que lleven mi aliento, mi palabra, para que efectúen mi voluntad; pero es muy necesario que tú, personalmente vayas, ruegues, que por tu intercesión se realice, se lleve a efecto mi querer, mi voluntad. Y mucho te ruego, hijo mío el menor, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Y de mi parte hazle saber, hazle oír mi querer, mi voluntad, para que realice, haga mi templo que le pido. Y bien, de nuevo dile de qué modo yo, personalmente, la siempre Virgen Santa María, Yo, que soy la madre de Dios, te mando.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Dios quiere salvar al hombre no solo por los canales habituales de la Iglesia institución, sino por la comunicación amorosa y personal de la Virgen Madre. Y ese designio debe ser comprendido por el obispo como verdadero. Reconoce la Virgen los caminos habituales ("no son escasos mis servidores, mis mensajeros"), pero quiere emplear en América el camino del indio pobre y despreciado. El designio divino es que el obispo acepte la presencia y palabra del indio. Ese camino de salvación se concreta en una iglesia (templo) para el indio.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Juan Diego por su parte, le respondió, le dijo: Señora mía, Reina, Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu rostro, tu corazón; con todo gusto iré a poner por obra tu aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por molesto el camino. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio ante la firmeza de la Virgen obedece. Pero no cambia de opinión:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído, y si fuere oído, quizás no seré creído. <em><br /> </em></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong> [...]Y a eso de las diez fue cuando estuvo preparado: se había oído Misa y se había nombrado lista y se había dispersado la multitud.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Pasar lista: se refiere al registro que se llevaba de todos los bautizados. No estar el domingo para pasar lista podría despertar sospechas de haber regresado a las idolatrías.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio no se exime de su obligación de cumplir con la institución eclesial. Primero oye misa porque es domingo y es "anotado en la lista". <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Juan Diego luego fue al palacio del señor obispo</strong><em>.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>("Tlatoani Obispo")<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y en cuanto llegó hizo toda la lucha por verlo, y con mucho trabajo otra vez lo vio. A sus pies se hincó, lloró, se puso triste al hablarle, al descubrirle la palabra, el aliento de la Reina del Cielo, Que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la Perfecta Virgen, de hacerle, de erigirle su casita sagrada, en donde había dicho, en donde la quería. Y el gobernante obispo muchísimas cosas le preguntó, le investigó, para poder cerciorarse, dónde la había visto, cómo era Ella; todo absolutamente se lo contó al señor obispo.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Epi-scopo: es el que vigila, el que administra. Es el guardián de la fe verdadera.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y aunque todo absolutamente se lo declaró, y en cada cosa vio, admiró que aparecía con toda claridad que Ella era la Perfecta Virgen, la Amable, Maravillosa Madre de Nuestro Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, no luego se realizó. Dijo que no sólo por su palabra su petición se haría, se realizaría lo que él pedía: que era muy necesaria alguna otra señal para poder ser creído cómo a él lo enviaba la Reina del Cielo en persona.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>En los números 79, 94,101, 123, 137, 160, etc. se repiten constantemente las palabras tlanezcayotl, tlaneltiliztli, machiyotl: prueba, comprobación, señal.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio no duda que la Madre de Dios le dará cualquier señal que le pida:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Tan pronto como lo oyó Juan Diego, le dijo al obispo: "Señor gobernante, considera cuál será la señal que pides, porque luego iré a pedírsela a la Reina del Cielo que me envió".<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El que parece dudar en pedir una señal determinada es el obispo. (¿Cfr. Isaías 7?)<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y habiendo visto el obispo que ratificaba, que en nada vacilaba ni dudaba, luego lo despacha.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La institución, mas que en milagros prefiere confiar, logicamente, en informantes:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y en cuanto se viene, luego les manda algunos de los de su casa en los que tenía absoluta confianza, que lo vinieran siguiendo, que bien lo observaran a dónde iba, a quién veía, con quién hablaba.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El enojo de los que lo siguen, al perderlo de vista, motiva que le "llenen la cabeza al obispo":<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>[...]Así le fueron a contar al señor obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le dijeron cómo nomás le contaba mentiras, que nada más inventaba lo que venía a decirle, o que solo soñaba o imaginaba lo que le decía, lo que le pedía.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>(</strong>Lo peor siempre es el entorno.) Y dentro de su espacio de poder, toman decisiones:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y bien así lo determinaron que si otra vez venía, regresaba, allí lo agarrarían, y fuertemente lo castigarían, para que ya no volviera a decir mentiras ni alborotar a la gente.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Son los guardianes del orden: buscan evitar el tumulto.<strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Entre tanto Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor Obispo. La que oída por la Señora, le dijo: Bien está, hijito mío, volverás mañana para que lleves al obispo la señal que te ha pedido: con esto te creerá y acerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará. Y sábete hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has impendido; Ea, vete ahora, que mañana aquí te aguardo.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Además de prometer una señal que ella elegirá, le asegura que será creído y subraya una vez mas como en veces anteriores la dificultad y el trabajo que significaba para Juan Diego esa misión. Siendo un pobre frecuentar el palacio con un mensaje increíble.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y al día siguiente, lunes, cuando debía llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando fue a llegar a su casa, a un su tío, de nombre Juan Bernardino, se le había asentado la enfermedad, estaba muy grave.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>In cocoliztli: literalmente la enfermedad; pero en esos tiempos era la viruela traída por los españoles, para la que no había remedio. <br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Otro elemento que marca el mestizaje y la opresión.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Aún fue a llamarle al médico, aún hizo por él, pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. Y cuando anocheció, le rogó su tío que cuando aún fuere de madrugada, cuando aún estuviere oscuro, saliera hacia acá, viniera a llamar a Tlatilolco algún Sacerdote para que fuera a confesarlo, para que fuera a prepararlo. Porque estaba seguro de que ya era el tiempo, ya el lugar de morir, porque ya no se levantaría, ya no se curaría.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>En el mundo náhuatl el tío (hermano de la madre) heredaba a sus sobrinos y no a sus hijos; el verdadero antepasado no era el padre sino el tío. En los textos de Sahagún vemos que tío es la máxima expresión de respeto y consideración que se puede tener hacia una persona honorable.</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Es mientras Juan Diego va apurado a buscar al sacerdote, cuando tiene el desconcertante propósito de evitar el encuentro con la Virgen, para no retrasarse. Lo sobrenatural no anula en él lo inmediato. Creer en el mas allá, no es desentenderse de las urgencias de caridad en esta vida. La vida eterna y la presente van naturalmente juntas en la vida del pobre.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>[...]"Si me voy derecho por el camino, no vaya a ser que me vea esta Señora y, seguro, como antes me detendrá para que le lleve la señal al gobernante eclesiástico como me lo mandó; que primero nos deje nuestra tribulación; que antes yo llame de prisa al sacerdote religioso, mi tío no hace mas que aguardarlo".<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>In Teopixqui Motolinia (al sacerdote religioso, o al Padre Motolinía ): Puede entenderse de las dos maneras. Se sabe que el Padre Motolinía había tenido influjo en la vida espiritual de aquellos inditos. Tal vez por ello lo buscaban a él personalmente. (B. Tanco p. 55).</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Pero <strong>"la que perfectamente a todas partes está mirando"</strong> le sale al encuentro:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Le vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a atajar los pasos; le dijo: "Qué pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿A dónde vas, a dónde te diriges?" Y él tal vez un poco se apenó, ¿o quizás se avergonzó? ¿O tal vez de ello se espantó, se puso temeroso? En su presencia se postró, la saludó, le dijo: "Mi jovencita, Hija mía la mas pequeña, Niña mía, ojalá que estés contenta: ¿cómo amaneciste? ¿acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía? Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío. Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella. Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar alguno de los amados de Nuestro Señor, de nuestros sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a prepararlo.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Y en la próxima frase expresa el "fatalismo" de su visión de la vida, que habría que estudiarlo desde la teología náhual y desde el Eclesisastés:<strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Porque en realidad para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Mas si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía. Te ruego me perdones, tenme todavía un poco de paciencia, porque con ello no te engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana sin falta vendré a toda prisa".<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>En cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió la Piadosa Perfecta Virgen: "Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió; que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿no estás bajo mi sombra y resguardo? ¿no soy yo la fuente de tu alegría? ¿no estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿tienes necesidad de alguna otra cosa?<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>La frase: Cuix amo Nehuatl in nimopaccayeliz? es casi intraducible por la profundidad de su contenido: "¿No soy yo la naturaleza de tu salud, el ser de tu bienestar, el principio vital de tu paz?" Nocuixango, Nomamalhuazco, Cuixantli es la cavidad delantera que se forma con una vestidura: falda, enagua, delantal, ayate, para cargar algo; de allí la idea y la imagen de gremio, regazo, protección, intimidad, cercanía, amparo. Mamalhuaztli es el receptáculo semejante pero formado hacia la espalda con el rebozo, manto, capa, o con el mismo ayate, dándole vuelta. Esta expresión de la Virgen corresponde a lo que había dicho Juan Diego: "necesito ser conducido, llevado a cuestas.." Ahora Ella le dice: "¿No te llevo en mis brazos?¿No te cargo en mis espaldas?". Vemos aún ahora cuán tiernamente llevan las indias a sus hijitos en las espaldas.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe: Que no te apriete con pena la enfermedad de tu tío, porque de ella no morirá por ahora, ten por cierto que ya está bueno".<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>(Y luego en aquel mismo momento sanó su tío como después se supo).<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable aliento de la Reina del Cuelo, muchísimo con ello se consoló, bien con ella se apaciguó su corazón. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Ilhuicac Cihuapilli: "La Reina del Cielo". Diecisiete veces nombra así a la Virgen el nican mopohua; y once veces Cihuapilli "Reina".</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y le suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al gobernante obispo, a llevarle algo de señal, de comprobación para que creyera. Y la Reina Celestial luego le mandó que subiera a la cumbre del cerrillo, en donde antes la veía.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El cerro de la aparición forma parte de la señal. De donde adoraban sus antepasados viene el milagro. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Le dijo: "sube hijo mío el menor, a la cumbre del cerrillo, a donde me viste y te di órdenes:<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Allí verás que hay variadas flores; córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas; luego baja aquí; tráelas aquí, a mi presencia.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>La verdad en la tierra se expresaba con el difrasismo Flor y Canto: In xóchitl in Cuicatl.</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y Juan Diego luego subió al cerrillo. Y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuántas había, florecidas, abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y hermosas, cuando todavía no era su tiempo: Porque de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo. Estaban difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de rocío nocturno. Luego comenzó a cortarlas, todas las juntó, las puso en el hueco de su tilma.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Si las flores son la verdad, el indio junta verdades que vienen de sus ancestros, en el hueco de su poncho. Pero para que sean un signo, todavía las tiene que tocar la Virgen.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Por cierto que en la cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores, sólo abundaban los riscos, abrojos, espinas; nopales, mezquites. Y si acaso algunas hierbecillas se solían dar. Entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come, lo destruye el hielo.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y en seguida vino a bajar, vino a traerle a la Niña Celestial las diferentes flores que había ido a cortar. Y cuando las vio, con sus venerables manos las tomó;<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Es un gesto casi sacramental. Como Cristo, que tomó el pan "en sus santas y venerables manos" (canonI).<strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su ayate, le dijo:<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>"Mi hijito menor, estas diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al obispo. De mi parte le dirás que vea en ellas mi deseo, y que por ello realice mi querer, mi voluntad." <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Las flores-verdades, van unidas a la palabra del indio y a su poncho o ayate, que simboliza toda su vida.<em><br /> </em>Ese es el querer de la Virgen, que tiene que reconocer el obispo-iglesia. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y mucho te mando con rigor que nada más a solas, en la presencia del obispo, extiendas tu ayate, y le enseñes lo que llevas. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Se recalca que la señal es solo para el obispo.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y tú que eres mi mensajero... en ti absolutamente se deposita la confianza.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La confianza de la Virgen (y de la Iglesia?) en el indio, contrasta con la desconfianza del entorno, para quienes "contaba mentiras" "inventaba lo que venía a decirle" "solo imaginaba lo que le decía" o "alborotaba a la gente".<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y le contarás todo puntualmente, le dirás que te mandé que subieras a la cumbre del cerrito a cortar flores, y cada cosa que viste y admiraste, Para que puedas convencer al gobernante sacerdote, para que luego ponga lo que está de su parte para que se haga, se levante mi templo que le he pedido.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Las palabras del indio y su admiración, entran también a formar parte del signo, junto con el cerro, las flores, y el templo-casita de la Virgen.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y en cuanto le dio su mandato la Celestial Reina, vino a tomar la calzada, que viene derecho a México, ya viene contento. Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir bien, lo llevará perfectamente. Mucho viene cuidando lo que está en el hueco de la vestidura, no vaya a ser que algo tire; Viene disfrutando del aroma de las diversas preciosas flores.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio disfruta y cuida su vida y sus verdades que han sido tocadas por la Virgen. Todo saldrá bien.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y cuando vino a llegar al palacio del obispo, lo fueron a encontrar el portero y los demás servidores del sacerdote gobernante. Y les suplicó que le dijeran cómo deseaba verlo, pero ninguno quiso; fingían que no le entendían, o tal vez porque aun estaba muy oscuro; O tal vez porque ya lo conocían que nomás los molestaba, los importunaba, y ya les habían contado sus compañeros, los que lo fueron a perder de vista cuando lo siguieron el día anterior. Durante muchísimo rato estuvo esperando la razón. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Cada vez le resulta mas difícil a la tosudez del indio, llegar hasta el sacerdote gobernante.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada, por si era llamado, y como que algo traía, lo llevaba en el hueco de su tilma; luego, pues, se le acercaron para ver qué traía y desengañarse.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Los del palacio episcopal asumen la función investigadora del obispo (epi-scopo). ¿Desobedece Juan Diego a la Virgen forzado por la violencia? ¿O forman parte del obispo destinatario, también los sirvientes? Y recién cuando ven que lleva solo flores, y que ellos no las pueden agarrar:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>[...]Inmediatamente fueron a decirle al Gobernante Obispo lo que habían visto. Cómo deseaba verlo el indito que otras veces había venido, y que hacía muchísimo rato que estaba allí aguardando el permiso, porque quería verlo. Y el Gobernante Obispo en cuanto lo oyó, dio en la cuenta que aquella era la prueba para convencerlo, para poner en obra lo que solicitaba el hombrecito. Enseguida dio orden de que pasara a verlo. Y habiendo entrado, en su presencia se postró como ya antes lo había hecho. Y de nuevo le contó lo que había visto, admirado, y su mensaje. Le dijo: Señor mío, gobernante, ya hice, ya llevé a cabo según me mandaste.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La explicación de Juan Diego repite hasta en los detalles todo lo sucedido:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Así, fui a decirle a la Señora mi Ama, la Niña Celestial; Santa María, la Amada Madre de Dios, que pedías una prueba para poder creerme, para que le hicieras su casita sagrada, en donde te la pedía que la levantaras; y también le dije que te había dado mi palabra de venir a traerte alguna señal, alguna prueba de su voluntad, como me lo encargaste. Y escuchó bien tu aliento, tu palabra, y recibió con agrado tu petición de la señal, de la prueba, para que se haga, se verifique su amada voluntad. Y ahora, cuando era todavía de noche, me mandó para que otra vez viniera a verte; y le pedí la prueba para ser creído, según había dicho que me la daría, e inmediatamente lo cumplió. Y me mandó a la cumbre del cerrito en donde antes ya la había visto; para que allí cortara diversas rosas de Castilla.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>Caxtillan xochitl: "de Castilla" no necesariamente quiere decir el origen, sino que es ponderación de la calidad; prueba de ello es que los testigos españoles de las Informaciones de 1666 dijeron que eran "de Alejandría". (Ver también Num. 127, 154, 177, 182).<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Con todo puede ser también signo de la unión de culturas.<strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y cuando las fui a cortar, se las fui a llevar allá abajo; y con sus santas manos las tomó.<br/></strong>("venerables" tradujo antes el mismo P. Rojas ) <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>De nuevo en el hueco de mi ayate las vino a colocar. Para que te las viniera a traer, para que a ti personalmente te las diera. Aunque bien sabía yo que no es lugar donde se den flores la cumbre del cerrito, porque solo hay abundancia de riscos, abrojos, huizaches, nopales, mezquites, no por ello dudé, no por ello vacilé.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Otra muestra de la fe directa del indio.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Cuando fui a llegar a la cumbre del cerrito miré que ya era el paraíso <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>(<em>xochitlalpan: la tierra de las flores). El Paraíso es el lugar de la verdad, de la tierra florida.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Allí estaban ya perfectas todas las diversas flores preciosas, de lo mas fino que hay, llenas de rocío, esplendorosas, de modo que luego las fui a cortar. Y me dijo que de su parte te las diera, y que ya así yo probaría; que vieras la señal que le pedías para realizar su amada voluntad. Y para que aparezca que es verdad mi palabra, mi mensaje,<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Insistencia en la sinceridad del indio, que para la Virgen es "de toda confianza".<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>aquí las tienes; hazme el favor de recibirlas.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y luego extendió su blanca tilma, en cuyo hueco había colocado las flores. Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores preciosas, luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura que ahora está. en donde ahora es conservada en su amada casita, en su sagrada casita en el Tepeyac, que se llama Guadalupe.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>En esta primera conclusión del relato la imagen aparece tras el testimonio del indio. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Cuando espiaban los sirvientes solo había rosas inagarrables. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>La Virgen desde su imagen le dice al obispo que le crea al indio. Que crea que es verdad que la vida-tilma del indio ha sido tocada por la Virgen, "la madre del verdadero Dios por quien se vive".<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Y que el Santuario es el signo y lugar de ese encuentro, que todo indio lleva impreso en el alma.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Lo que sigue del relato cuenta ya la fé del obispo en la Virgen y en el indio.<strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y en cuanto lo vio el obispo gobernante y todos los que allí estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Antes el indio se arrodillaba ante el obispo. Ahora desde la fe se invierten los papeles. El obispo se arrodilla ante la Virgen llevada por el indio.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Se pusieron de pie para verla, se entristecieron, se afligieron, suspenso el corazón, el pensamiento... Y el obispo gobernante, con llanto, con tristeza, le rogó, le pidió perdón por no luego haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y cuando se puso de pie, desató del cuello de donde estaba atada, la vestidura, la tilma de Juan Diego, en la que se apareció, en donde se convirtió en señal la Reina Celestial. Y luego la llevó; allá fue a colocar a su oratorio.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>¿Signo de devoción o intento de apropiarse de la Virgen india?<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y todavía allí pasó un día Juan Diego en la casa del obispo, aún lo detuvo. Y al día siguiente le dijo: Anda, vamos a que me muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su templo. De inmediato se convidó gente para hacerlo, levantarlo. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado la Señora del Cielo que se erigiera su casita sagrada, luego pidió permiso: Quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que estaba muy grave cuando lo dejó para ir a llamar a un sacerdote a Tlatilolco para que lo confesara y lo dispusiera, de quien la había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado.<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Acabada su misión el indio vuelve a la vida concreta. Sigue "no siendo su lugar de andar"el palacio eclesial. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa. Y al llegar vieron a su tío que ya estaba sano, absolutamente nada le dolía. Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su sobrino era acompañado y muy honrado; le preguntó a su sobrino por qué así sucedía, el que mucho le honraran;<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El indio viejo se admira de que honren a un pobre.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y él dijo cómo, cuando lo dejó para ir a llamarle un sacerdote para que lo confesara, lo dispusiera, allá en el Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo; y lo mandó a México para ver al gobernante obispo, para que allí le hiciera una casa en el Tepeyac. Y le dijo que no se afligiera, que ya su tío estaba contento, y con ello mucho se consoló. Le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento lo sanó, y la vio exactamente en la misma forma en que se le había aparecido a su sobrino, y le dijo cómo a él también lo había enviado a México a ver al obispo; y que también cuando fuera a verlo, que todo absolutamente le descubriera, le platicara lo que había visto, y la manera maravillosa en que lo había sanado, </strong>Una nueva aparición "sanadora" a otro indio que también debe testimoniar ante el obispo el amor de la Madre misericordiosa.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>y que bien así la llamaría, bien así se nombraría: La Perfecta Virgen Santa Maria De Guadalupe, su amada Imagen. <br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>El nombre náhuatl que verosimilmente dio la Virgen a Juan Bernardino y que los oídos españoles asimilaron a "de Guadalupe" (en náhuatl no existe la G ni la D) tal vez nunca lo lleguemos a encontrar en ningún documento.<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><em>El nombre que se sugiera, tiene que dar satisfacción a muchas exigencias, y en especial al carácter todo de la narración, que es constructivo y amable; no hay ni sombra de reproche a las antiguas "idolatrías", sino siempre el utilizar lo positivo y legítimo para expresar el Mensaje. Proponemos aquí el nombre TLECUAHTLAPCUPEUH, cuyos elemento significarían: <strong>Tle</strong>-tl: fuego. Elemento que recuerda el lugar donde Dios vive y actúa. <strong>Cuauh</strong>-tli: águila. Símbolo del Sol y de la Divinidad. <strong>Tlapcup</strong>-a: del Oriente, de la región de la luz (que era también la región de la música. <strong>Euh</strong>: el verbo ehua en forma de pretérito. Dicha terminación se usa para indicar el sujeto que hace la acción y que continúa haciéndola. Significa: levantar, proceder de, disponerse a volar, revolar, entonar un canto. El significado de dicho nombre en su forma mas sencilla sería: <strong>la que procede de la región de la luz como el Águila de fuego</strong> (Dios).<br /></em></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Todo un resumen; comprensible para la teología indígena, pero incomprensible (y por tanto insospechable) para los españoles. <em>Guadalupe significaría según los estudiosos de la lengua árabe: río de cascajo negro, o también: río de amor.</em> La Virgen de Guadalupe de España suscitaba muchísima devoción entre los conquistadores. El nombre de la Virgen, ya aceptado por Valeriano, es otro signo de esa nueva mezcla de culturas. Aunque se impuso el español, ella es la Madre de todos los hombres que "en esta tierra están en uno". Por otra parte son indudables los rasgos mestizos y la simbología india en el vestido de la Virgen.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>El final del nican mopohua reafirma todo lo actuado por la Virgen el indio y el obispo.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del gobernante obispo, lo trajeron a hablar con él, a dar testimonio. Y junto con su sobrino Juan Diego, los hospedó en su casa el obispo unos cuantos días, En tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina allá en el Tepeyac, donde se hizo ver de Juan Diego. Y el señor obispo trasladó a la iglesia mayor la amada Imagen de la Amada Niña Celestial. La vino a sacar de su palacio, de su oratorio en donde estaba, para que todos la vieran, la admiraran, su amada imagen. Y absolutamente toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver, a admirar su preciosa Imagen. Venían a reconocer su carácter divino. Venían a presentarle sus plegarias. Mucho admiraron en que milagrosa manera se había aparecido, puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó su amada Imagen. </strong>La amada imagen (<em>Itlazoixiplatzin)</em> será en adelante la Virgen. <strong><br /> </strong></span></p><h2><span style='font-size:11pt'>Corolarios:<br /></span></h2><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>1. ¿Siempre tiene que haber un indio en el medio? <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>En Luján (Siglo XVII) el intermediario es un negro. Y la Virgen "se vuelve"hasta que no le devuelven al negro. La Iglesia oficial recién aparece 40 años después (número bíblico) con el padre Montalvo, a quien sana el negro con el aceite de la lámpara de la Virgen. <strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>En el Valle (S. XVII) son los indios los que tenían la Virgen y le bailaban en la cueva de Choya, hasta que el español Zalazar se las sacó y la llevó a la Iglesia.<strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>En Itatí también, aunque la imagen la trae Fray Bolaños, están por medio los indios itatines, es una talla indígena, y hay varios "robos" y "encuentros"de la imagen por parte de los indios.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>2. ¿Cuantas formas del cristianismo popular vienen de los indios?<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt; text-decoration:underline'>Fray Gerónimo de Mendieta:<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>"Para tratar de las fiestas que estos indios de la Nueva España (en especial los de México, Texcuco y Tlaxcala) hacían a sus dioses, es de saber cuanto a lo primero, que tenían su calendario por donde se regían, y tenían señalados sus días del año para cada uno de los diablos a quien hacían fiesta y celebraban, así como nosotros tenemos dedicado su día en tal o tal mes a cada uno de los santos.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[....]Hablando pues de las fiestas que hacían a sus dioses, es de saber que sus fiestas las solemnizaban y regocijaban mucho con adornar y tener muy limpios sus templos, muy barridos y muy compuestos de rosas y cosas verdes y alegres, y con cantares muy somnes a su modo, y bailes al mismo son, con mucho tiento y peso, sin discrepar en el tono ni en el paso, porque ésta era su principal oración (como arriba queda dicho). No parecía sino que andaban arrobados.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Los bailes solemnes hacían por la mayor parte en el templo delante de sus dioses, o en el palacio del señor, o en el mercado. Pocas fiestas hacían sin borracheras a la noche, y otras cosas que de ella suelen suceder. En algunas fiestas llamaban y juntaban las mozas para bailar en corro, y al fin se volvía el baile en carne, muchas veces o por la mayor parte.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Mayormente hacían este universal sacrificio y mortandad de todods los esclavos de guerra, en una muy grande y solemne fiesta, que tenían por la mas principal de todas, y la llamaban panquetzaliztli. Y antes que comenzasen tan cruel sacrificio, hacían procesión al ídolo huitzilopochtli en Mexico, en esta manera: vestido el papa de sus insignias y los cardenales (digamos) con él, luego por la mañana tomaba el mismo papa el dicho ídolo, y a mas andar o a correr, y los demás sacerdotes tras él, iban a Tenayuca que dista de México dos leguas, y de allí volvían a Tacuba, que del dicho lugar dista otras dos; y de allí a Cuyoacan otras dos, y de allí daban vuelta para Mexico que hay otras dos leguas. De suerte que era mediodía o mas cuando allí llegaban. Y si el ídolo no se le caía era buena señal: y si se le caía teníanla por mala.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] En la fiesta principal del dicho ídolo Huitzilopochtli, en un pueblo dos leguas de Mexico que se dice Iztapalapa, sacaban lumbre nueva (apagando todas las lumbres de las casas y templos) y de presto la llevaban a santificar ante el dicho ídolo a Mexico: para lo cual mataban y sacrificaban a un hombre, con cuya sangre rociaban el fuego nuevo, y de allí encendían fuego para poner ante susu dioses: y tomaba la gente lumbre, así para sus templos como para sus casas, aunque estuviesen una jornada y dos de Mexico, lo cual parece que hacían en el año que tenían como jubileo, de cincuenta y dos en cincuenta y dos....<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Aunque en algunos capítulos se ha tratado arriba de los sacrificios y servicios que estos indios hacían a sus dioses, no se ha hecho mención de los ayunos, que eran rigurosísimos los que el Demonio les enseñó, no por devoción que tiene a esta virtud, antes le es cruel enemiga (como lo testifica la misma Verdad, Cristo, por San Mateo), sino para por todas vías afligir a aquellos sus feligreses, sin que alcanzasen por su penitencia algún merecimiento. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>En toda la tierra era general ayunar; mas no eran en toda ella generales los tiempos de ayuno, sino que cada provincia ayunaba a sus dioses según su devoción y costumbre que tenían recibida. Los mayores ayunadores eran los ministros del templo para dar ejemplo, y en esto conformaban con la costumbe de nuestra Iglesia católica, y con la razón, pues es mas justo que los que están dedicados al culto divino se ejerciten mas en estos actos penitenciales, que los que no se dedicaron al servicio de la Iglesia. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Estos ayunos comunmente eran como vigilias de las fiestas, y según la fiesta era mas solemne, así el ayuno de su vigilia era de más días. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Y acabados estos ochenta días, ponían un ramo pequeño en cierta parte del patio donde todos lo viesen, y era señal que todos se aparejasen para ayunar los otros ochenta días que quedaban hasta la gran fiesta de su dios Camaxtli. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Todo el otro tiempo velaban, y ofrecían encienso echando brasas en sus encensarios todos juntos, y esto hacían muchas veces en el día y en la noche." <br /></span></p><h2><span style='font-size:11pt'>Conclusion de fray mamerto esquiú:<br /></span></h2><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>"¿Tanta dignación obró jamás la Virgen María entre tantos hijos suyos, sin comparación más dignos de su amor, que la que dispensó al pobre indio y a toda América? Sí, a toda América! Porque antes que los conquistadores formaran esa cadena de ciudades que enlazaban todo el Continenete desde Mejico hasta las últimas de Sud América, ya se había extendido como un lazo de amor una serie de Santuarios de María, focos de beneficios, de consuelos, de amor, de esperanzas para los católicos del Nuevo Mundo. <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Como se la invocaba en el antiguo imperio de los Tlastecas, así resuena en el Pacasmallo, así resuena en la Plata, así se la invocaba en las márgenes del Titicaca, en Luján y finalmente en la Virgen del Valle. La piedad de María abraza la América desde el día mismo de su descubrimiento y desde un extremo al otro de su vastísimo Continente, y resaltando de un modo inefable la compasión al indígena; que no parece sino que para el consuelo de los indios abría esas puertas del Cielo en cada uno de sus Santuarios donde el pobre ora, canta, gime, espera y derrama lágrimas de dolor y de reconocimiento, y recibe en cambio lo que hay más puro, más santificador, más propiamente cristiano en el suelo de América! <br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Pienso que la América ha tenido una vocación especial en orden a la Virgen María, que ha sido el terreno destinado por Dios para que en él se mostrase de un modo especial la riqueza de gracia que la fé en el misterio de la Inmaculada Concepción de María debía traer a los pueblos, como adorna y abasta de bienes a los corazones bien dispuestos.<br /></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>[...] Ella suscita esos Santuarios que pueblan el Continente Americano, como el profundísimo espacio de los cielos están hermoseados y vivificados por las estrellas que en todos sus puntos resplandecen." <br /></span></p><h2><span style='font-size:11pt'>Anexo: salutación y súplica que hacía un principal al tlatoani recien electo.<br /></span></h2><p><span style='font-size:11pt'>Extractos. <em>(En cursiva: las expresiones semejantes a las del Nican Mopohua)<br /></em></span></p><p><span style='font-size:11pt'><strong>Traducción literal<br /></strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'>Persona,<em> Tlatoani</em>, tú preciosa persona, precioso, piedra preciosa, turquesa preciosa, ajorca, pluma preciosa, en verdad tu vienes a asentarte, en verdad aquí se ha dignado colocarte Tloque Nahuaque, <em>Ipalnemoa</em>. ...<em>Lo que es cargado, la carga </em>permanece<em>, la cola, el ala</em> ya no tiene madre, no tiene padre..... Y ahora, persona, señor nuestro, Tloque Nahuaque hace el calor, el día. Pues en verdad a ti te señala, te designa. Porque te <em>pintó, te dibujó, te perfiló, te coloreó,</em> Nuestro Señor.....se digna sentarte en la estera, en la silla, en su lugar de honra. <em>...En tu espalda, en tu seno, en tu lugar de cargar Nuestro Señor asienta lo que es cargado, la carga, la cola, el ala, los</em><br /> <em>macehuales</em>, los voluntariosos los caprichosos.... y ahora, persona , señor nuestro, mi noble, ciñete la cabeza, aprietate la cabeza, arréglate. Ponte el <em>quimili el cacaxtli.</em> Que se pruebe, que se examine, que sea estimado <em>el aliento, la palabra </em>de Nuestro Señor. Quiza un poco afianzarás <em>la carga, lo que es cargado</em>, pero quiza también te tendrá como breve sueño te soñará, te tomará prestado el agua, el cerro.... oh mi noble señor nuestro, Tlatoani,<em> mi pequeño hijo</em>, Nuestro Señor Tloque Nahuaque se viene a burlar, porque el dispone, es antojadizo, se burla; como le plegue así lo querrá. En el medio de la palma de su mano nos está poniendo, nos está haciendo rodar, rodamos, somos bodoques. A una parte y a otra nos arroja. Nosotros le hacemos reír, de nosotros se está riendo. Obra con mucho tiento, considera bien esto ¿no soñamos?¿no vemos acaso en sueños nuestro don, nuestro merecimiento?Nuestro Señor coloca junto a tí, gasta en ti la fama, la honra y deja a alguno del que está aficionado. Pero quizá se separe de tí, quizá busque sustituto de ti. <em>¿Acaso Dios es pobre en amigos?¿acaso estás tu solo, tu unicamente?¿cuantos son sus amigos?¿cuantos sus conocidos?... </em>Ahora ya eres diferente, eres respetado, eres digno de respeto; fuiste colocado aparte, estás lleno de honra, lleno de fama; eres valioso, eres admirable, eres persona preciosa; digno de ser guardado, digno de ser honrado, de ser <em>tenido como hijo menor.</em><strong><br /> </strong></span></p><p style='text-align: justify'><span style='font-size:11pt'><strong>La carga lo que es cargado: quiere decir el pueblo, la gente común. <em>Quimili, cacaxtli, tlamamaloni:</em> son carga e instrumentos para cargar. Se utilizan para nombrar a la gente del pueblo. La cola, el ala, significa el pueblo la gente común. Angel M. Garibay K. Identifica al hijo menor como el heredero de todos los bienes.<br /></strong></span></p><h2><span style='font-size:11pt'>Traducción de sentido.<br /></span></h2><p style='text-align: justify'><strong>Oh mi venerable señor, persona preciosa, en verdad llegas hoy al senorío, Dios se ha dignado colocarte en él..aquí está la gente de pueblo pero ya no tiene quie la guíe...Mas ahora, señor, Tloque Nahuaque hace que de nuevo haya luz pues te ha escogido...Esto fue determinado ya en el mundo divino y Nuestro señor te coloca en la dignidad...Por eso ahora te echas el pueblo a tus espaldas. Dios coloca bajo tu protección a los macehuales que son gente voluntariosa. Así que prepárate a realizar el gran esfuerzo. Que se cumplan los designios de Nuestro Señor. Quizá puedas fortificar a tu pueblo, pero quizá no dures mucho, porque Dios es arbitrario, se burla de nosotros.<br /></strong></p><p style='text-align: justify'><br /> </p><p style='text-align: justify'><span style='text-decoration:underline'>Extractos del diario del P. Salvaire (1875): </span><strong><em>(Ver nota al final)</em></strong><br /> </p><p style='text-align: justify'>"El capitanejo Quiñehual, al pasar me señaló un rancho en el que vivía la hija del capitanejo Sandoval, perteneciente a la tribu de Namuncurá. Se había casado con un capitanejo de Chipitruz muerto hacía poco. Con aire triste me fue hablando del valle..."Dicen que cuando hay tormenta se oyen como unos lamentos de persona que solloza, y no es el viento que bien sabemos que también suele quejarse al pasar sus ráfagas por el ramaje de un saucedal. ¿No serán algunas almas en pena?. Dicen los gauchos que esas almas piden que les lleven sus huesos al camposanto y así no andarán ya apenados y penando por el triste valle. Sí , en esta costa del arroyo ha habido muchos muertos". Yo no le contradije su creencia pero recé en mi corazón por el eterno descanso de las víctimas de las guerras, especialmente de la guerra contra el indio.<br /></p><p style='text-align: justify'>Me dicen que los indios rezan y miran el sol apenas nace en el oriente, pero el sol no es el dueño de la vida, este es el "Chao", es decir el Padre. Comprobé que la religiosidad de los mapuches es muy profunda.<br /></p><p style='text-align: justify'>[...]Yo sé que los indios rezan al levantarse y antes de comer, de beber, de fumar, al emprender un trabajo o camino. Pero la oración solemne la hacen en comunidad y solamente en ciertas ocasiones o circunstancias particulares, ante todo en ocasión de sus rogativas (<em>ñguillatún</em>).<br /></p><p style='text-align: justify'>[...]La risa de los indios es tan espontánea como la de los niños; cuando están contentos se ríen de cualquier cosa y de nada. En cambio cuando andan entre los "gringos"o "huincás" están como tristes y desconfiados, apenas se animan a sonreír. Quizá tienen razón para tales actitudes, porque en sus parlamentos han oído muy tristes historias.<br /></p><p style='text-align: justify'>[...]Los indios del Carhué me trajeron a mí una vaquillona y la degollaron en mi presencia con gran presteza y gritos de contento. Abriendo el pecho con un tajo certero, el mas guapo introdujo la mano en la herida, y todos se apiñaron alrededor del animal sujetado por las piernas y aspas; extrajo el corazón palpitante, lo levantó en alto y ofreció a Dios la sangre caliente (la vida). Luego todos querían recoger un poco de sangre para tomarla caliente en sus cuernos o chifles. Ellos dicen que la sangre los hace fuertes. Yo solo puedo decir que luego el asado fue riquísimo, y lo que los indios desperdiciaron de la carne, se la llevaron los muchos perros que siempre los acompañan.<br /></p><p>[...]Todos estaban celebrando con beberajes. Y en vez de buenos saludos recibimos ruidosos insultos de borrachos. El indio mamado es malo y peligroso; puede herir o matar a su mas querido amigo.<br /></p><p style='text-align: justify'>[...]Después se levantó el enérgico cacique Anügner, conocido jefe de malones, quien evocó una serie de infidelidades, engaños y crueldades de los blancos para con los indios. A mi me señaló como brujo negro y emisario de la peor laya. Criticó desde mi talar hasta mi coronilla clerical y despertó con sus encendidas palabras una ola de sentimientos hostiles, una conmoción de los ánimos de muchos de los trasnochados. Se levantó también el cacique Milla Hueque, borracho, borracho, y me insultó con las imágenes mas grotescas. Otros caciques mas repitieron eso de que yo era brujo, que sus adivinos se lo habían dicho. Afirmaban que la carga de mi carro eran las raciones que el gobierno les debía por el contrato y a gritos ordenaron que fuera repartida entre la gente.<br /></p><p style='text-align: justify'>Entonces se armó un tumulto tremendo. Todo el mundo se abalanzó sobre nuestro carro, sobre nuestras provisiones, sobre nuestros caballos. Un saqueo completo... Triste e impotente tuve que contemplar el despojo. Principalmente me afligía pensar que ya no tendría con qué pagar a los caciques por el rescate de cautivos y quizás me vería privado de un medio para volver...¡Dios mío! <span style='text-decoration:underline'>Empecé a temblar de angustia; temblaba por mi destino. Me encomendé a Dios y a la Virgen Santísima. Le prometí bajo <em>promesa o voto formal </em>hacer alguna obra que ensalzara a la Virgen de Luján, cuyo asiduo servidor quería ser para siempre. Le prometí también escribir y propalar la historia de la santa imagen y de su santuario y me invadió una gran paz, aunque oía gritos de muerte y de condena.<br /></span></p><p style='text-align: justify'>Dominando la situación, Namuncurá pidió el dictamen final. Parece que existía entre ellos la costumbre de manifestar su opinión, afirmativa o negativa, bebiendo o no del mate que se daba a circulación. Don Bernardo y su cuñado, el cacique Reumay, lo apartaron con gesto ostensible. De inmediato se oyó un sordo murmullo en la asamblea, y ya el silencio estaba por estallar en palabras de protesta, cuando se levantó don Bernardo. Vociferaba que los enemigos del padre Salvare eran unos infames canallas, que todo lo dicho por ellos eran calumnias; que el misionero, lejos de ser espía de Alsina, era amigo sincero de los paisanos. <span style='text-decoration:underline'>Terminadas sus enérgicas palabras, se acercó a mí, puso sobre mi hombro su propio poncho en señal de su protección, y juró ante todos acabar con el primero que osara agredirme. </span><br /> </p><p style='text-align: justify'>[...]Namuncurá me quiso consolar diciéndome que había soñado que en tres días Dios vendría a darme su mano derecha.<br /></p><p style='text-align: justify'>Mi estado de ánimo se debatía todo el día entre la confianza en Dios y en su santa Madre y un profundo abatimiento.<br /></p><p style='text-align: justify'>[...]Namuncurá y los demás jefes mostraron especial placer en que les regalara medallas de la Virgen y me encargaron cruces de plata. ¡Me pareció esto tan raro! Solo Dios conoce sus corazones. <br /></p><p style='text-align: justify'>Es ya el cuarto día que paso en Salinas Grandes. Nunca imaginé este mundo indígena, ni las dificultades que había de padecer. Aún me debato entre esperanzas e incertidumbres, pero confío en Dios y en la protección de nuestra Madre Santísima."<br /></p><p>(Extractos del libro: "Una excursión apostólica del Padre<span style='font-size:14pt'><br /> </span>Salvaire a Salinas Grandes" <br /></p><p>de Meinrado Hux. El Diario abarca del 20 de octubre al 21 de noviembre de 1875.)<br /></p><p style='text-align: justify'><br /> </p><p><span style='text-decoration:underline'><em>Nota:</em></span>(Según la opinión de un conocido sacerdote historiador, dicho libro no es demasiado serio)</p></span>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-13925572872126763852010-02-14T07:36:00.001-08:002010-04-18T13:19:05.718-07:00La Virgen y los pobres de América Latina.<div align="justify">La Virgen vive de un modo especial en el corazón del pueblo latinoamericano. En su vida, en sus luchas cotidianas, nuestro pueblo tiene siempre presente a la Madre del cielo. En Ella busca consuelo, esperanza, fuerza para seguir adelante. Es frecuente en nuestro continente ver en los santuarios o en las ermitas de la ciudad quienes se detienen a contemplar con “una mirada entrañable a una imagen querida de María” (DA 261). Esto se ve acentuado entre los más pobres, las muestras de cariño y la súplica confiada a la Madre de Dios son moneda corriente entre ellos. Mirando esta presencia especial de María en la vida del pueblo, no parece exagerado pensar que hay un amor muy especial de Ella hacia sus hijos más pobres de Latinoamérica. Ella les toca el corazón, los llama, los reúne como hermanos y les da el consuelo necesario para los sufrimientos de la vida. En el dolor, en la angustia, Ella les repite incansablemente al oído: “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?” (Nican Mopohua, 119).</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Para el acompañamiento pastoral de nuestro pueblo, nos parece valioso reflexionar sobre esta relación tan especial que tiene la Madre de Dios con sus hijos más pequeños. El padre Rafael Tello consideró teológicamente muchos aspectos de la vida del pueblo, entre ellos solía destacar la relevancia que tenía este amor entrañable entre la Virgen y los más pobres de América Latina. En este pequeño folleto intentaremos presentar algunas de sus enseñanzas sobre este tema.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Tomaremos tres ideas que nos parecen centrales en la reflexión de Tello a este respecto y las desarrollaremos en sendos apartados. El primer punto tratará de la presencia de la Virgen en el proceso histórico de Latinoamérica. En nuestro continente, como fruto del mestizaje entre el indio y el europeo, nace una nueva forma cultural de vivir la fe cristiana, Puebla lo llama una “originalidad histórica cultural” (DP 446). Juan Pablo II lo decía al inaugurar la Conferencia de Santo Domingo: “En los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo”. Este pueblo mestizo desciende de los primeros aborígenes, que tomaron la fe del español, aunque no tomaron su modo de vida. Revisando la historia de la evangelización de América puede verse que la Virgen jugó un papel determinante en la configuración religiosa de este nuevo pueblo. Tanto, que Juan Pablo II dirá que Ella y “sus misterios pertenecen a la identidad propia de estos pueblos y caracterizan su piedad popular”. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">En el segundo apartado veremos la significación teológica que encierra una de las devociones más populares en América Latina: la Inmaculada Concepción. Tello cree que el pueblo es profundamente realista en cuanto a la presencia del pecado en su vida, por eso pone fervientemente sus ojos en la Inmaculada, aquella inocente a la que el mal no pudo manchar. En ella encuentra consuelo ante el dolor que causan las heridas del pecado y recupera la inocencia perdida.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">El último punto tratará de la unidad indisoluble que hay entre Jesucristo y su Madre. Intentaremos mostrar teológicamente que el pueblo al amar tan intensamente a la Virgen no está cometiendo un acto de idolatría. Cristo nos dejó a María como madre nuestra, y está tan unido a ella que puede decirse –en sana doctrina católica- que Cristo sólo no existe. Pensar que el hombre puede llegar a Dios uniéndose a un Cristo aislado de María es caer en un falso cristocentrismo. Este prejuicio se ha extendido mucho entre los agentes de pastoral, tal vez por una sutil influencia de la mentalidad protestante. Nuestro pueblo es ajeno a estas discusiones teológicas pero sabe que la Virgen está estrechamente unida a Dios y que al amar a la Virgen está amando a Dios.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><strong>1. La Virgen en la evangelización de América Latina</strong></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><em>1.1 Presencia de María en el proceso histórico de Latinoamérica.</em></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">La Virgen María, a través de sus distintas advocaciones, está muy presente en el proceso histórico de Latinoamérica. En 1531, pocos años después de la llegada de los españoles, se iba anunciando el futuro mestizaje, en las calles de Tenochtitlán deambulaban abandonados los primeros niños mestizos, “buscando de comer lo que dejan los puercos y los perros”. Es ahí cuando, en la tilma del indio Juan Diego se aparece milagrosamente la Virgen de Guadalupe tomando el rostro de los más sufridos: un rostro mestizo. En esa misma década –y como consecuencia de esta aparición- comienzan los indios a acudir masivamente a pedir el bautismo, un cronista de la época cuenta que “eran tantos los que en aquellos tiempos venían al bautismo, que a los ministros que bautizaban, muchas veces les acontecía no poder alzar el brazo”. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Desde Guadalupe la presencia de la Virgen se extenderá a todo el continente. En 1536, en Cuzco la aparición de la Virgen de la Descensión en defensa de los españoles que con su luz y su belleza comienza a convertir a los indios. Más tarde, en 1651, la Virgen con el Niño en brazos se aparece a una de las numerosas tribus indígenas de Venezuela, la de los indios cospes en Guanare, en continua guerra con los españoles. Luego se trasladó a Coromoto y hoy es patrona de Venezuela. En Argentina, en 1630 se produce el llamado milagro de Luján que impacta sobre todo en el pueblo pobre representado en el Negro Manuel, y que llega a interesar a gente de mayor posición social, pero no precisamente de conducta “ejemplar”. También la Virgen del Valle y la de Itatí acompañan al pueblo argentino desde el siglo XVII. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Siempre estas manifestaciones comienzan entre los más pobres, y desde ellos se extiende al resto. Tello lo explica con llaneza en un encuentro con sacerdotes en 1985: “María, evangeliza a través de la imagen, desde los pobres. Creo que es un elemento fundamental. No se hace al margen de la jerarquía, pero se hace desde los pobres. Al indio Juan Diego lo manda a hablarle al obispo. En Venezuela le dice andá bautizate. En Luján la traslada la jerarquía a Luján. No en contra de la jerarquía, no al margen de la jerarquía, sino con la jerarquía. Da la impresión que le cuesta mucho más a la Virgen mover a la jerarquía que mover al pobre. Esto también tenemos que aplicárnoslo nosotros”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Todo esto nos permite hablar de una especialísima intervención de la Virgen en la evangelización de América, María –a través de sus imágenes- está en la raíz de la primera evangelización. Juan Pablo II dirá que “América Latina se ha convertido en la tierra de la nueva visitación. Porque sus habitantes han acogido a Cristo, traído en cierto sentido en el seno de María” . Contemplar esta obra de Dios en nuestro continente es lo que lo lleva a Tello a afirmar que es la Virgen quien evangelizó a América, o mejor, que “Dios le dio América Latina a la Virgen” . </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><em>1.2 María es la Madre que reúne sus hijos</em></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Cuando había llegado la hora en que consumaría la obra del Padre, pocos segundos antes de proclamar que todo se ha cumplido y entregar su espíritu, Jesús nos deja a su Madre como Madre nuestra. Ese “Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,27) que pronuncia en la cruz es mucho más que una preocupación piadosa de Jesús hacia su Madre. Como explica R. Brown se trata de una fórmula de revelación: “En estas fórmulas, el personaje que habla revela el misterio de la especial misión salvífica que habrá de asumir aquél a quien se dirige (por ej. Juan Bautista. ‘He aquí al Cordero de Dios’ o en sinópticos: ‘Tú eres Pedro’). La filiación y la maternidad que se proclaman de este modo desde la cruz tienen un valor definido en los planes de Dios y guardan relación con lo que acontece al ser elevado Jesús sobre la cruz. El versículo que sigue en Juan a este episodio sugiere que hay en todo ello un significado más profundo: ‘Después de esto sabiendo Jesús que todo quedaba terminado’. La decisión tomada por Jesús con respecto a su Madre y al discípulo amado viene a completar la obra que el Padre le había encomendado y sirve para dar cumplimiento a la Escritura”. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">En estas últimas palabras de Jesús, la tradición católica ha interpretado que se nos revela la maternidad espiritual de María sobre los creyentes. Al pie de la cruz, en la hora en que somos creados de nuevo, somos engendrados –ahora sí con dolores de parto- como hijos de la Virgen. Cristo nos “atrae a todos hacia sí” (Jn 12,32) y nos envía hacia ella: “Ahí tienes a tu madre”. Vamos a María porque es la voluntad de Dios y en Ella encontramos a Cristo. Los pueblos de América Latina han aprendido a ir “A Cristo por María”. A esta conocida fórmula, Tello solía complementarla con la expresión “A María por Cristo”, ya que recurrimos a María porque Cristo así lo manda.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Y es Ella quien, como una madre con sus hijos, va reuniendo al pueblo a su alrededor. El indio que ve destruido su orden social por la conquista, a través del bautismo y de la Virgen va encontrando un lugar. Esto lo explicaba el padre Tello a un grupo de sacerdotes en 1977: “En la fe lo que es anunciado en un lugar central es María. María es precisamente la madre, y después es virgen. Y la madre es el regazo protector, la madre es la que acoge, la que reúne, la que protege, la que de algún modo pone un calor humano. La figura de María como madre en un mundo de hombres tan desamparados, tan destruidos en su vida comunitaria, tan sin nombre... la Virgen es la que acoge, la que reúne, la que de algún modo da ese calor maternal. Y la que a través del bautismo, -a través de su Hijo, por eso María va a ser siempre la que da a Cristo, la que por medio de Cristo; y a Cristo se lo recibe, se participa de Cristo por el bautismo- hace formar parte de una comunidad humana.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">No solamente forma parte de la comunidad de los hijos de Dios como comunión de los santos, sino que es por medio de María que se siente la participación en una comunidad humana. Es por mediación de María que el indio experimenta, tiene la experiencia de volver a ser miembro de una comunidad sensible, histórica. Y es también a través del bautismo, Cristo, y la mediación de María la Madre, por quien el indio recibe una identidad, un nombre, se reconoce a sí mismo… Lo que le pasó al indio se repetirá en el mestizo y se sigue repitiendo en el pueblo criollo... María siempre ha estado sigue y seguirá estando en nuestro pueblo como lo estuvo con el indio y con el mestizo”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">El milagro de Luján también atestigua este nucleamiento del pueblo alrededor de la Madre. Con un comienzo muy modesto, unos troperos (que muy probablemente eran contrabandistas) y un negro esclavo, poco a poco y comenzando por los más pobres fue formándose un pueblo en torno a la pequeña imagen de la Inmaculada. “La primera fundadora de esta villa” reza la rayera. Tello ve aquí que la función de la Virgen de Luján es ayudar a la fundación de la Nación: “La Virgen nace claramente con una intención de formación o ayuda para constituir el pueblo argentino… Aunque cuando aparece la Virgen no existe la Argentina, yo creo que se puede decir que la Virgen nace para formar la Argentina, para ayudar a la formación de ella. Primero actúa en un radio reducido de gente pobre, la cuida un negro esclavo… Luego es trasladada a Luján por Ana de Matos (una viuda alegre que tenía tres hijos que no eran de su marido dice Presas)… A través de ella, la Virgen de Luján es la primera fundadora de la Villa de Luján. Y Luján es un lugar de avanzada contra los malones de indios. Tiene una importancia religiosa muy grande, de tal modo que los próceres de la patria van a Luján a buscar la protección de la Virgen. Por ejemplo en las invasiones inglesas Pueyrredón va Luján, Belgrano antes de ir a defender la navegación de los ríos en el norte, crea la bandera después de pasar por Luján; hay varios casos…”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><em>1.3 Las imágenes marianas y la evangelización </em></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Las imágenes religiosas –especialmente las marianas- juegan un papel muy importante en la evangelización de América. Para el pueblo, la Virgen no es simplemente María considerada universalmente. El pueblo reconoce a la Virgen en advocaciones concretas, ligadas a su proceso histórico y generalmente ligadas de modo milagroso a un lugar. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Las imágenes de la Virgen entran a formar parte de la identidad histórica de cada población. De tal modo, que Puebla enseña que la identidad latinoamericana “se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guadalupe que se yergue al inicio de la Evangelización” (DP 446). En ella se identifican como hermanos frente a otros (esto es muy notable en las comunidades de bolivianos, peruanos y paraguayos que viven en Argentina, traen sus imágenes y recrean sus identidades alrededor de sus fiestas).</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">La importancia de las imágenes para la evangelización está largamente atestiguada en la tradición de la Iglesia. Ya el II Concilio de Nicea (año 787) decía que “el honor de la imagen, se dirige al original, y el que adora una imagen, adora a la persona en ella representada” (Dz 302). Creemos que esto mismo es lo que vive intensamente el pueblo latinoamericano. Ante las efusivas muestras de amor a la Madre que se ven en nuestro pueblo, no parece desproporcionado pensar que tanto cariño y tanta emoción brotan del sentimiento de estar ante la mismísima Virgen en persona. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">La medalla de la Virgen. La teología de Tello es efectivamente orientada hacia la pastoral. Por eso, no se conformaba con explicar la relevancia de las imágenes marianas para la evangelización, iba más allá y promovía que se fabricaran imágenes bellas y a bajo costo para que se difundan entre los más pobres. El lema era “En cada casa una imagen, en cada barrio una ermita”, a lo que luego se agregó “en cada pecho una medalla”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Una especial riqueza encontraba Tello en la costumbre popular de llevar una medalla de la Virgen. En un encuentro con sacerdotes en 1985 decía: “¿Qué es llevar la Virgen? Llevar la Virgen colgada al cuello, es llevar la Virgen sobre la carne, sobre el cuerpo. Tal vez ustedes no lo hayan advertido pero a mí me parece que la gente del pueblo cuando quiere llevar la Virgen es eso: llevar la Virgen pero llevarla sobre su cuerpo, sobre su carne; es como sellarse la carne con la Virgen o con Cristo. Me parece que para la gente es muy importante llevar sobre su cuerpo la imagen de la Virgen, para el cristiano popular”. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">También explicaba las raíces históricas de esta práctica: “Acá probablemente en el siglo XVIII y manifiestamente en el XIX salió una cinta celeste y blanca con la medida de la Virgen: 38 centímetros, la altura de la Virgen de Luján. ¿Qué es la medida de la Virgen que antes se la llevaba puesta? La Virgen de Luján, los soldados que iban a pelear con los ingleses (los ingleses después los barrían), se ponían la medida de la Virgen. Era una manera como de revestirse de la Virgen. El bautismo reviste de Cristo, pero vaya a saber, eso no se ve mucho. En cambio está revestido de la Virgen. Hoy día revestirse de la Virgen es más visible, más eficaz. Y yo creo que se va a extender mucho. Es revestirse de la Virgen poniéndole la medalla al cuello, con un ceremonial que cambiará supongo, que es muy sencillo, muy lindo, dice mucho. El ceremonial en un principio era: ¿cómo te llamás? El nombre; ‘la Virgen es tu madre’ o ‘¿la quieres aceptar como madre?’; bueno, andá a entenderte con la Virgen. Y que el tipo fuera a ponerse delante de la Virgen. No sé cómo es el ceremonial ahora; cada uno lo inventará a su modo; más o menos era eso”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><strong>2. La Inmaculada y el pueblo pecador</strong></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">La mayor parte de estas advocaciones marianas con las que se evangelizó a América Latina corresponden a imágenes de la Inmaculada Concepción. La Virgen de Guadalupe es la Inmaculada, del mismo modo que la Virgen de Luján, la del Valle y la de Itatí.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">El misterio de la Inmaculada Concepción nos recuerda el especial privilegio que Dios quiso concederle a María, que fue preservada de la deformación del pecado. La Inmaculada es la máxima expresión humana de la inocencia. El arte barroco lo expresa muy bien, generalmente se presenta a la Inmaculada como una jovencita. Por supuesto que María es sin pecado durante toda su vida, tanto de niña, como al pie de la cruz o en el momento de pasar de este mundo al Padre. A pesar de esto, para representar el misterio de su Inmaculada Concepción se la pinta como jovencita, desbordante de inocencia juvenil. Además, María en América es siempre jovencita, “Niña mía” la llama Juan Diego. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">En la charla con sacerdotes que citábamos, el padre Tello decía: “Cuando Santo Tomás quiere decir qué es virgen dice: es la frescura juvenil; un prado virgen. Cuando habla de la analogía dice el prado ríe; y estudia la analogía a través de la expresión el prado ríe. Es como un prado verde lleno de frescura, de un verdor que no ha sido quemado por el sol. La virginidad para Santo Tomás es el frescor de una vida y es la juventud de una vida. A través de eso va a expresar la virginidad. Y creo que en la Escritura es eso la virginidad. La Inmaculada no es la Virgen embarazada, sino la inocencia que aparece juvenil, fresca, y por eso no tiene al chico”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Además, la Inmaculada tiene una actitud de elevación al cielo, está mirando al cielo, tiende hacia Dios. Puede decirse que siempre está en un movimiento ascensional, en tensión hacia lo alto. Esto aumenta la gracilidad de su inocencia, la inocencia de la que no conoció pecado.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Nuestro pueblo percibe hondamente esta inocencia absoluta de la Inmaculada. El pueblo se sabe profundamente pecador, se siente gastado por las heridas del pecado, y encuentra consuelo en la que no conoció pecado. Es como un terreno quemado por el sol que anhela la bendición de la nube cargada de agua.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Decía Tello en la misma charla coloquial: “Nosotros los curas hemos perdido el sentido de la Inmaculada; porque creemos, porque ya está definido. Hemos perdido el sentido humano de la Inmaculada. El sentido de sentirse pecador sin remedio. No temería decir que el pueblo se sabe pecador sin remedio, se sabe pecador hasta el fondo, pecador sin salida; y precisamente por eso es que va a mirar a la Virgen como la Inmaculada, la inocente, la sin pecado”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Pastoralmente esto tiene muchas consecuencias, la vida moderna tiende a perder el sentido del pecado, incluso los pastores muchas veces nos resistimos a ver la presencia del pecado en nuestro pueblo. En cambio el pueblo es más realista, y porque se siente muy pecador tiene muy presente a la Inmaculada. Desde el barro del pecado eleva sus ojos a la pureza de la Madre e invocándola en el “Ave María Purísima” de algún modo encuentra consuelo, recupera algo de su inocencia. Al confiarse en la “Reina y Madre de misericordia” el pueblo halla la inocencia perdida, según Tello esto es profundamente cristiano ya que la redención es eso, recomponernos de las heridas del pecado y recuperar la inocencia.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">La Inmaculada es también la llena de gracia, la mujer llena del amor de Dios, la que enamora a Dios. Aquella en cuya belleza “todo un Dios se recrea”. Como un artista, que obra inspirado por el amor de una mujer, así Dios obra la creación y la redención enamorado de María. Ella está no sólo al principio de la redención, sino también al principio de la creación. La Iglesia aplica a María las palabras de Prov 8,22: “la sabiduría estaba al principio con Dios y jugaba con Dios”. Y volvemos a recurrir a la frescura de las propias palabras de Tello: </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">“María es la mujer de la cual Dios se ha enamorado e inspirado en la cual y con la cual crea toda la belleza de la naturaleza. Y eso es otra cosa que ve nuestro pueblo. Todo el arte barroco es eso. Toda la naturaleza, las frutas, los animales, las plantas, la tierra, la luna, el sol, toda la naturaleza entra a formar parte de ese culto, de esa relación con Dios. No es una relación con un Dios espiritual y abstracto, sino que es el hombre con toda la naturaleza el que está en relación con Dios…</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Nuestro pueblo ve que por la mediación de María la Inmaculada, la llena de gracia, la toda bella, toda la creación está como amasada en el amor de Dios. El amor de Dios se extiende a la creación, a la criatura, a la naturaleza a través del amor a María.”</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Por otra parte, la Virgen como mujer nos hace más cercano a Dios. Nuestra gente sabe que Dios es Padre y un Padre creador, pero la figura del padre en nuestro horizonte cultural está ligada a la idea de autoridad, de dominio. Esta figura se vincula fácilmente a la noción de señor. Esto hace que se pueda sentir algo lejano a un Dios que es Padre. En cambio la imagen de la madre remite a la ternura, a la comprensión, al cariño, a la accesibilidad, en definitiva a la cercanía. Son dos aspectos del amor de Dios que se expresan en la distinción de sexos. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">María, entonces, es la Mamita Virgen que nos hace cercana, suave, accesible la figura de Dios Padre, nos muestra el “rostro maternal de Dios”. A través de su mirada de Madre se derrama toda la ternura del amor de Dios. María es la mujer que mueve el corazón de Dios, lo acerca a sus hijos, es la que de algún modo hace de puente. Esta es una verdad que ha calado hondo en el alma del pueblo latinoamericano que la invoca como “vida, dulzura y esperanza nuestra”. Dirá Tello: “porque se siente pecador, porque se sabe pecador, porque se sabe que no es digno de Dios, recurre a la ternura, a la accesibilidad, al cariño, a la comprensión de la mujer amada de Dios, que se transforma en la intercesora, el puente, la que hace cercano a Dios al corazón del hombre”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><strong>3. María y Cristo son “uno”</strong></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Como ya hemos señalado, la devoción a María se expresa intensamente en nuestras tierras. Al contemplar tanto fervor mariano, algunos creen que el hecho de que las mayores manifestaciones de cariño y devoción sean hacia María es un indicador de que hay una fe “deformada”, que le da más valor a la Madre de Dios que al mismo Dios. Como si en la fe vivida por el pueblo hubiera una preeminencia mariana inadecuada, que lleva a rendirle a María un culto de idolatría.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Rafael Tello meditó profundamente sobre esta cuestión. Él no creía que este afecto del pueblo por la Virgen estuviera fuera de quicio. Más bien veía que el pueblo, al amarla tan intensamente estaba mostrando que percibía –por gracia de Dios seguramente- una verdad de fe muy importante: la Virgen María está indisolublemente unida a Cristo. Para el pueblo, Cristo solo no existe, como tampoco existe la Madre separada del Hijo. Esto es algo doctrinalmente ortodoxo y que no siempre entienden quienes juzgan que el pueblo ama “excesivamente” a la Virgen.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">En varias oportunidades, Tello explicaba teológicamente como es esa unión indisoluble entre la Madre y el Hijo. Este teólogo sostiene que para la tradición de la Iglesia, Cristo y María son “uno”. Por supuesto que mantiene que son personas distintísimas (una es creada y la otra increada) y que de ningún modo esta unidad debe entenderse como una unidad ontológica. Aún así, Cristo se ha unido a todos los hombres, que son miembros suyos, es unum con su Iglesia (cfr. Jn 17,22). En primer lugar, de modo eminente, se ha unido a la Virgen.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Parte de esta explicación tiene un fuerte argumento de autoridad. En 1854 Pio IX declara el dogma de la Inmaculada Concepción con la bula Ineffabilis Deus. Allí enseña que Dios estableció “con el mismo decreto el origen de María y la encarnación de la divina Sabiduría”. En una conversación en el año 2000 en la que Tello comentaba esta bula papal decía: “Esto significa lo siguiente: que cuando Dios mira a Cristo y determina que Cristo exista, en el mismo momento, en el mismo acto intelectual con que lo ve y lo determina a Cristo, la ve y la determina a la Virgen. (Habría mucho que explicar sobre esto). Cristo no existe en la mente de Dios, que es el modo principal de existir, sin la Virgen. Cristo lo que es, es según la concepción de Dios. Todo lo que es Cristo, es lo que Dios ha concebido y ha querido para Cristo. Y Dios ha concebido a Cristo junto con María. Por eso yo digo esa fórmula: Cristo no existe sin María. No existe en la mente de Dios. No existe el concepto mismo de Cristo Ungido como Mediador sin María.” </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Dios mismo la ideó a María y la quiso unida a Cristo de modo estrechísimo e indisoluble. Y el hombre no ha de separar lo que Dios ha unido. Esta unidad tan fuerte entre Cristo y María es lo que el pueblo conoce -sin atinar a formularlo- y expresa en sus devociones marianas. Ese “Dios y la Virgen” siempre a flor de labios en nuestro pueblo es un signo elocuente de esto. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Por otra parte, Tello explica que Cristo y María son el fin de la vida del hombre. Dios es la bienaventuranza eterna, la salvación misma. Y Cristo, que es Dios y hombre, en cuanto Dios es término de nuestra salvación y en cuanto hombre es medio, agente, autor de nuestra salvación. La Virgen María, al ser “uno” con Él también puede considerarse como formando parte del término de nuestra salvación. Pero leamos algunos párrafos de un apunte del mismo Tello para entender mejor esta cuestión tan delicada:</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">“La Virgen María está, como es obvio, unida a la humanidad, a toda la humanidad de Jesús, pero por ser Madre de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad también está intrínseca, íntima, estrecha e indisolublemente unida a la divinidad. Y así como Cristo es medio y es fin de la salvación de los hombres, la Virgen María lo complementa en ambos aspectos: como medio y como término de la salvación. Esto es muy importante percibirlo para entender mejor a la Virgen, pero también lo es para poder entender la fe y devoción de nuestro pueblo cristiano.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Cristo, Dios hecho hombre, es término y es medio de la salvación, pero el término y fin racionalmente es primero que el medio, por eso -si se puede hablar así- Cristo es ante todo la misma Salvación, término querido. Luego, consecuentemente es también medio y camino de salvación. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Dado que la Virgen es “uno” con Cristo, ligada indisolublemente con Él como hombre y como Dios, ella también es primariamente y ante todo parte de la salvación misma (forma intrínsecamente parte del término) y consecuentemente forma parte asimismo del medio y camino, cooperando de muchas maneras con las obras de la salvación.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">A Cristo le fue dada por el Padre la salvación, para que Él, Dios-hombre, sea la salvación misma y para que Él la realice. Pero con Cristo y siendo “uno” con Él, puso a la Virgen para que sea también parte de la salvación y para que sea parte en su realización, ella es participadamente término y medio. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Por tanto, negar que la Virgen sea medio -y un medio privilegiado para obtener la salvación- es un error contra la enseñanza divina, pero negar que forma parte del término -y en este sentido es término- también es un error y en cierto sentido más grave. Aunque esto último no se niegue formalmente, minimizar que sea término o callarlo de costumbre y sólo dirigirse a Ella como medio, parece ser una actitud menos recta.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Nuestro pueblo ve siempre a la Virgen junto con Dios, como formando parte del complejo divino que da el sentido último a la vida del hombre. De acuerdo con lo que puede ser considerado un elemento esencial de la revelación de Jesucristo ve a Dios como Padre y a la Virgen María (que es el “rostro maternal de Dios”, según el Papa) la ve como Madre (unida a Dios, de parte de Dios) con todo lo que dicho concepto y término -“madre”- significa para nosotros en nuestra cultura.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Junto con eso la reconoce como medio excelso y singular de salvación, pues la madre no abandona a sus hijos y está siempre con ellos.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">La posición de nuestro pueblo con respecto a la Virgen -a la que ve siempre del lado de Dios a quien con razón considera principio y fin o término de la vida- es pues plenamente ortodoxa y en cierta manera es más verdadera que otras posiciones que también se dan en la Iglesia y que consideran a la Virgen prácticamente sólo como medio para la salvación”. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Es por esto que Tello cree que es un error utilizar a la Virgen como un instrumento para anunciar a Cristo. Así como a Cristo no se lo instrumenta para llegar a Dios, tampoco a María hay que usarla como instrumento para llegar a Cristo. Eso sería separarlos en aras de un falso “cristocentrismo”. Pero Cristo sólo no existe, por eso el verdadero cristocentrismo es ser también mariano. Nadie dudaría del cristocentrismo de Juan Pablo II a pesar del lema apasionadamente mariano de su escudo: Totus tuus. Si algunos en la Iglesia piensan que puede anunciarse a Cristo sin María, o dejándole a ella sólo un lugar accidental, tal vez sea por influencia de la mentalidad protestante, siempre temerosa de que la devoción mariana coloque a la Virgen en un lugar que menoscabe la única mediación de Cristo. Tello sostiene que en la evangelización, el anuncio debe ser de Cristo y María porque están estrechamente unidos. Cuando el pueblo crece en amor a la Virgen, conjuntamente crece en amor a Cristo.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"><strong>Conclusión</strong></div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Este folleto sólo intenta presentar someramente algunas enseñanzas del padre Tello sobre la Virgen. Ciertamente que muchos de los temas requieren una mayor explicitación pero esperamos que lo dicho sea suficiente para ayudar a sacerdotes y laicos interesados en conocer y acompañar la vida cristiana del pueblo pobre latinoamericano.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Creemos que así como María fue la estrella de la evangelización de América Latina, debe serlo de la Nueva Evangelización. Tello insistía en que sin la Virgen, o con Ella sólo como un instrumento no tendremos las fuerzas que se necesitan para continuar y completar la primera evangelización. Alguna vez lo formuló incisivamente: “La Nueva Evangelización será con la Virgen o no será”.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Por eso, para ser fieles a la misión de evangelizar a nuestro pueblo, vemos necesario esforzarnos por conocer cada día más cuales son los caminos por donde fluye este amor tan especial entre la Virgen y sus hijos más pobres, a quienes guardará siempre en sus ojos como guarda a Juan Diego reflejado en sus pupilas. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify">Y esperamos, y hacemos votos, para que este conocimiento nos impulse a gozarnos en la vida cristiana de nuestro pueblo, que responde a la mirada compasiva de María ofreciéndole filialmente “alma, vida y corazón”.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4765331549085871090.post-50709944813129794022009-12-07T11:34:00.000-08:002010-04-17T07:33:38.560-07:00El tesoro escondido de Aparecida: La espiritualidad popular<div style="text-align: right;"><em><span style="font-size: x-small;">(Un resumen de este escrito puede verse en </span></em></div><div style="text-align: right;"><em><span style="font-size: x-small;">Vida Pastoral 282: </span></em><a href="http://www.san-pablo.com.ar/vidapastoral/?seccion=articulos&id=410"><em><span style="font-size: x-small;">http://www.san-pablo.com.ar/vidapastoral/?seccion=articulos&id=410</span></em></a><em><span style="font-size: x-small;">)</span></em></div><br />
En octubre de 1492 tres naves anclan en tierra americana y se produce un colosal encuentro entre dos mundos. En 1524 un grupo de franciscanos, conocidos como los doce apóstoles, entra en la ciudad de Moctezuma vestidos poco más que con harapos.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title="">[1]</a> Su intención: predicar la fe en Cristo, que con su muerte y resurrección nos libra de todos los males. Para ese entonces, ya hacía cuatro años que Hernán Cortés estaba entre los aztecas. Sus motivaciones no eran tan nobles como las de los religiosos, su sed de oro superaba en mucho a su sed de almas. En 1531, cuando podían verse abandonados en las calles de Tenochtitlán a los primeros niños mestizos, “buscando de comer lo que dejan los puercos y los perros”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn2" name="_ftnref2" style="mso-footnote-id: ftn2;" title="">[2]</a>, en la tilma del indio Juan Diego –“un hombre de campo, un cola”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn3" name="_ftnref3" style="mso-footnote-id: ftn3;" title="">[3]</a>- se aparece milagrosamente la Virgen de Guadalupe con rostro mestizo. En esa misma década comienzan los indios a acudir masivamente a pedir el bautismo, “eran tantos los que en aquellos tiempos venían al bautismo, que a los ministros que bautizaban, muchas veces les acontecía no poder alzar el brazo”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn4" name="_ftnref4" style="mso-footnote-id: ftn4;" title="">[4]</a><br />
Estos son sólo algunos de los trazos iniciales de este gran cuadro que es América Latina. Se trata de una “originalidad histórica cultural”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn5" name="_ftnref5" style="mso-footnote-id: ftn5;" title="">[5]</a> como dice bellamente Puebla al referirse a la encarnación del evangelio en los pueblos de esta tierra. Durante estos veinte siglos de cristianismo muchas fueron las culturas fecundadas con la fe que anuncia la Iglesia de Cristo. Serían incontables las civilizaciones que recibieron el evangelio y quedaron así “íntimamente transformadas”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn6" name="_ftnref6" style="mso-footnote-id: ftn6;" title="">[6]</a>, con los valores evangélicos en su núcleo principal y con gran variedad en las manifestaciones de esa religiosidad. La historia es testigo de gran cantidad de formas culturales de vivir la fe cristiana.<br />
Juan Pablo II lo decía al inaugurar la Conferencia de Santo Domingo: “En los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo”. El mutuo descubrimiento de América y Europa generó una nueva cultura, mestiza, un pueblo nuevo, con un modo nuevo de expresar su fe cristiana. Este pueblo mestizo desciende de los primeros aborígenes, que tomaron la fe del español, aunque no tomaron su modo de vida. Un pueblo que se fraguó en el dolor, en la pobreza, en la dominación, pero también en la escucha de una voz consoladora que le dice: “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn7" name="_ftnref7" style="mso-footnote-id: ftn7;" title="">[7]</a><br />
Hoy en día, son millones los latinoamericanos que viven su vida marcada por los sufrimientos propios de la pobreza, con grandes dificultades para conseguir lo mínimo indispensable para alimentarse, para abrigarse o para cuidar de su salud. Aun así, no es difícil descubrir que viven esa vida con fe en Cristo -un sufriente como ellos-, con la esperanza que da sentir que Dios y la Virgen caminan a su lado, y con la caridad que sólo suele verse en esos ambientes humildes, refractarios a la prédica individualista de la sociedad moderna. Es un “modo propio de vivir la fe”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn8" name="_ftnref8" style="mso-footnote-id: ftn8;" title="">[8]</a> cristiana por el que el Espíritu de Dios lleva a la mayoría del pueblo pobre latinoamericano y que Aparecida considera una verdadera espiritualidad -como otras que hay y ha habido en la Iglesia- una “espiritualidad popular”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn9" name="_ftnref9" style="mso-footnote-id: ftn9;" title="">[9]</a><br />
Desde Medellín (1968) en adelante, el Magisterio latinoamericano ha reflexionado en repetidas ocasiones sobre este modo original de vivir la fe cristiana que se desarrolló en este continente. Si bien son muchos los aspectos de este fenómeno sobre los que aun resta arrojar alguna luz, es notable el proceso de maduración que puede percibirse en la reflexión de los pastores de la Iglesia acerca de este tema. Aparecida representa un punto alto de esta reflexión al describir algunas facetas de esta espiritualidad popular y enseñar que no podemos considerarla como un “modo secundario de vivir la vida cristiana”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn10" name="_ftnref10" style="mso-footnote-id: ftn10;" title="">[10]</a><br />
Para presentar adecuadamente la enseñanza de Aparecida sobre la espiritualidad popular nos proponemos, en primer lugar, adoptar una perspectiva diacrónica y hacer un somero recorrido histórico por la reflexión del magisterio latinoamericano sobre el tema. Luego intentaremos establecer algunas cuestiones terminológicas que puedan ayudar en la comprensión de este fenómeno. Sobre esta base, en tercer lugar, haremos un análisis sincrónico de la enseñanza de Aparecida sobre espiritualidad popular y, por último intentaremos plantear algunas de las cuestiones que quedan abiertas para una profundización en el conocimiento de este modo de vivir la fe por el que el Espíritu Santo lleva a tantos latinoamericanos.<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021660"><span style="font-size: large;">1. El camino recorrido hasta Aparecida</span></a><br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021661">1.1 Antes de Medellín</a><br />
En la II Conferencia General del Episcopado latinoamericano celebrada en Medellín en 1968 encontramos la primera reflexión del magisterio sobre el fenómeno. Anteriormente, tanto la Conferencia de Río en 1955 como el Concilio Plenario Latinoamericano (CPLA) celebrado en Roma en 1899 no se habían detenido especialmente en el tema.<br />
Si bien no se dedicó a reflexionar sobre la religiosidad popular, el CPLA no manifiesta una actitud contraria ante ella, más bien hizo referencia a diversas prácticas (culto a las reliquias e imágenes, peregrinaciones, etc.) y en ningún caso señaló abusos o desviaciones de importancia respecto a la doctrina católica. Estos decretos evidencian la atmósfera del catolicismo popular que se vivía y que los obispos aceptan como expresión natural de la fe del pueblo. Puede decirse que la piedad popular no presentaba problemas serios en esos tiempos.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn11" name="_ftnref11" style="mso-footnote-id: ftn11;" title="">[11]</a><br />
Al celebrarse la Conferencia de Río todavía parece ser un fenómeno pacífico la religiosidad popular, se reconoce con alegría que el pueblo tenía una profunda religiosidad, aunque se advierte el peligro de algunas manifestaciones de credulidad excesiva.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn12" name="_ftnref12" style="mso-footnote-id: ftn12;" title="">[12]</a><br />
Los años transcurridos entre Río y Medellín vieron despertar la controversia acerca de la valoración de la religiosidad popular. A partir de la década del sesenta se manifestó nítidamente una separación entre la práctica religiosa de las élites católicas y el comportamiento religioso popular de las masas. Desde los sectores cultos se empezó a considerar a estas expresiones religiosas como resabio de un pasado que era necesario superar y hasta como un obstáculo para la transformación social que el continente necesita. La veían como una expresión propia del período colonial, donde consideraban que –bajo el régimen del Patronato- la Iglesia sólo habría funcionado como un apéndice del sistema de dominación colonial.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn13" name="_ftnref13" style="mso-footnote-id: ftn13;" title="">[13]</a> Por momentos, se simplificaba el problema viéndolo en términos de oposición entre la religión de las masas y la Iglesia oficial considerada como una élite comprometida con la transformación social de América Latina. También desde sectores conservadores de mentalidad ilustrada, que intentaban vivir la fe de un modo más racional, la religiosidad popular era menospreciada.<br />
El Concilio Vaticano II no trató directamente el tema pero abrió cauces que luego se aprovecharían para reflexionar sobre la religiosidad popular. Las enseñanzas de Gaudium et Spes acerca de la cultura y la consideración de la Iglesia como pueblo de Dios presente en Lumen Gentium fueron decisivas para la teología que se desarrolló luego del concilio en torno a la piedad popular.<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021662">1.2 Medellín: la religiosidad popular contiene “semillas del verbo”</a><br />
Medellín presenta un punto de inflexión en esta reflexión. Siguiendo la huella del Vaticano II, la II Conferencia plantea la necesidad de que la Iglesia –para cumplir su misión evangelizadora- se adapte a las diferentes culturas e intente incorporar a todos los hombres, con sus distintos tipos de religiosidad. Para esto, es necesario adoptar una nueva pedagogía pastoral que lleve al pueblo a su conversión a partir de sus manifestaciones religiosas, que será preciso conocer y valorar, ya que en ellas se da una secreta presencia de Dios (AG 9).<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn14" name="_ftnref14" style="mso-footnote-id: ftn14;" title="">[14]</a><br />
Esto hace que Medellín ponga su atención en el fenómeno de la religiosidad popular y arroje una nueva luz sobre el tema. En el contexto de una Iglesia que busca estar al lado de los pobres, Medellín rechaza las interpretaciones simplistas y despectivas que venían haciéndose sobre sus expresiones religiosas, declara que para entenderlas “no se puede partir de la interpretación cultural occidentalizada, propia de las clases media y alta urbana” (VI, 4) y llama a que se realicen “estudios serios y sistemáticos” (VI, 10) sobre ellas.<br />
El documento de Pastoral Popular –el sexto- describe algunos aspectos de la religiosidad popular marcando varias de sus riquezas y señalando los riesgos de desviaciones. Enseña que es “fruto de la evangelización realizada en el tiempo de la Conquista” (VI, 2) y que es una “religiosidad de votos y promesas, de peregrinaciones y de un sinnúmero de devociones, basada en la recepción de los sacramentos, especialmente del bautismo y de la primera comunión” (VI, 2). Encuentra en estas expresiones religiosas una “enorme reserva de virtudes auténticamente cristianas, especialmente en orden a la caridad” (VI, 2).<br />
Todo esto no quita que vea en estas expresiones de fe numerosos riesgos y límites. Señala –por ejemplo- que son fácilmente influenciables por “prácticas mágicas y supersticiones” (VI, 4), que “la participación en la vida cultual oficial es casi nula” (VI, 2), y que “no se ha de suponer fácilmente la existencia de fe detrás de cualquier expresión religiosa aparentemente cristiana” (VI, 6).<br />
En definitiva, si bien tiene una mirada positiva sobre esta religiosidad, la considera aun muy incompleta, más bien como punto de partida para una religiosidad más auténtica. Estas manifestaciones religiosas son apenas “balbuceos de una auténtica religiosidad, expresada con los elementos culturales de los que se dispone” (VI, 4). En ellas se encuentran “‘semillas del Verbo’ que constituyen o pueden constituir una ‘preparación evangélica’” (VI, 5).<br />
Como podremos constatar a lo largo de este artículo, en Medellín se está lejos de la comprensión sobre la religiosidad popular a la que se llega en Aparecida. Hablar de balbuceos de una auténtica religiosidad, preparación evangélica y hasta usar la expresión patrística semillas del Verbo<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn15" name="_ftnref15" style="mso-footnote-id: ftn15;" title="">[15]</a> no parece adecuado para describir aquello que en Aparecida se considera una verdadera espiritualidad cristiana. Estas expresiones resultan ambiguas, pueden sugerir la idea de que estamos ante un fenómeno pagano aun no fecundado por la riqueza del evangelio.<br />
Pero, a pesar que Medellín ve a la religiosidad popular como algo incompleto, desea que la Iglesia la asuma decididamente, como camino para cumplir la misión de la Iglesia: “Esta religiosidad pone a la Iglesia ante el dilema de continuar siendo Iglesia universal o de convertirse en secta, al no incorporar vitalmente a sí, a aquellos hombres que se expresan con este tipo de religiosidad” (VI, 3).<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021663">1.3 San Miguel: la promesa escondida</a><br />
Pocos meses después de Medellín, los obispos argentinos se reunieron en San Miguel para adaptar las conclusiones de esta Conferencia continental a la realidad local. Se trató de una recepción creativa, haciendo una relectura del documento en el contexto de la realidad argentina y en sintonía con el “incipiente proceso de reflexión propia”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn16" name="_ftnref16" style="mso-footnote-id: ftn16;" title="">[16]</a> Fruto de este encuentro surge una declaración con una colección de documentos.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn17" name="_ftnref17" style="mso-footnote-id: ftn17;" title="">[17]</a> La redacción de los mismos fue encargada a distintas comisiones, lo que hace poco homogéneo el conjunto. El de “mayor trascendencia”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn18" name="_ftnref18" style="mso-footnote-id: ftn18;" title="">[18]</a> fue el sexto de los documentos –llamado Pastoral popular- cuya redacción fue encargada a los peritos de la COEPAL<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn19" name="_ftnref19" style="mso-footnote-id: ftn19;" title="">[19]</a>, que venían –desde 1966- trabajando en la formulación de una pastoral de conjunto que encontraba su eje en la pastoral popular.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn20" name="_ftnref20" style="mso-footnote-id: ftn20;" title="">[20]</a><br />
Este documento valora positivamente las expresiones religiosas del pueblo, pero lo hace ubicándolas en un marco más amplio. Lucio Gera –uno de los responsables de la redacción- lo explica claramente:<br />
Dentro del documento, el tema de la religiosidad popular no domina como tema específico, sino que está dentro de una cosa más amplia. Lo que domina es el tema del pueblo, que sería lo que especifica, y desde el pueblo la totalidad de sus dimensiones, entre ellas la religiosa, la expresión popular.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn21" name="_ftnref21" style="mso-footnote-id: ftn21;" title="">[21]</a><br />
En San Miguel se plantea por primera vez en la reflexión magisterial el tema del sujeto de la religiosidad popular: el pueblo. También se lo reconoce al pueblo como “sujeto y agente de la historia” (VI, 4) e inmerso en un “proceso histórico, que procede de profundas virtualidades evangélicas y encierra muchos valores cristianos” (VI, 5.1). La religiosidad popular es un elemento de la cultura del pueblo, pero “el concepto de pueblo recoge y supera al de cultura, a la vez que la hace más dinámica, no estática”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn22" name="_ftnref22" style="mso-footnote-id: ftn22;" title="">[22]</a><br />
Entendida de este modo, la pastoral popular sería la acción de la Iglesia que busca evangelizar al pueblo desde el pueblo mismo, la pastoral debe estar “orientada no solo hacia el pueblo, sino desde el pueblo mismo” (VI, 5). Para eso es necesario asumir la cultura popular y sus expresiones religiosas.<br />
En la base de esta teología del pueblo, San Miguel pone el reconocimiento de la eclesialidad de las grandes mayorías de bautizados y en ese reconocimiento fundan la certeza de ser Iglesia de Cristo y no una secta:<br />
La Iglesia en nuestra Patria reconoce como hijos suyos a la multitud de hombres y mujeres bautizados que forman la gran mayoría de la población argentina. Ella como Madre se siente obligada para con todos sus hijos, especialmente para con los más débiles, alejados, pobres y pecadores. Si no lo hiciera así o no los considerara como miembros predilectos del Pueblo de Dios, su actitud sería no de Iglesia de Cristo, sino de secta (VI, Introducción).<br />
En este marco es que los obispos, “para ser fieles al pueblo”, desean que la Iglesia acompañe al pueblo, “amándolo, escuchándolo y ayudándolo a expresarse y organizarse” (VI, 5), todo esto con una especial “solicitud por los pobres, intensificando la atención de las zonas menos desarrolladas” (VI, 5.5).<br />
Es así que la consideración sobre la religiosidad popular queda enmarcada en una reflexión más amplia, que contempla al sujeto de dicha religiosidad –el pueblo- y que propone un modo concreto –la pastoral popular- de acompañar y hacer crecer estas expresiones religiosas presentes en la vida del pueblo argentino. Después de San Miguel no volvemos a encontrar en el magisterio latinoamericano el tema de la religiosidad popular tratado en este contexto.<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021664">1.4 Evangelii Nuntiandi</a><br />
En 1975 el Papa Pablo VI ofrece a la Iglesia un inspirado documento pastoral que va a marcar su vida en las siguientes décadas: Evangelii Nuntiandi. Es la primera vez que un documento magisterial de tan alto rango se ocupa del tema. Si bien nuestro trabajo pretende dar cuenta del camino recorrido por el magisterio latinoamericano en torno a la religiosidad popular, la influencia de lo trabajado en Medellín en la Evangelii Nuntiandi y de esta última en la Conferencia de Puebla hace indispensable que nos detengamos un momento en el documento papal.<br />
No fue fácil el camino que tuvo que recorrer el tema de la piedad popular para llegar hasta la Evangelii Nuntiandi. Recordemos que este documento es la exhortación post sinodal que siguió al Sínodo de obispos de 1974. En el aporte previo al Sínodo que hizo el CELAM aparece planteado el tema, se reconoce la existencia de una teología de la religiosidad popular y se indica su potencial evangelizador en el seno de la propia Iglesia.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn23" name="_ftnref23" style="mso-footnote-id: ftn23;" title="">[23]</a> A pesar de esto, el documento preparatorio del Sínodo (Instrumentum laboris) no se hace eco de esta propuesta. Durante el transcurso del Sínodo muchos obispos latinoamericanos se refirieron a la religiosidad popular basándose en lo hablado en Medellín. Aun así, en el primer borrador del documento postsinodal no había ninguna referencia a las expresiones religiosas del pueblo.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn24" name="_ftnref24" style="mso-footnote-id: ftn24;" title="">[24]</a> Afortunadamente, esto fue corregido en la versión final y la Exhortación Apostólica trata el tema en el número 48.<br />
En este punto, el Papa reconoce que las expresiones de religiosidad popular fueron “consideradas durante largo tiempo como menos puras y a veces despreciadas”, pero que hoy están siendo revaloradas. Si bien valora positivamente la religiosidad popular no deja de señalar sus riesgos: caer en la superstición, no producir “verdadera adhesión de fe” y engendrar actitudes sectarias. A la hora de marcar los valores positivos se explaya gustosamente en las riquezas evangélicas que posee la piedad popular: “paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción”. Hasta puede percibirse cierta admiración hacia quienes viven con “esta sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” cuando reconoce que muchas de las actitudes interiores que engendra en ellos la piedad popular “raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad”. Reconoce también en estos fieles un conocimiento especial de “la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante” de Dios en sus vidas.<br />
Como último aporte de Evangelii Nuntiandi podemos agregar que presenta una novedad al designar a la religiosidad popular como piedad popular. Más adelante –al abordar las cuestiones terminológicas- volveremos sobre esto.<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021665">1.5 Puebla: la religiosidad popular contiene “frutos del evangelio”</a><br />
Se ha dicho que en la Conferencia de Puebla (1979) se redescubrió la religiosidad popular y gritó a los cuatro vientos que es el corazón de la cultura latinoamericana.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn25" name="_ftnref25" style="mso-footnote-id: ftn25;" title="">[25]</a> Efectivamente, en Puebla, el proceso de revalorización de la piedad popular termina su período apologético.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn26" name="_ftnref26" style="mso-footnote-id: ftn26;" title="">[26]</a> Ya había “cedido en intensidad el clima agresivo e hipercrítico de esta forma popular de religiosidad”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn27" name="_ftnref27" style="mso-footnote-id: ftn27;" title="">[27]</a> En el período de tiempo que separó a ambas Conferencias muchos fueron los estudios que se encararon siguiendo el pedido que hacían los obispos en Medellín (VI, 10). Lo sembrado en Medellín –cuyas primicias pudieron verse en Evangelii Nuntiandi- dio su fruto maduro en Puebla.<br />
En esta III Conferencia puede apreciarse una ponderación sobre la religiosidad popular más positiva aun que en la Conferencia anterior y que en Evangelii Nuntiandi. Si bien no deja de señalar los aspectos deficientes (DP 456, 914) y su necesidad de maduración (DP 459), recoge de una manera más firme sus valores y aspectos positivos (DP 448, 454, 913).<br />
El aporte de Puebla sobre religiosidad popular está en el contexto de la opción pastoral que proponen los obispos de evangelizar la cultura. El capítulo segundo de la segunda parte –titulado ¿Qué es evangelizar?-, comienza precisando qué se entiende por evangelización, luego trata sobre la evangelización de la cultura y señala que para lograrla “es de primera importancia atender a la religión de nuestros pueblos, no sólo asumiéndola como objeto de evangelización sino también, por estar ya evangelizada, como fuerza activamente evangelizadora” (DP 396). Luego de esto desarrolla el tópico Evangelización y religiosidad popular (DP 444-469).<br />
Desde esta perspectiva, las manifestaciones religiosas del pueblo ya no sólo tienen las riquezas de ser semillas del Verbo, sino que también tienen la fuerza de ser frutos del evangelio plantado hace cinco siglos en nuestro continente. Como ya señalamos, estas expresiones son una “fuerza activamente evangelizadora” (DP 396), por la cual el pueblo se evangeliza a sí mismo, “quienes la practican no son tan sólo objeto de evangelización sino sujetos activamente autoevangelizadores”:<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn28" name="_ftnref28" style="mso-footnote-id: ftn28;" title="">[28]</a><br />
“La religiosidad popular no solamente es objeto de evangelización sino que, en cuanto contiene encarnada la Palabra de Dios, es una forma activa con la cual el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo.” (DP 450)<br />
Mucho se había hablado antes de Puebla acerca de una supuesta dicotomía entre religiosidad popular y verdadera liberación. Algunos pensaban que el fomento de este tipo de piedad podía producir una fe alienante, que lleve al cristiano a una resignación pasiva ante el orden social injusto y lo sustraiga de una verdadera lucha por la liberación. Los obispos señalan la falsedad de esta dicotomía al enseñar que la “religiosidad del pueblo latinoamericano se convierte muchas veces en un clamor por una verdadera liberación” (DP 452). En una formulación que recuerda a la teología del pueblo subyacente en el documento de San Miguel, Puebla afirma que “el pueblo, movido por esta religiosidad, crea espacios para ejercer la fraternidad (el barrio, el sindicato, la aldea, el deporte)” (cfr. DP 452), mientras –sin desesperar- “aguarda confiadamente y con astucia los momentos oportunos para avanzar en su liberación tan ansiada” (DP 452).<br />
Puebla reafirma la “clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres” (DP 1134) hecha en Medellín y la formula explícitamente. Incluso se detiene en precisar quienes son los pobres, enumerando sus rostros (DP 31-39), “dejando claro que no son todos y por eso nadie”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn29" name="_ftnref29" style="mso-footnote-id: ftn29;" title="">[29]</a> Y son sobre todo los pobres esa “gran parte del pueblo que expresa su fe prevalentemente en la piedad popular” (DP 911). Por eso, la atención de la piedad popular no solo es indispensable –al tratarse de una “expresión de la verdadera alma del pueblo”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn30" name="_ftnref30" style="mso-footnote-id: ftn30;" title="">[30]</a>- para evangelizar la cultura, sino que debe ser consecuencia de la solicitud maternal de la Iglesia que quiere acercarse amorosamente a los “predilectos del Señor”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn31" name="_ftnref31" style="mso-footnote-id: ftn31;" title="">[31]</a> <br />
En conjunto, podemos decir que la enseñanza de Puebla sobre religiosidad popular representa un avance significativo en la valoración y comprensión del fenómeno. Sin negar que debe ser “asumido, purificado, completado y dinamizado por el Evangelio” (DP 457), pondera fuertemente su riqueza como fuerza activamente evangelizadora y señala la relevancia que tiene esta religiosidad en la cultura latinoamericana. En Puebla estamos ante el “mayor esfuerzo pastoral del siglo XX por integrar la religiosidad popular latinoamericana no solo en el entramado pastoral de la Iglesia sino también en su reflexión teológica”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn32" name="_ftnref32" style="mso-footnote-id: ftn32;" title="">[32]</a><br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021666">1.6 Santo Domingo: la religiosidad popular es un </a>forma inculturada del catolicismo<br />
El V centenario del comienzo de la evangelización en América daba el marco a la Conferencia de Santo Domingo (1992), es por eso que la consideración de nuestra historia no podía estar ausente. Esto repercute en la presentación que se hace de la religiosidad popular. En América Latina, “Dios se ha escogido un nuevo pueblo, lo ha incorporado a su designio redentor, lo ha hecho partícipe de su Espíritu”,<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn33" name="_ftnref33" style="mso-footnote-id: ftn33;" title="">[33]</a> y la religiosidad popular brota de esta presencia del Espíritu en el pueblo. En esta religiosidad puede verse el “proceso de mestizaje que es conjunción de lo perenne cristiano con lo propio de América” (DSD 18). Y “gran parte del patrimonio cristiano del continente se encuentra en las expresiones culturales y religiosas de campesinos y suburbanos” (cfr. DSD 247).<br />
En Santo Domingo, los obispos no se detienen tanto como en Puebla en la reflexión sobre la religiosidad popular. Doctrinalmente, se repite la enseñanza anterior aunque presenta un elemento novedoso: el tema de la inculturación.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn34" name="_ftnref34" style="mso-footnote-id: ftn34;" title="">[34]</a> En su discurso inaugural, el Papa presentaba a la Virgen de Guadalupe como “modelo de inculturación”. Sobre esta huella caminan los obispos cuando describen a la religiosidad popular como:<br />
“…una expresión privilegiada de la inculturación de la fe. No se trata sólo de expresiones religiosas sino también de valores, criterios, conductas y actitudes que nacen del dogma católico y constituyen la sabiduría de nuestro pueblo, formando su matriz cultural” (DSD 36).<br />
Más allá de esta formulación de la religiosidad popular como una “forma inculturada del catolicismo” (DSD 247) no encontramos elementos novedosos en la reflexión acerca de las expresiones populares de fe en el documento de Santo Domingo.<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021667">1.7 Recapitulación y conclusión</a><br />
Hemos querido hasta aquí bosquejar a grandes trazos el camino de reflexión que recorrió el magisterio latinoamericano acerca de la religiosidad popular. Llegamos así a los umbrales de la Conferencia de Aparecida habiendo repasado las primeras valoraciones que hizo el magisterio en Medellín, luego recordamos que Puebla reconoció su fuerza evangelizadora y que Santo Domingo la presentó como una expresión de la fe cristiana inculturada en nuestro pueblo.<br />
Creemos que lo presentado es suficiente para contextualizar la enseñanza de Aparecida. Aun así, somos conscientes de que lo enseñado por el magisterio hunde sus raíces en el pensamiento teológico de la época. Para un estudio más exhaustivo sobre la religiosidad popular latinoamericana sería necesaria una investigación de las enseñanzas de algunos de los teólogos que se han ocupado del tema.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn35" name="_ftnref35" style="mso-footnote-id: ftn35;" title="">[35]</a> Incluso para completar el cuadro debería hacerse una presentación de lo enseñado en otros documentos magisteriales.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn36" name="_ftnref36" style="mso-footnote-id: ftn36;" title="">[36]</a><br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021668"><span style="font-size: large;">2. Cuestiones terminológicas</span></a><br />
Para hablar sobre este “modo propio de vivir la fe” (DA 398) que tiene el pueblo pobre de Latinoamérica se han usado distintos términos. Lo más frecuente en la literatura especializada sobre el tema es usar la expresión religiosidad popular.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn37" name="_ftnref37" style="mso-footnote-id: ftn37;" title="">[37]</a> La Evangelii Nuntiandi en su célebre definición del número 48 da cuenta de este uso preferencial de religiosidad popular, pero quiere ampliar la riqueza de este concepto incluyendo otros aspectos, como –por ejemplo- las actitudes internas que engendra esta religiosidad: “paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción”. Es por eso que prefiere llamarla piedad popular más que religiosidad popular. Otros documentos ligados al magisterio papal, como Ecclesia in America y el Directorio sobre piedad popular y liturgia<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn38" name="_ftnref38" style="mso-footnote-id: ftn38;" title="">[38]</a> también se inclinan a usar la expresión piedad popular. El término piedad tiene una rica historia en la tradición de la Iglesia. Desde sus orígenes bíblicos ya se la considera como incluyendo en sí los deberes hacia Dios y hacia el prójimo. El Vocabulario de Teología Bíblica<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn39" name="_ftnref39" style="mso-footnote-id: ftn39;" title="">[39]</a> en su voz piedad nos dice: “La piedad así comprendida designa finalmente la vida cristiana con todas sus exigencias”.<br />
Evangelii Nuntiandi también utiliza la expresión religión del pueblo. Lo mismo hará Puebla, que –en un fragmento citado por Aparecida (DP 444)- hablará de catolicismo popular.<br />
También hay quienes –como Tello- prefieren hablar de cristianismo popular. Este autor distingue claramente entre religiosidad popular, que mira a la virtud de religión y cristianismo popular que mira primero y principalmente al modo de vivir las virtudes teologales.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn40" name="_ftnref40" style="mso-footnote-id: ftn40;" title="">[40]</a><br />
De este universo terminológico, Aparecida elige decididamente utilizar piedad popular e inaugura dos ricas expresiones: espiritualidad popular y mística popular. Y si bien no llegó a quedar plasmado en el documento conclusivo, en el recinto de la Conferencia se usó la erudita y precisa expresión vida teologal popular.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn41" name="_ftnref41" style="mso-footnote-id: ftn41;" title="">[41]</a><br />
Hay que tener presente que un documento de estas características no es redactado por un solo autor que puede mantener una coherencia en el uso de los términos en todos los capítulos. Es por eso que para interpretar correctamente el sentido de algunas expresiones debemos analizar el contexto en que se encuentran.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn42" name="_ftnref42" style="mso-footnote-id: ftn42;" title="">[42]</a> De ahí que si consideramos por separado el apartado que trata del tema (DA 258-265) vemos que predomina piedad popular (siete veces, una de ellas en el título mismo), seguida de espiritualidad popular (cinco veces) y mística popular (una vez), mientras que expresiones como religiosidad popular, religión del pueblo y catolicismo popular aparecen sólo una vez, pero siempre dentro de citas de otros textos. En el resto del documento sólo encontramos religiosidad popular (nueve veces), siguiendo así el uso más extendido en los ambientes de reflexión.<br />
Una vez presentadas las seis expresiones que encontramos en los puntos 258-265 tenemos que decir que -más allá de los matices propios de cada término-, Aparecida las usa indistintamente. Es clara la preferencia por piedad popular, pero al usarla se refiere siempre a “la manera legítima de vivir la fe de los pobres de este continente” (cfr. DA 264), que es la misma realidad significada con las voces espiritualidad popular y mística popular.<br />
Aun así, cada término guarda una riqueza de sentido que nos ayuda a percibir distintos aspectos de lo que quiere expresarse. Al hablar de espiritualidad popular se nos llama la atención sobre el hecho de que este modo de vivir la fe es una verdadera espiritualidad, como otras que se han dado en la historia de la Iglesia. Según Víctor Fernández<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn43" name="_ftnref43" style="mso-footnote-id: ftn43;" title="">[43]</a> –uno de los peritos que trabajó en la redacción de este fragmento del documento<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn44" name="_ftnref44" style="mso-footnote-id: ftn44;" title="">[44]</a>- lo que se quiere es “mostrar que la piedad popular no es algo superficial, sino que tiene a su modo todo lo que hoy se pide a un cristiano madurado por la gracia: fe, eclesialidad, celebración, misión, oración personal, etc”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn45" name="_ftnref45" style="mso-footnote-id: ftn45;" title="">[45]</a><br />
La expresión mística popular fue introducida en la reflexión teológica por el jesuita argentino Jorge Seibold.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn46" name="_ftnref46" style="mso-footnote-id: ftn46;" title="">[46]</a> Mirar la experiencia religiosa del pueblo en clave mística nos lleva a considerar los rasgos de vida mística que tiene la fe del pueblo, en las devociones populares puede verse con frecuencia al cristiano ante el misterio, en una contemplación profunda acompañada de gestos místicos, como el tocar o el besar la imagen religiosa.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn47" name="_ftnref47" style="mso-footnote-id: ftn47;" title="">[47]</a> El sentimiento religioso, tan importante en la vida de los místicos, es también un elemento esencial de la experiencia religiosa popular. Aparecida no desarrolla esta pluralidad de sentidos a la que nos abre esta expresión, sólo se limita a mencionarla introduciéndola así en la reflexión magisterial y proponiéndola al mundo teológico para su maduración.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn48" name="_ftnref48" style="mso-footnote-id: ftn48;" title="">[48]</a><br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021669"><span style="font-size: large;">3. Aparecida: la piedad popular es una espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos</span></a><br />
La Conferencia de Aparecida<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn49" name="_ftnref49" style="mso-footnote-id: ftn49;" title="">[49]</a> (2007) es la única que fue realizada en un santuario mariano. Este hecho dejó su impronta en la reunión. Todas las mañanas los obispos celebraban la Eucaristía con los peregrinos y luego deliberaban en un salón situado debajo del santuario con todo un rumor de oraciones sobre sus cabezas. El Cardenal Bergoglio –presidente de la Comisión de redacción de Aparecida- lo describe gráficamente: “nuestra música funcional eran las oraciones y las misas que se celebraban con nuestro pueblo”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn50" name="_ftnref50" style="mso-footnote-id: ftn50;" title="">[50]</a> Al decir de otro de los testigos de Aparecida, “la basílica fue una enorme casa de oración con el bullicio del santuario y el silencio del monasterio”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn51" name="_ftnref51" style="mso-footnote-id: ftn51;" title="">[51]</a> Sin duda que el contacto tan directo con las expresiones de fe del pueblo influyó en la valoración que hacen los obispos de ellas en el documento final. En él –al igual que en Evangelii Nuntiandi- pueden leerse “las cosas más bellas acerca de la piedad popular escritas en un documento de la Iglesia”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn52" name="_ftnref52" style="mso-footnote-id: ftn52;" title="">[52]</a><br />
Al parecer, la piedad popular se respiraba en el ambiente de Aparecida. Benedicto XVI –en su discurso inaugural- fue el primero en poner en palabras ese sentimiento al llamar a la religiosidad popular el “precioso tesoro de la Iglesia Católica en América Latina”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn53" name="_ftnref53" style="mso-footnote-id: ftn53;" title="">[53]</a> También el documento final refleja el ambiente de las deliberaciones: “Nos hemos sentido acompañados por la oración de nuestro pueblo creyente católico” (DA 3).<br />
Como ya hemos señalado, la enseñanza de Aparecida sobre la religiosidad popular debemos buscarla –sobre todo- en el apartado 6.1.3 llamado: La piedad popular como espacio de encuentro con Jesucristo (números 258-265). El marco inmediato es el capítulo 6, dedicado a la espiritualidad y a la formación cristiana. Este contexto ayuda a presentar la piedad popular como una verdadera espiritualidad e invitar a su crecimiento como un camino formativo para el cristiano. De este modo, “los obispos evitan caer en planteos elitistas sobre la formación cristiana, rompiendo toda dialéctica entre formados y no formados”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn54" name="_ftnref54" style="mso-footnote-id: ftn54;" title="">[54]</a><br />
Allí, con un lenguaje muy vivo, se describen algunas de las expresiones de esta espiritualidad popular. Se habla de “fiestas patronales, novenas, rosarios, via crucis, procesiones, danzas y cantos del folklore religioso, promesas”, y del “cariño a los santos” (cfr. DA 259). En esta enumeración, los obispos se detienen especialmente en las peregrinaciones a los santuarios. Enseñan que quien decide visitar una santuario ya está haciendo un acto de fe (cfr. DA 259) y que una vez allí el “peregrino vive la experiencia del misterio” (DA 260). “Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos que millones podrían contar” (DA 260). Describen con una belleza inusual en un documento magisterial lo que seguramente contemplaban cada día en el santuario de Aparecida:<br />
“La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual” (DA 259).<br />
Pero esta piedad popular, si bien la viven multitudes, “no es una espiritualidad de masas” (DA 261) sino que brota de lo más íntimo del corazón ante las situaciones de la vida cotidiana del pueblo. Y otra vez la riqueza del texto nos obliga a transcribirlo:<br />
“En distintos momentos de la lucha cotidiana, muchos recurren a algún pequeño signo del amor de Dios: un crucifijo, un rosario, una vela que se enciende para acompañar a un hijo en su enfermedad, un Padrenuestro musitado entre lágrimas, una mirada entrañable a una imagen querida de María, una sonrisa dirigida al Cielo en medio de una sencilla alegría” (DA 261).<br />
En la línea de Puebla, Aparecida reconoce el potencial evangelizador de la piedad popular. Ésta es una espiritualidad “encarnada en la cultura de los sencillos” (DA 263), es por eso que participa del proceso de transmisión de valores inherente a cada cultura. Los obispos son conscientes de que las “tradiciones culturales ya no se transmiten de una generación a otra con la misma fluidez que en el pasado” (DA 39); pero, aun debilitado, este proceso sigue dándose en América Latina. De no ser así no se explicaría la existencia de una religiosidad popular en nuestro días. Esta dinámica interna del pueblo es lo que hace que Aparecida enseñe que gracias a la espiritualidad popular el “pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo” (DA 264).<br />
Es novedosa para un documento de este rango la presentación que hace Aparecida acerca de la necesidad de purificación que tiene la religiosidad popular. Ya había sido mérito de Medellín señalar que todas las formas de religiosidad –no sólo la vivida por los pobres- necesitan ser purificadas (cfr. Med 6,4). Hasta antes de Aparecida, siempre que el Magisterio trataba la necesidad de purificación de la piedad popular lo hacía en términos de “rectificación de errores y excesos” (cfr. p.e. Med 6,5; 8,2; DP 83; 109; 457; 643; DSD 36; 39; 53). En esta V Conferencia, los obispos -siguiendo la huella de aquel dueño de un campo con trigo y cizaña- hablan de purificación en términos de crecimiento de riquezas presentes en el pueblo:<br />
“Cuando afirmamos que hay que evangelizarla o purificarla, no queremos decir que esté privada de riqueza evangélica. Simplemente deseamos que todos los miembros del pueblo fiel, reconociendo el testimonio de María y también de los santos, traten de imitarles cada día más” (DA 262).<br />
Esta concepción de la purificación de la religiosidad popular como crecimiento ya la encontrábamos en la intención de los peritos que redactaron el documento de San Miguel del Episcopado Argentino. El mismo Gera, comentando el punto de San Miguel que invita a purificar la religiosidad popular dice: “La palabra purificar... está bien. Pero por ahí usábamos más la de hacer crecer. Se purifica el que crece. Poner condiciones que permitieran la madurez y el cambio”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn55" name="_ftnref55" style="mso-footnote-id: ftn55;" title="">[55]</a><br />
No encontramos en Aparecida la enumeración de los riesgos de desviaciones de la religiosidad popular, no porque los desconozca o los niegue, sino porque es otra la idea que entiende por purificación de la piedad popular. Como señala V. Fernández, “en lugar de enumerar los riesgos, desarma las objeciones más comunes que se han usado para criticar la piedad popular”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn56" name="_ftnref56" style="mso-footnote-id: ftn56;" title="">[56]</a> A quienes piensan que la piedad popular no es auténtica fe católica, que no tiene inserción eclesial y que no lleva a un compromiso misionero, los obispos les enseñan que:<br />
“La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros.” (DA 264)<br />
Más bien señalan el riesgo que corre la Iglesia de despreciarla, o “considerarla un modo secundario de vida cristiana” (DA 263). Esta espiritualidad es “una expresión de sabiduría sobrenatural” (DA 263), vivida por gente que tiene muy poco de lo que se conoce como instrucción religiosa, pero “no por eso es menos espiritual, sino que lo es de otro modo” (DA 263). Porque “la sabiduría del amor no depende directamente de la ilustración de la mente sino de la acción interna de la gracia” (DA 263).<br />
Aparecida tampoco olvida el lugar privilegiado que tiene la piedad mariana en la espiritualidad popular. En el rostro de María “encuentran la ternura y el amor de Dios” (DA 265) y “ven reflejado el mensaje esencial del Evangelio” (DA 265). Este amor a la Virgen que tiene pueblo latinoamericano “ha sido capaz de fundir las historias latinoamericanas diversas en una historia compartida” (DA 43).<br />
En resumen, Aparecida representa un avance significativo en la valoración que hace el magisterio sobre las expresiones de fe de los pobres de Latinoamérica. Reconoce en ellos una verdadera espiritualidad, un modo propio –y válido- de vivir la fe cristiana por donde el Espíritu Santo va guiando a gran cantidad de latinoamericanos. También enseña que esta piedad “puede ser profundizada” (DA 262) y que puede hacerse, no tanto desde correcciones y rectificaciones, sino sobre todo buscando un “crecimiento a partir de la propia riqueza del pueblo”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn57" name="_ftnref57" style="mso-footnote-id: ftn57;" title="">[57]</a><br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021670"><span style="font-size: large;">4. Algunas cuestiones abiertas</span></a><span style="font-size: large;">.</span><br />
Hasta aquí hemos pretendido dar cuenta del camino recorrido por la reflexión magisterial latinoamericana sobre la piedad popular. Un camino de casi treinta años en que fue madurando la comprensión que se tiene del fenómeno, desde considerarlo como algo positivo hasta llegar a verlo en Aparecida como un modo válido de espiritualidad cristiana. En ese trayecto nos detuvimos particularmente en la enseñanza de esta última Conferencia y vimos que la piedad popular es una espiritualidad cristiana encarnada en la cultura de los sencillos, que tiene un enorme potencial evangelizador y que debemos ayudar a su crecimiento para que despliegue todas sus riquezas.<br />
Queda ahora señalar algunas de las sendas que se ofrecen para seguir profundizando la comprensión de este fenómeno. Para no extendernos demasiado elegiremos sólo dos cuestiones que consideramos que Aparecida nos deja abiertas. Una es la reflexión sobre el sujeto de esta espiritualidad: el pueblo. La afirmación de la existencia de una espiritualidad popular depende de la afirmación de la existencia de un pueblo capaz de vivirla. En la primera parte de este artículo vimos que en el documento de San Miguel la reflexión sobre el pueblo era lo que enmarcaba la enseñanza sobre religiosidad popular, y en Puebla el tema que nos ocupa está presentado en el contexto de la reflexión sobre la cultura del pueblo. Aparecida prescinde de estos contextos al hablar de la espiritualidad popular. Sabemos que la discusión sobre la unidad cultural latinoamericana no logró los consensos necesarios en la Conferencia como para que el documento final presente con fuerza una enseñanza sobre la cultura, si bien “lo que se afirma en los párrafos sobre la piedad popular supone como fundamento y trasfondo una determinada valoración de la cultura popular latinoamericana”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn58" name="_ftnref58" style="mso-footnote-id: ftn58;" title="">[58]</a> Tal vez los puntos 520-528 –que tratan sobre la unidad del pueblo sean los que contengan los elementos más valiosos en este sentido. “Una y plural, América Latina es la casa común, la gran patria de hermanos” se enseña en el número 525, y en el mismo párrafo dice que “no somos una suma de pueblos y de etnias que se yuxtaponen”. Esta discusión sobre la consistencia de la unidad cultural latinoamericana tiene una influencia directa en la valoración que podamos hacer de la piedad popular. Creemos que este es uno de los desafíos ante los que nos deja Aparecida para profundizar fructuosamente la comprensión de la espiritualidad popular.<br />
Y esto nos lleva a una segunda cuestión, ante una valoración sinceramente positiva de las expresiones religiosas de gran parte de los cristianos de Latinoamérica se presenta -casi necesariamente- la consideración de la acción pastoral adecuada para acompañar y hacer crecer esa riqueza: la pastoral popular. Aparecida no llega a plantear el tema, aunque ofrece algunas pistas. Reconoce que a través de la espiritualidad popular el pueblo se evangeliza a sí mismo (DA 264) y desde esta afirmación podemos pensar que la Iglesia debe esforzarse en conocer como se da esa transmisión del evangelio en el seno del pueblo y desde ahí proponer acciones que impulsen y fortalezcan esa dinámica propia del pueblo.<br />
Otra pista que puede servirnos para pensar una pastoral popular es la propuesta de Aparecida sobre purificar la piedad popular buscando su crecimiento. Esta mirada da un nuevo aire a las acciones que pueden realizarse para acompañar y fortalecer la vida cristiana de los pobres. La religiosidad del pueblo es vivida con notoria autonomía frente a las instancias institucionales de la Iglesia. Eso hace difícil la implementación de acciones por parte de los pastores que influyan y modifiquen efectivamente<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn59" name="_ftnref59" style="mso-footnote-id: ftn59;" title="">[59]</a> ese modo de vivir la fe. Más difícil aun si lo que se trata es de prohibir y corregir. En cambio si lo que se busca es animar y hacer crecer, el campo de trabajo se ensancha. Son muchas las expresiones religiosas que el pueblo realiza anhelando un mayor acompañamiento de los pastores de la Iglesia. Seguramente, un apoyo explícito de parte de la Iglesia a algunas de estas expresiones religiosas redundaría en un fortalecimiento de la espiritualidad popular.<br />
Para terminar, decimos que la reflexión teológica –amén de lo ya hecho- tiene mucho aún que trabajar sobre el tema de la piedad popular. Partiendo del reconocimiento que hacen los obispos de que se trata de una espiritualidad que es fruto de la acción del Espíritu Santo en el pueblo pobre latinoamericano y de la certeza de que la Iglesia debe dedicar sus mejores esfuerzos a acompañar la vida de los pobres, el trabajo de los teólogos puede empeñar siempre nuevas energías para “cuidar el tesoro de la religiosidad popular de nuestros pueblos” (DA 549) y para enriquecer a la Iglesia con lo que el Espíritu Santo quiere enseñarnos a través de esta espiritualidad. Creemos que aún siguen siendo un llamado válido para los teólogos de esta generación las palabras dichas por Scannone hace más de treinta años:<br />
“… la teología está muy lejos todavía de haber sido fecundada suficientemente por la riqueza y la profundidad cristiana y humana de la religión popular latinoamericana y por la sabiduría de la vida y de Dios, y el conocimiento de Cristo que ella encierra”.<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftn60" name="_ftnref60" style="mso-footnote-id: ftn60;" title="">[60]</a><br />
<br />
Enrique Ciro Bianchi (<a href="mailto:qbianchi@hotmail.com">qbianchi@hotmail.com</a>).<br />
8 de mayo del 2009<br />
<a href="http://www.blogger.com/" name="_Toc228021674"></a><br />
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<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title="">[1]</a> Un cronista de la época nos cuenta: “Los indios se andaban tras ellos (como los muchachos suelen seguir a los que causan novedad) y maravilláronse de verlos con tan desarrapado traje, tan diferente de la bizarría y gallardía que en los soldados españoles antes habían visto. Y decían unos a otros: ¿Qué hombres son estos tan pobres? ¿qué manera de ropa es esta que traen? No son estos como los otros cristianos de Castilla” (Gerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana. Obra escrita a fines del siglo XVI, Porrúa, México, 1971, 211).<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref2" name="_ftn2" style="mso-footnote-id: ftn2;" title="">[2]</a> Cfr. Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México. Tomo I, Porrúa, México, 1992, 312.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref3" name="_ftn3" style="mso-footnote-id: ftn3;" title="">[3]</a> Cfr. Mario Rojas Sánchez - (traductor), Nican mopohua, Desingn&Digital Print, México, 2001, v. 150 (en adelante citado como Nican mopohua).<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref4" name="_ftn4" style="mso-footnote-id: ftn4;" title="">[4]</a> Mendieta, Historia eclesiástica indiana. Obra escrita a fines del siglo XVI, 266.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref5" name="_ftn5" style="mso-footnote-id: ftn5;" title="">[5]</a> DP 446. La misma expresión de Puebla es citada por DA 264, pero la refiere erróneamente a DP 448 donde no se encuentra esta fórmula.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref6" name="_ftn6" style="mso-footnote-id: ftn6;" title="">[6]</a> Cfr. RMi 52.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref7" name="_ftn7" style="mso-footnote-id: ftn7;" title="">[7]</a> Nican Mopohua, 119.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref8" name="_ftn8" style="mso-footnote-id: ftn8;" title="">[8]</a> DA 398.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref9" name="_ftn9" style="mso-footnote-id: ftn9;" title="">[9]</a> Cfr. DA 263.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref10" name="_ftn10" style="mso-footnote-id: ftn10;" title="">[10]</a> DA 263.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref11" name="_ftn11" style="mso-footnote-id: ftn11;" title="">[11]</a> Cfr. Fermín Labarga García, "La religiosidad popular", J. Saranyana, Teología en América Latina III: El siglo de las teologías latinoamericanistas (1899-2001), Iberoamericana, Madrid, 2002, 393-441, 396.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref12" name="_ftn12" style="mso-footnote-id: ftn12;" title="">[12]</a> Cfr. Ibid., 397.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref13" name="_ftn13" style="mso-footnote-id: ftn13;" title="">[13]</a> Cfr. Ibid., 396.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref14" name="_ftn14" style="mso-footnote-id: ftn14;" title="">[14]</a> Cfr. Ibid., 400.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref15" name="_ftn15" style="mso-footnote-id: ftn15;" title="">[15]</a> Esta expresión -que acuño Justino para rescatar lo bueno del paganismo- sí resulta feliz para referirse a las religiones pre colombianas, como lo hace Juan Pablo II al hablarles a los indígenas americanos: “Las semillas del Verbo estaban ya presentes y alumbraban el corazón de vuestros antepasados para que fueran descubriendo las huellas del Dios Creador en todas sus criaturas: el sol, la luna, la madre tierra, los volcanes y las selvas, las lagunas y los ríos” (Juan Pablo II, Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II a los indígenas del continente americano, Santo Domingo, 12/12/1992 [en línea] <<a href="http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/pont_messages/1992/documents/hf_jp-ii_mes_19921012_indigeni-america_sp.html">http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/pont_messages/1992/documents/hf_jp-ii_mes_19921012_indigeni-america_sp.html</a>> [Acceso: 5/5/2009]).<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref16" name="_ftn16" style="mso-footnote-id: ftn16;" title="">[16]</a> Sebastián Politi, Teología del pueblo: una propuesta argentina a la teología latinoamericana, 1967-1975, Ed. Castañeda -Ed. Guadalupe, Buenos Aires, 1992, 196.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref17" name="_ftn17" style="mso-footnote-id: ftn17;" title="">[17]</a> Conferencia Episcopal Argentina, Declaración del Episcopado Argentino sobre la adaptación a la realidad actual del país de las conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Buenos Aires, Paulinas, 1969.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref18" name="_ftn18" style="mso-footnote-id: ftn18;" title="">[18]</a> Cfr. Lucio Gera, "San Miguel: una promesa escondida", en Virginia Raquel Azcuy-José Carlos Caamaño-Carlos María Galli, Escritos Teológico-Pastorales de Lucio Gera. II. De la Conferencia de Puebla a nuestros días (1981-2007), Agape Libros - Facultad de Teología UCA, Buenos Aires, 2007, 271-295, 283.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref19" name="_ftn19" style="mso-footnote-id: ftn19;" title="">[19]</a> La Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL) estaba dirigida por los obispos Marengo, Zaspe y Angelelli. Entre los peritos convocados figuraban Lucio Gera, Rafael Tello, Justino O’Farrel, Gerardo Farrel, Alberto Sily y Fernando Boasso, entre otros. Para más información sobre el trabajo de la COEPAL cfr. Politi, Teología del pueblo: una propuesta argentina a la teología latinoamericana, 1967-1975, ; Marcelo González, La reflexión teológica en la Argentina, 1962 - 2004: apuntes para un mapa de sus relaciones y desafíos hacia el futuro, Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, 2005, 61-106; Fernando Boasso, ¿Qué es la pastoral popular?, Patria Grande, Buenos Aires, 1974; Gera, "San Miguel: una promesa escondida", 271-295.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref20" name="_ftn20" style="mso-footnote-id: ftn20;" title="">[20]</a> El equipo de peritos también trabajó en los documentos Pobreza de la Iglesia y Pastoral de conjunto. (cfr. Gera, "San Miguel: una promesa escondida", 277).<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref21" name="_ftn21" style="mso-footnote-id: ftn21;" title="">[21]</a> Ibid., 287.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref22" name="_ftn22" style="mso-footnote-id: ftn22;" title="">[22]</a> Ibid., 289.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref23" name="_ftn23" style="mso-footnote-id: ftn23;" title="">[23]</a> Cfr. Labarga García, "La religiosidad popular", 402.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref24" name="_ftn24" style="mso-footnote-id: ftn24;" title="">[24]</a> Juan Lydon, "Aparecida y la religiosidad popular: Cumbre de un desarrollo de reflexión", Medellín 132 (2007), 537-549, 538.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref25" name="_ftn25" style="mso-footnote-id: ftn25;" title="">[25]</a> Cfr. Labarga García, "La religiosidad popular", 424.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref26" name="_ftn26" style="mso-footnote-id: ftn26;" title="">[26]</a> Cfr. Ibid., 431.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref27" name="_ftn27" style="mso-footnote-id: ftn27;" title="">[27]</a> Lucio Gera, "Evangelización y promoción humana", en Virginia Raquel Azcuy-José Carlos Caamaño-Carlos María Galli, Escritos Teológico-Pastorales de Lucio Gera. II. De la Conferencia de Puebla a nuestros días (1981-2007), Agape Libros - Facultad de Teología UCA, Buenos Aires, 2007, 297-364, 314.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref28" name="_ftn28" style="mso-footnote-id: ftn28;" title="">[28]</a> Ibid., 315.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref29" name="_ftn29" style="mso-footnote-id: ftn29;" title="">[29]</a> Lydon, "Aparecida y la religiosidad popular: Cumbre de un desarrollo de reflexión", 545.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref30" name="_ftn30" style="mso-footnote-id: ftn30;" title="">[30]</a> Juan Pablo II, Homilía en el Santuario de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Zapopán, 30/1/1979.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref31" name="_ftn31" style="mso-footnote-id: ftn31;" title="">[31]</a> Ibid.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref32" name="_ftn32" style="mso-footnote-id: ftn32;" title="">[32]</a> Labarga García, "La religiosidad popular", 431.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref33" name="_ftn33" style="mso-footnote-id: ftn33;" title="">[33]</a> Juan Pablo II, Discurso Inaugural de Santo Domingo, 3<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref34" name="_ftn34" style="mso-footnote-id: ftn34;" title="">[34]</a> Este hermoso neologismo había sido inaugurado por Juan Pablo II en Catechesi Tradendae 53. Esto fue en 1979, pocos meses después de la Conferencia de Puebla.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref35" name="_ftn35" style="mso-footnote-id: ftn35;" title="">[35]</a> Una especie de status quaestionis de lo reflexionado hasta el 2001 puede verse en el estudio que ya citamos en repetidas ocasiones: Labarga García, "La religiosidad popular", 392-441.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref36" name="_ftn36" style="mso-footnote-id: ftn36;" title="">[36]</a> Por ejemplo, a nivel local: Líneas pastorales para la Nueva Evangelización, Navega mar adentro. A nivel de la Iglesia universal: Ecclesia in America, Directorio sobre piedad popular y liturgia.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref37" name="_ftn37" style="mso-footnote-id: ftn37;" title="">[37]</a> Cfr. Labarga García, "La religiosidad popular", 393.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref38" name="_ftn38" style="mso-footnote-id: ftn38;" title="">[38]</a> Este documento no tiene por intención estudiar la piedad popular en sí sino en su relación con la Liturgia, es por eso que utiliza piedad popular resaltando más el aspecto cultual de la misma (cfr. DPL 9; Entrevista a Víctor Fernández, 2)<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref39" name="_ftn39" style="mso-footnote-id: ftn39;" title="">[39]</a> Xavier Léon-Dufour - Alejandro Esteban Lator Ros, Vocabulario de teología bíblica, Herder, Barcelona, 1996[17a.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref40" name="_ftn40" style="mso-footnote-id: ftn40;" title="">[40]</a> Cfr. Rafael Tello, La nueva evangelización: Escritos teológicos pastorales, Ágape libros, Buenos Aires, 2008<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref41" name="_ftn41" style="mso-footnote-id: ftn41;" title="">[41]</a> Cfr. Ponencia de Mons. Fenoy el 21/5/2007 [en línea] <<a href="http://celam.net/index.php?module=Contenidos&func=viewpub&tid=7&pid=33">http://celam.net/index.php?module=Contenidos&func=viewpub&tid=7&pid=33</a>> [Acceso: 1/2/09].<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref42" name="_ftn42" style="mso-footnote-id: ftn42;" title="">[42]</a> Cfr. Entrevista a Víctor Fernández, 2.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref43" name="_ftn43" style="mso-footnote-id: ftn43;" title="">[43]</a> Para más elementos sobre el pensamiento de Fernández sobre piedad popular ver: Víctor Fernández, "Con los pobres hasta el fondo. El pensamiento teológico de Rafael Tello", Proyecto 36 (2000), 187-205; Víctor Fernández, "El Padre Tello: una interpelación todavía no escuchada", Vida Pastoral 236 (2002), 34-40; Víctor Fernández, "El ‘sensus populi’. La legitimidad de una teología desde el pueblo", Teología 72 (1998), 133-164; Víctor Fernández, "Una interpretación de la religiosidad popular", Criterio 2300 (2004), 737-741; Víctor Fernández, "Los treinta años de la peregrinación juvenil a Luján y la inculturación popular. Acerca de 'Seguimos caminando'", Teología 85 (2004), 123-136.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref44" name="_ftn44" style="mso-footnote-id: ftn44;" title="">[44]</a> Cfr. Víctor Fernández, Aparecida: guía para leer el documento y crónica diaria, San Pablo, Buenos Aires, 2008, 142 y 159.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref45" name="_ftn45" style="mso-footnote-id: ftn45;" title="">[45]</a> Entrevista a Víctor Fernández, 3.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref46" name="_ftn46" style="mso-footnote-id: ftn46;" title="">[46]</a> Cfr. Jorge Seibold, La mística popular, Buena Prensa, México, 2006,<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref47" name="_ftn47" style="mso-footnote-id: ftn47;" title="">[47]</a> Cfr. Jorge Seibold, Dios habita en la ciudad. Aportes de Aparecida para una nueva pastoral urbana en América latina y el Caribe, [en línea] <<a href="http://www.cpalsj.org/publique/media/DIOSHABITAENLACIUDAD.doc">www.cpalsj.org/publique/media/DIOSHABITAENLACIUDAD.doc</a>> [Acceso: 2/2/09].<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref48" name="_ftn48" style="mso-footnote-id: ftn48;" title="">[48]</a> Al ser una expresión tan nueva en el lenguaje teológico nos parece evidente que es necesaria una maduración en la reflexión para que pueda ser recepcionada como una categoría válida. Por ejemplo, Víctor Fernández en la entrevista que pudimos hacerle con ocasión de este trabajo nos decía:<br />
“Seibold tiende a relacionar las expresiones de la piedad popular y diversas experiencias de la cultura popular, con los fenómenos espirituales descriptos por los grandes místicos. Pero puesto que esas experiencias, en general, son características de procesos sobrenaturales de personas que viven en estado de gracia, esta reflexión podría llevar a pensar que se sostiene que todos son santos.<br />
Yo mismo hasta hace poco tiempo, describía la piedad popular -y la sabiduría que la acompaña- como una realidad propia de la vida de la gracia santificante, hasta que gracias a un alumno de licenciatura descubrí que para Santo Tomás aun el credere in Deum puede subsistir en la fe informe. En diversas conversaciones con Tello, él insistía en la necesidad de no canonizar al pueblo en general, en el cual puede coexistir una arraigada piedad junto con situaciones de pecado. Es verdad que uno no puede emitir juicios condenatorios acerca de situaciones subjetivas, pero también es cierto que uno no puede reflexionar a partir de un presupuesto indemostrable (que todos están viviendo en gracia de Dios).” (cfr. Entrevista a Víctor Fernández, 4)<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref49" name="_ftn49" style="mso-footnote-id: ftn49;" title="">[49]</a> Para profundizar el conocimiento sobre la preparación y el desarrollo de la V Conferencia ver: Fernández, Aparecida: guía para leer el documento y crónica diaria, ; Carlos Galli, "Comunicar el Evangelio del amor de Dios de Dios a nuestros pueblos de América Latina y El Caribe para que tengan vida plena en Cristo", en Víctor Manuel Fernández-Carlos Galli, Discípulos misioneros, Ágape, Buenos Aires, 2006, 7-85; Carlos Galli, "Aparecida, ¿un nuevo Pentecostés en América latina y el Caribe?", Criterio 2328 (2007), 362-370. Para un estudio sobre la recepción de Aparecida es indispensable la obra: CELAM (ed.), Testigos de Aparecida. Volumen I, CELAM, Bogotá, 2008 y CELAM (ed.), Testigos de Aparecida. Volumen II, CELAM, Bogotá, 2008. Estos dos tomos contienen veintidós artículos escritos por obispos y peritos que participaron de la V Conferencia. En este trabajo, tomamos numerosos elementos de tres de ellos: Jorge Bergoglio, "Religiosidad popular como inculturación de la fe", en CELAM, Testigos de Aparecida. II, Bogotá, 2008, 281-325; Carlos Galli, "Líneas cristológicas de Aparecida", en CELAM, Testigos de Aparecida. Volumen I, Bogotá, 2008, 103-204; Víctor Fernández, "La misión como comunicación de vida: un estado permanente de misión para la plenitud de nuestros pueblos", en CELAM, Testigos de Aparecida. Volumen I, CELAM, Bogotá, 2008, 301-368.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref50" name="_ftn50" style="mso-footnote-id: ftn50;" title="">[50]</a> “Entrevista al cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires”, en: 30 Giorni, n. 11, XXV, 2007, 20.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref51" name="_ftn51" style="mso-footnote-id: ftn51;" title="">[51]</a> Galli, "Líneas cristológicas de Aparecida", 180.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref52" name="_ftn52" style="mso-footnote-id: ftn52;" title="">[52]</a> “Entrevista al cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires”, en: 30 Giorni, n. 11, XXV, 2007, 20.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref53" name="_ftn53" style="mso-footnote-id: ftn53;" title="">[53]</a> Discurso Inaugural a Aparecida, 1. Ya Juan Pablo II había dicho que la piedad popular es el auténtico tesoro espiritual de América Latina (Ángelus del 12/07/92, citado por Labarga García, "La religiosidad popular", 435).<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref54" name="_ftn54" style="mso-footnote-id: ftn54;" title="">[54]</a> Entrevista a Víctor Fernández, 3.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref55" name="_ftn55" style="mso-footnote-id: ftn55;" title="">[55]</a> Gera, "San Miguel: una promesa escondida", 287.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref56" name="_ftn56" style="mso-footnote-id: ftn56;" title="">[56]</a> Cfr. Entrevista a V. Fernández, 6.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref57" name="_ftn57" style="mso-footnote-id: ftn57;" title="">[57]</a> Cfr. Entrevista a V. Fernández, 6.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref58" name="_ftn58" style="mso-footnote-id: ftn58;" title="">[58]</a> Entrevista a Víctor Fernández, 5.<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref59" name="_ftn59" style="mso-footnote-id: ftn59;" title="">[59]</a> Y remarcamos ex profeso la palabra efectivamente, vemos muchas veces que los agentes de pastoral realizan acciones con mucho esfuerzo de su parte (y que exigen mucho esfuerzo a la gente de espiritualidad popular), y que no tienen ninguna repercusión en los destinatarios de esas acciones, tan solo sirven como tranquilizadores de conciencia para los agentes de pastoral (p.e. exigir la asistencia a charlas prebautismales en ambientes populares).<br />
<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=4765331549085871090#_ftnref60" name="_ftn60" style="mso-footnote-id: ftn60;" title="">[60]</a> Juan Carlos Scannone, "Religión del pueblo y teología", CIAS 274 (1978), 10-21, 20.Unknownnoreply@blogger.com0